ARCHIVOS DEL VIEJO HOTEL DE
LOS DISPARATES VIII
Creo que muy pocos
estudiosos y eruditos, historiadores de toda laya y jaez, se habrán enfrentado
a tarea tan compleja e ingrata como la de poner en claro las raíces del viejo
hotel de los disparates, sus antecedentes y consecuentes, lo que ocurrió y lo
que nunca ocurrió, ni siquiera en el universo volátil de las leyendas urbanas. Esto
es más complejo que el laberinto de Creta, donde Teseo entró, guiado por el
hijo de Ariadna. Yo no tengo hilo ni Ariadna que me consuele, solo me queda una
cabezonería irritante, una testarudez a prueba de bomba y la esperanza de
destapar un gran escándalo que pueda vender al N.Y. Times o a cualquier otro
periodicucho por una sustanciosa suma.
Todo en esta historia
es delirante, desde la creación de un nuevo país en un territorio tropical que
toda la historia perteneció a otro, que se decidiera llamarlo el País de la Alegría, que casi sin
tiempo para establecer un gobierno o un dictador mancomunado o un parlamento
ribeteado por adornos democráticos, casi sin tiempo, repito, ya una
multinacional hotelera se hizo con terrenos, no se sabe de quién, se
registraron en un casi inexistente registro de la propiedad, se contrató a otra
multinacional, constructora, y en un tiempo record se levantó un fabuloso hotel
de seis estrellas, seis, es decir ******. No tengo constancia fehaciente de qué
multinacional se trata, de quiénes componen su consejo de administración, de
quien es el presidente, de cómo pudieron cometer el craso error de contratar al
Sr. Pestolazzi como director, de dónde salió este señor y de cómo logró ponerse
en marcha este complejo turístico. Lo que sí me empieza a constar es cómo
contrató Pestolazzi al personal, como le dio la real gana, en algunos casos
hasta pudieron producirse abusos deshonestos con el personal femenino,
chantajes y todo tipo de fraudes de ley, pero lo que sí tengo bastante claro es
que la mayoría del personal se contrató solo y Pestolazzi se limitó a dar su
aquiescencia, tal vez pensando que ya había tenido una entrevista de trabajo y
decidido contratarles. Dado el numeroso personal contratado en tan poco tiempo
hay que concluir que no hubo tiempo, ni material ni espiritual para tanta
entrevista. Por eso me disculparán ustedes si al repasar, tirando de lista, el
personal de este hotel, me encuentro y se encuentran con que de pronto aparece
alguien, no se sabe de dónde ni cuando y comienza a trabajar en el hotel como
si tal cosa. Si a mi me cuesta aclararme con los archivos históricos, se pueden
ustedes imaginar lo que sería un día en la vida de este hotel, con el Sr. Pestolazzi
intentando poner orden, el personal buscando el desorden, los huéspedes llegando
y suplicando se les adjudicara una habitación, una mesa en el restaurante, un
abono en el Spá, etc etc. Prefiero delegar en los documentos archivados que
describir lo indescriptible. ¡Buff! ¡En menudo lío me he metido!
Queridos
amigos: El hotel de los lios está cada día más lioso. Voy a intentar poner un
poco de orden. Empezando por la escena de los gags que tiene varias versiones.
Intentaré poner un borrador con las diferentes versiones y un hilo conductor
para que se convierta al final en una gran escena digna de los grandes maestros
del cine mudo. Como sabéis la escena comienza al final de la cena. Olegario se
ha ido a dormir y cuando todos regresan a sus habitaciones se encuentran con
los ronquidos atronadores de este dragón sin fuego, que pone al hotel en pie de
guerra. A partir de aquí hay una escena en la que intervienen las damas Matilde
y Filo y los caballeros Irre y Agustin. Se produce la escena del televisor y
queda pendiente la escena de la cantante de ópera que es secuestrada y obligada
a cantar a la oreja de Brunelli sin resultados. Esta escena la pueden asumir
Marcelo y bando con mi ayuda interpretando a Sofía de Hannover. Si no os
apuntáis la concluiré yo.
Luego
viene la escena del pasillo. Salen de sus habitaciones algunos clientes, entre
ellos el futbolista y Romina y un matrimonio extranjero que no hay quien le
entienda, ni siquiera se entienden ellos y sus hijos que son un incordio. Es
aquí donde hay que poner un poco de orden porque existen dos versiones, una sin
la intervención de Filo y de Agustín y otra con todos. Haremos algún empalme
como en el cine para que la secuencia no quede coja.
Lo
importante es que al final todos acaban en el casino al que acceden por los
ascensores. Y allí se produce la escena coreográfica que estoy preparando y que
cada vez se complica más. Nos lo vamos a tomar con calma y para el próximo
sábado, si os parece, tocaremos el tema de la parodia ya que hay algunos
personajes que intervendrán en el congreso y que son parodia de humoristas
conocidos.
Tenemos
olvidado a los dioses del Parnaso para los que estoy esbozando un Parnaso u
Olimpo de rechupete donde tendrán también sus propios conflictos. Se me ocurre
que lo mismo que Júpiter se transformaba en las cosas más peregrinas para
seducir a las terrestres y los dioses y diosas a su vez se metamorfoseaban en
todo lo que querían para intervenir en la vida de los humanos, los dioses del
Parnaso vendrán al hotel metamorfoseados y organizarán una buena. Pero eso lo
dejarémos para más adelante. Aún tengo que esbozarlo un poco más.
Y
nos queda el congreso que estoy esbozando. La idea es que el narrador, como un
cronista deportivo, va narrando la llegada de todos los personajes al salón de
actos, o de los pasos perdidos, donde está esperando el Presidente del
congreso, el Sr. Almirante que es el único que ha madrugado. Los demás están
durmiendo a pierna suelta tras una noche muy ajetreada. Es aquí cuando
interviene el botones, personaje de Ximena que me apropio momentáneamente con su
permiso. Utilizando la megafonía y de una forma muy descarada, despierta a
todos los personajes que van acudiendo, cada cual como puede y le dejan. El
último es Brunelli que a pesar de haber dormido toda la noche, parece no haber
descansado nada y se muere de sueño. A partir de aquí cada narrador cogerá a
sus personajes. Comenzará la sesión con un discurso pesadísimo de Almirante que
los humoristas y espectadores intentan combatir con mucho alcohol servido por
Clara-Alegría de todos nosotros. Luego seguirá una rápida intervención de
Brunelli que presenta al mismísimo Woody Allen y a partir de aquí hay un
maremagnum indescifrable que habrá que esbozar. En el patio de butacas están
todos muy aburridos y organiza cada cual lo suyo para no dormirse y aguantar la
sesión inaugural.
Y
de momento esto es todo. Iré ayudándoos con los personajes e iremos matizando
un poco cada escena hasta llegar al congreso. Es un camino largo, pero mientras
haya risas, al menos será divertido.
Querida Xime, de verdad, de verdad que no os entiendo cuando
me decís que carecéis de facilidad para el humor. No se le puede pedir más a
este breve texto. Hay situaciones humorísticas muy bien explotadas, transpira
ironía y todo en él es divertido. No falta imaginación y se ponen las bases
para un futuro muy divertido en cuanto que Ofelia y no Olga comprenda que sus
viejos problemas no tienen sentido. Ahora es millonaria y puede hacer de su
capa un sayo. Por ejemplo no permitir que su marido meta el cuezo de esa manera
en todo lo que hace, ni que la humille con eso de que no vales para nada, etc.
Una millonaria que se precie elige un buen administrador, que no le robe, que
esa es otra, y pone a todo el mundo firme con la amenaza de recortar las
asignaciones (ella es la fuente de la que mana el dinero). Una millonaria que se precie no permite que
nadie le chiste y para eso contrata a unos guardaespaldas fornidos, para poner
firme a quien haga falta, y guaperas para recrearse la vista, por lo menos la
vista.
Está bien eso de acabar la novela
Irracional con la ayuda de tu hijo. El sarcasmo tiene mucha gracia y nada mejor
que el humor para ajustar cuentas cuando hay que ajustarlas. Me ha gustado las
puertas que dejas abiertas, por ejemplo la posibilidad de que te manden al
rodaje como asesora de guión y allí conozcas cómo es un rodaje en primera fila.
También me gusta la posibilidad de que para curar tu estrés te vayas a una
clínica para millonarios donde hasta para darte la pastillita tienes a un
enfermero de buen ver y con modales exquisitos que es una delicia tomarse
pastillitas. Y etc y etc. Tómate cuanto tiempo necesites para la tercera
entrega porque vamos a ir con calma. Un abrazo.
Muy
estimado señor humorista-number-one:
¡Qué
susto que usted me ha dado!
Me
ha hecho correr a revisar la gaveta de la mesilla de noche de mi habitación:
Suspirar
de alivio al ver el bulto cuadrangular que anunciaba un libro!! ... para luego
volver a asustarme ante una macabra sospecha:
Y
entonces tomarlo,
y
acercarlo mucho mucho hacia mi rostro,
cada
vez más y más cerca, paralizada de terror,
muy
muy cerca,
hasta
poder distinguir el título.
¿Se
pone en mi lugar?
No
bastaba que hubiese un libro.
¿Y
si era... ¡el necronomicón!?
O
quizás ... la Ilíada?
Pero
no: Era una Santa Biblia.
Nunca
pensé podía producir tanto alivio encontrar una Biblia donde se supone que debe
haber una Biblia.
Usted
casi me había provocado un soponcio, cabellero, con sus metáforas.
Pero
la culpa es mía, ya lo sé,
por
haberme tomado en serio ese chiste suyo sobre los dioses.
Es
que yo me lo creo todo.
Ya
voy aprendiendo, ya voy aprendiendo.
Le
informo: mi diosa tutelar es y será siempre la virgen María.
Hay
cosas que no se negocian.
Por
favor: Lea esto con la sonrisa con que se lo estoy escribiendo,
esa
sonrida que sabe que lo que digo es serio, sí, muy serio, indiscutible,
pero
no importante,
porque
todo el asunto éste de los dioses era un juego,
en
el que sin embargo, desafortunadamente, no podría prestarme a participar:
Yo
sólo creo en el dulce Jesús de mis navidades infantiles.
Y
si usted realmente conoce otros dioses, ¡mejor no me lo cuente!
Espero
con ansiedad el discurso de inauguración
y
los actos que vendrán después
en
los que espero aprender de qué modo el humor nos ha de salvar de las guerras.
Agradezco
su preocupación, pero no recurriré al baño de alcohol que usted me propone,
porque aunque es muy cierto que los picores, fríos y calores consecuentes me
mantendrían despierta durante un largo rato, también lo es que eso sería como
cortarse una mano para curarse un sarpullido: Es bien sabido que el alcohol
daña la piel.
Pero
no se preocupe, tengo mis propios métodos: Una gargantilla de cascabeles
tibetanos.
Me
la regaló una amiga que mucho yo quería por allá en la lontananza de los años,
más
o menos cuando me casé, semanas más o menos,
porque
las terribles vibraciones de mi esposo debían ser rotas de inmediato, en su
opinión:
Díjome
entonces que eran brutales, salvajes, descontroladas y muy peligrosas para un
espíritu de porcelana como el mío.
Aún
recuerdo su extática expresión al decirlo, la punta de la lengua le temblaba
sobre el labio:
Comprendí
que la pobrecilla estaba muy asustada, y le hice caso,
no
porque creyera en el poder del sonido de los cascabeles y las campanillas y las
panderetas.
Sólo
la música tiene poder mágico.
Pero
luego descubrí que un poder sí que tienen, los graciosos cascabeles,
el
de mantenerme despierta con su angelical tintineo.
Y,
sin embargo, y aunque toda mi expectativa esté puesta en los actos que voy a
presenciar (y a los que quizás contribuiré, si en algún momento se me considera
digna de ello) .... ¡mi gozo en un pozo con este Congreso!.
Ha
sido su respuesta, gentil cabellero, la que me ha entristecido:
Según
lo que usted dice y si mal no lo entiendo, los políticos van a seguir riéndose
de todos los demás.
Pero
ustedes son los que saben así que si a ustedes les parece bien, estará bien.
Yo
sólo soy una aprendiza, y hago lo que me encomiendan: Donde manda capitán no
manda marinero.
Lo
que sí voy a solicitar de su gentileza es que si fuera usted tan amable de
devolverme mi misiva anterior,
aunque
me llegue hecha una bola de escarabajo pelotero
y
tenga que volverla a planchar,
se
lo agradeceré mucho.
La
necesito porque ya no recuerdo bien aquellas preguntas tan bonitas que con
tanto esmero preparé para el organizador del Congreso,
que
ha resultado ahora que no es usted sino un Almirante.
¡Qué
ironías de la vida! Un Almirante dirigiendo un Congreso por la Paz.
Supongo
que será un almirante retirado, por lo menos.
Rasgo
de humor con que la siempre atenta casualidad contribuye al lucimiento de tan
peculiar evento.
Algo
más: Le tengo que hacer una advertencia.
El
impresor de mi papel de cartas me timó en su última entrega:
La
tinta plateada del emblema no es de la misma calidad que la de anteriores
oportunidades.
Así
que si se diera la casualidad de que volviera a tener que planchar alguna de
mis cartas,
recomiéndole
mucho cuidado con el emblema:
la
tinta puede quedarse pegada a la superficie caliente que la está torturando,
y
cuando usted se vaya del hotel van a querer cobrarle el aparato completo,
aunque
el cable esté bueno.
Si
ya la ensució planché insistentemente un puñado de sal gruesa sobre un paño de
lino.
No
creo que eso funcione con la tinta, mancha insidiosa,
pero
al menos usted se sentirá más tranquilo ya que habrá hecho lo posible por
solucionarlo.
Y
de ahora en adelante,
si
se diera la circunstancia de que ésta agradable correspondencia hubiera de
continuar,
le
escribiré en el papel del hotel,
menos
bonito, sin duda,
pero
que seguro que ya está acostumbrado al trato brutal que el personal le da a las
cartas:
¿Será
una idiosincrasia del país?
Al
botonés intenté darle un billete de mil, pero lo miró con repulsión y no lo
agarró.
¿Tendrá
algo contra Simón Bolívar?
Y
tal vez debería hablar con alguno de sus superiores para ponerlos sobreaviso,
pero me da un resquemor todo por dentro, de sólo pensar en ocasionarle al pobre
muchacho más problemas de los que se ve que ya tiene.
Será
nervios, será falta de costumbre de tratar con humoristas o la emoción de saber
que están filmando una película en el Hotel, y que en cualquier momento las
cámaras pueden apuntarle, o será una deformación genética de manifestación
tardía; será lo que será, pero ese muchacho no está completamente en sus
cabales.
Así
que no me ha sorprendido lo que usted cuenta que hizo con la carta.
Pero
convendría poder predecir si su estado va a empeorar o si, por el contrario, se
trata sólo de algo pasajero:
Se
pasó el corto rato que estuvo conmigo llevándose la mano a la cara y empujando
con fuerza sobre el caballete de su nariz, como si creyera que se le iba a
salir.
Sí,
como lo lee: Se presionaba violentamente la nariz contra la cara
como
si temiera que ésta se le fuera a escapar volando.
¿Tendrá
una alucinación cenestésica?, me preguntaba yo.
Porque
para ser un tic era un poquitín excesivo. Muy intenso. Una brutalidad.
Me
abstuve de advertirle que se podía lastimar, porque no me atreví;
con
rubor reconozco que me produjo temor, pobre muchacho,
la
gente alterada no sabe uno nunca con qué le puede salir.
Aplicadamente
suya
Priscilla
Pérez Peraza de Perdomo
Hab
713
(habitación
que conservaré, si no es molestia: Me gusta mucho.
Tiene
una epatante vista a un Sena imaginario pero muy real,
y
el número es el más hermoso que nunca me haya tocado en un hotel).
Hola
todos. Primero estuve con un gripón, y luego complicada;
todavía
tengo mucho que poner al día en los estudios.
Enviado:
13/07/2004 4:02
Srta:
Priscilla Perez Peraza de Perdomo:
Mucho
nos alegra tenerla nuevamente entre nosotros. Momentáneamente, el botones me ha
dejado su carta para que yo la guarde en el lugar en que colocamos la
correspondencia a la espera de entrega.
Es
que el Señor Brunelli estaba por tomar unas vacaciones de un momento para el
otro y no sabemos exactamente la fecha.
Si
lo veo antes de que parta, se la entregaré de inmediato.
Mientras
tanto, sea usted bienvenida nuevamente, y háganos saber cualquier inquietud o
necesidad que se le presente durante su estadía en nuestro hotel.
Atte.
Tomás
Aire Marino
Conserje