sábado, 29 de enero de 2011

EL HOTEL DE LOS DISPARATES I








EL HOTEL DE LOS DISPARATES

UNA HISTORIA DE TREPIDANTE HUMOR Y MUCHA GUASA


EL HOTEL DE LOS DISPARATES
Papeles póstumos y archivos recuperados del club de humoristas. Recopilados por una mano amiga e introducidos por un tal Slictik, a quien nadie dice conocer, pero que se adjudica un protagonismo, sin duda inmerecido.

INTRODUCCIÓN

El hotel de los disparates nació hace ya algunos años en Internet, con el deseo de que con el tiempo llegara a convertirse en un taller literario y de creación de personajes, humorísticos o serios, de alguna enjundia y con proyección de futuro.
Nunca antes se me había ocurrido la posibilidad de intentar coordinar un taller literario. Al fin y al cabo solo era un escritor aficionado y además en ciernes. No había escrito mucho y lo poco que había escrito era malo o muy malo. A pesar de ello estaba emperrado, “erre que erre” en llegar a ser un día lejano un buen escritor, sino de prestigio o publicado, sí al menos aceptablemente bueno, aunque solo lo fuera para mí mismo.

En el año 1996 compré un ordenador y me puse a subir a los archivos de Word todo lo que había escrito hasta entonces y que aún se conservaba (no destruido por el fuego purificador en un momento muy bajo de ánimo). Comencé a escribir archivos como un poseso,, haciendo virtuales mis textos manuscritos, al tiempo que iniciaba, una tras otra, tablas de diferentes temas, cine, literatura, cultura en general, ajedrez, de todo un poco.

Pero no fue hasta años más tarde, no recuerdo cuántos, que llegaría a tomar la muy pensada decisión de conectarme a Internet. Tanta reflexión se debió a que para mí, como para muchos de mi generación, Internet era el caos, un monstruito virtual devorador y adictivo. Muy peligroso, muy tentador, y a saber qué podría encontrar uno allí de positivo.

Dicen que la ignorancia es muy atrevida. También es muy estúpida. Me las prometía muy felices con un correo que podría llegar a cualquier parte, transmitiendo mis manifiestos. Aún conservo alguno de los que escribí para “La Mente enmascarada”. Luego la realidad te pone en tu sitio, como hace siempre. Resultó que mi idea de poner un mensaje en el correo virtual y esperar que pudiera llegar a todo el mundo era estúpida, lo mismo que poner una carta en el buzón con la dirección: “A todo el mundo que quiera leerlo”.

En Internet también son precisas direcciones, si quieres que el correo llegue a alguien, y éstas había que conseguirlas (no caían de los árboles) y una vez logradas lo más fácil era que el destinatario ni lo mirara sino te conocía (escarmenté abriendo correos desconocidos, los virus sí que vuelan en Internet) y para conocer gente se podía acudir a un chat…

Esta etapa ridícula y surrealista de novato en el mundo virtual la parodio en alguno de mis textos: Mi vida ficticia en el chat, Metrópolis, Los Hackers Mates…
Quien no tiene un asesor experimentado sabe muy bien las dificultades a que se enfrenta un novato y las tonterías que se llegan a realizar. Eso me pasó a mí, solo que multiplicado por mil.

Para empezar, instalar un correo en el ordenador tiene su encanto. ¿Era preciso pagar por mandar correos? Descubrir un correo gratuito también tuvo su dificultad, lo mismo que registrarse. ¿Por qué todo el mundo utilizaba un Nick o un alias?

En aquel momento estaba leyendo una novela de Chestar Himes, uno de mis escritores de novela negra favoritos y en esa novela aparecía un personaje extravagante, Slic, que el traductor al inglés había trasvasado al español como “listillo”, según explicaba en una nota.

Al registrarme lo escribí mal y ese error me llevaría a cargar con un alias impronunciable que al final me resultaría muy divertido. Escribí Slictik y al enterarme de que bien podría ser una mezcla de “slip” calzoncillo y “lipstick” lápiz de labios sonreí de oreja a oreja y me regocijé durante un buen rato.
Slictik llegaría a ser mi nombre de guerra. Con él me registré en un foro de gramática española, el foro Cervantes, y allí conocería a una argentina con la que establecí una relación amistosa durante un tiempo prolongado, para la fragilidad que acostumbran a tener las relaciones en este universo virtual.

Ela había creado un grupo gratuito (ignoraba que eso fuera posible) y me invitó a formar parte. Fue allí donde el Hotel de los líos, luego de los disparates, echó a caminar como un taller de creación de personajes humorísticos y en general de cualquier género y tipo.

Éramos cuatro gatos, pero lo pasábamos muy bien. Pero no fue hasta el nacimiento de la Casa de Asterión que el Hotel de los disparates se puso a deambular con cierta prestancia.

Esta historia es un homenaje a aquella etapa y a todos los que colaboraron el Hotel. Sus autores y personajes forman parte de su historia, aunque si alguna vez es publicada deberé solicitar su permiso para reproducir sus textos y servirme de sus personajes.

Antes de transformarse en la “Torre de Babel”, un rascacielos exclusivo para mis personajes humorísticos, la mayoría de ellos, sino todos pasaron por allí. Cómo empezó todo y cómo terminó, si es que alguna vez se puede decir que acabó esta saga es lo que se narra en esta larga y extravagante historia. Espero que se diviertan.

miércoles, 26 de enero de 2011

PRESENTACIÓN

Este blog está dedicado a subir todos aquellos textos y archivos que complementen el Convento de los disparates. Podrán consultar en él desde una historia cronológica del antiguo Hotel de los disparates hasta la aventura de mis personajes en la Torre de Babel, pasando por todo tipo de textos complementarios. Sean bienvenidos.