viernes, 23 de noviembre de 2018

SRTA. MÍA

                              TRABAJANDO PERSONAJES

   

         

                        PRESENTACIÓN SRTA. MIA

Don Alcanfor esperaba en la puerta del despacho de Pestolazzi a que la Srta. Mía saliera de firmar el contrato. Llevaba todo el día allí, apostado, como un buitre, esperando la salida de los nuevos adjudicatarios de espacios en el Hotel. Alcanfor hubiera decorado gratis toda la superficie de la Tierra, como aquel decorador que ponía plásticos de colorines sobre montañas y monumentos.

Arrastró a la Srta. Mía al bar de Mórtimer, donde pidió una cocacola ligh y le expuso a la señorita sus planes. A ella le parecieron disparatados y matizó y matizó, hasta quedar mínimamente conforme. Entre otras cosas propuso un escaparate enorme, que cubriera toda la fachada, decorado con figuras estilizadas que anunciaran  los servicios que se prestarían en el interior. Algo así como “Rayos UVA, para quitar la mala uva”, con una lámpara con patas, alumbrando una cara desencajada.

Iba a proseguir cuando ella le advirtió: Ni me toque mi especialidad, de eso me encargó yo. Entonces D. Alcanfor se puso a elucubrar sobre los salones dedicados a yoga (paredes de templo budista); artes marciales (tatami y paredes recubiertas de instrumentos marciales); Taichi (Lin Yi se empeñaba en poner las fotos de todos sus antepasados, que eran muchos). Alcanfor ha pensado en imitar una auténtica casa japonesa, con mamparas de papel de arroz, para  separar a los clientes. Se oyen rumores de que como masajista de shiatsu llegará la dulce japonesita, Amako, quien le enseñara a Johnny, el gigoló, a dar masajes, entre otras cosas. El pobre y jubilado gigoló se siente solo y abandonado en el hotel y le ha pedido a su amiga del alma, Amako, que acepte ese trabajo.


OTROS POSIBLES PERSONAJES: Romero, estilista y peluquero. Un hombre de unos 50 años, melena leonina bien conservada. Arrastra las palabras por el aire como si deseara cada sonido fuera perfectamente nítido. “Cooomooo leees diríiiia yo”. Tiene un hilillo por voz y resulta sorprendente que alguien pueda oírle y sin embargo se le oye, como si el hilillo estuviera codificado y se descodificara al pasar por el yunque y el martilo del oído interno.

  

miércoles, 14 de noviembre de 2018

TALLERES XI





Les habla Lotario el reportero más dicharachero del diario desde su cocina donde hace unos días escuchó una entrevista por la radio a un escritor. No voy a hacer publicidad de la emisora pero tal vez este nuevo diario acabe necesitando de la publicidad para sobrevivir. Es ley de vida.

La escena no es actual, tiene unos días de vida. El escritor ha tenido la "mala suerte" de que su "ex" se vaya a casar con un príncipe azul, de los de verdad. Las preguntas iban por el morbo que parece ser el instinto básico más socorrido en nuestro morboso siglo XXI. El autor confesaba que lo importante era que le leyeran, cuantos más mejor, luego que cada cual se hiciera su composición de lugar y decidiera según su conciencia. Tirar a la papelera el texto o utilizarlo a su leal saber y entender. Las preguntas continuaron sobre la diana del morbo pero yo me quedé con la copla de que te lean aunque sea mal. Como aquel dicho de que hablen de ti aunque sea mal.

Lotario no es un experto en temas literarios a pesar de que le hayan puesto a redactar esta columna pero sí entiende lo suficiente como para preguntarse qué haría un autor porque le leyeran. No es lo mismo pero sí parecido a que hagas una película que te ha costado dos mil millones de dólares sólo para verla con tus amiguetes en el salón de tu casa con unas latas de cerveza y mucha camaradería. El autor también gasta, no se crean, que si unos folios y unos bolígrafos, que si un ordenador que hay que amortizar. No es para llamar por el móvil a unos cuantos amiguetes, quedar en el salón, tomarse unas birras y soltarles el rollo. El esfuerzo pide más mucho más. Algo así como que te lean, cuantos más mejor y aunque sea mal.

¿Qué estarían ustedes dispuestos a hacer para que les leyeran? Desde luego lo de los concursos literarios no está mal. Lo de Internet puede que hasta esté mejor, lo de soltarle el rollo a tu señora y a los niños en un momento de descuido también tiene su riesgo y lo de ir buzoneando con tus textos tiene su mucho de aventura morbosa (nunca sabes lo que te puede pasar). Pero tal vez sea necesario algo más. No se puede pedir que tu "ex" se case todos los días con un príncipe azul ni que te llamen de un reality show para contar las vergüenzas de tu vida de escritor pero tal vez un poco de imaginación ayudaría. Un estriptease por ejemplo quitándote con morbo los textos del cuerpo y arrojándolos con sensualidad a la concurrida concurrencia podría dar resultado. Ya lo creo que sí. O tal vez colarse en un estadio de fúbtol con una mochila enorme repleta de textos fotocopiados y allí expandirlos a diestro y siniestro con un ventilador. Creo que eso no es delito y no hace daño ni al árbitro, ni a los linieres ni a quien le caiga en la cabeza. Un textazo de nada es poquita cosa y a lo mejor hasta con eso del morbo consiguen ustedes algunos lectores.

¿Vale todo para que te lean? ¿Es tan importante que te lean? Vaya pregunta tonta. Como que si nadie leyera esta columnita de Lotario el reportero más dicharachero del diario iba a estar rompiéndome las neuronas para que quede gracioso.

Bueno y a ver si con un poco de suerte alguien se apunta a esto del periodismo que me siento muy solo en la redacción. Que lo mío no es mirar a las apabardas sino estar en movimiento como una peonza. Que si suena el teléfono, que si repican los faxes, que si se monta un alboroto de padre y señor mio porque es la hora de cerrar y nadie tiene escrita su columna porque se han pasado el rato cotilleando de todo. Esto, esto es lo mío. Incluso sería capaz de hacer como en esa película tan divertida de Wilder con Jack Lemon y Mathau, ramake de aquella otra con Cary Grant y... y... ¡Vaya no me acuerdo ni de la actriz ni del título!. Pues eso que hasta me iba a escribir la crónica de una ejecución con tal de hacer periodismo movido. Lo de estar aquí sentado mirando la pared no es lo mío. Bueno si quieren aquí me tienen para una parrafadita.