TRABAJANDO PERSONAJES
PRESENTACIÓN SRTA. MIA
Don
Alcanfor esperaba en la puerta del despacho de Pestolazzi a que la Srta. Mía
saliera de firmar el contrato. Llevaba todo el día allí, apostado, como un
buitre, esperando la salida de los nuevos adjudicatarios de espacios en el
Hotel. Alcanfor hubiera decorado gratis toda la superficie de la Tierra, como
aquel decorador que ponía plásticos de colorines sobre montañas y monumentos.
Arrastró
a la Srta. Mía al bar de Mórtimer, donde pidió una cocacola ligh y le expuso a
la señorita sus planes. A ella le parecieron disparatados y matizó y matizó,
hasta quedar mínimamente conforme. Entre otras cosas propuso un escaparate
enorme, que cubriera toda la fachada, decorado con figuras estilizadas que
anunciaran los servicios que se
prestarían en el interior. Algo así como “Rayos UVA, para quitar la mala uva”,
con una lámpara con patas, alumbrando una cara desencajada.
Iba
a proseguir cuando ella le advirtió: Ni me toque mi especialidad, de eso me
encargó yo. Entonces D. Alcanfor se puso a elucubrar sobre los salones
dedicados a yoga (paredes de templo budista); artes marciales (tatami y paredes
recubiertas de instrumentos marciales); Taichi (Lin Yi se empeñaba en poner las
fotos de todos sus antepasados, que eran muchos). Alcanfor ha pensado en imitar
una auténtica casa japonesa, con mamparas de papel de arroz, para separar a los clientes. Se oyen rumores de
que como masajista de shiatsu llegará la dulce japonesita, Amako, quien le
enseñara a Johnny, el gigoló, a dar masajes, entre otras cosas. El pobre y
jubilado gigoló se siente solo y abandonado en el hotel y le ha pedido a su
amiga del alma, Amako, que acepte ese trabajo.
OTROS
POSIBLES PERSONAJES: Romero, estilista y peluquero. Un hombre de unos 50 años,
melena leonina bien conservada. Arrastra las palabras por el aire como si
deseara cada sonido fuera perfectamente nítido. “Cooomooo leees diríiiia yo”.
Tiene un hilillo por voz y resulta sorprendente que alguien pueda oírle y sin
embargo se le oye, como si el hilillo estuviera codificado y se descodificara al
pasar por el yunque y el martilo del oído interno.