lunes, 29 de julio de 2019

SOFÍA DE HANNOVER




            SOFÌA DE HANNOVER, SOPRANO

     Ya de niña gustaba de hacer gorgoritos con su portentosa voz de soprano, de amplia coloratura, con la que hizo aumentar la venta de tapones para los oídos en la farmacia de la esquina.

     Se convirtió en una repelente y caprichosa cuando descubrió que, incluso con un do de pechito, era capaz de romper copas, cristales de las ventanas, cristales de relojes de pulsera, floreros de cristal, cristales de gafas, etc. etc.

     Sus padres buscaron y encontraron la fórmula mágica para librarse de ella. Obtuvieron, nadie sabe porqué medios, una beca para ella en la ópea de Viena. La empaquetaron en un crucero (Sofía es australiana) que recorrió el Indico, atrevesó el canal de Suez, atracó en Italia donde visitó arrobada la Scala de Milán, La Venice, la tumba de Verdi y Donizetti, para finalmente arribar en tren a Viena. Allí comenzó un durísimo trabajo para suavizar y dulcificar su portentosa voz. Bajo la batuta del conocido maestro Karl Munchen (que rompía con frecuencia en las costillas de músicos y cantantes) su voz se hizo tan dulce que en el do de pecho, en lugar de romper los vidrios hacía relucir los cristales con tanta intensidad que algún inexperto caco se le ocurrió robar una gran araña de un conocido teatro operístico, creyendo que todo eran diamantes, con el resultado de librarse de una muerte segura puesto que la araña cayó a medio metro de su cabeza.

    De jovencita era tan hermosa y refulgente que el gran millonario Archinesipoutolos la secuestró, aunque no llegó a durarle ni un par de días. Al conocido millonario nada ni nadie le duraba más allá de 24 horas, Sofía fue de esta manera una excepción y la otra fue el mismo Archinesipoutolos que se llevaba soportando sesenta años sin rechistar, por la cuenta que le traía.

    Fue amante del maestro Korajan, de quien se decía que se acostaba con todo lo que cantara, aunque se tratara de una gata. Triunfó como pocas sopranos bellas o no han llegado a triunfar en la historia de la música. Decíase de ella que en cierta ocasión, en el Metropólitan Opera House, soportó impávida media hora de aplausos y de bravos y dos toneladas de flores que le fueron arrojadas con tallo y espinas, así como a unos doscientos enloquecidos varones que subieron al escenario para besarla, abrazarla y lo que se terciara. A punto estuvo de organizarse una orgía pero intervinieron las fuerzas del orden que sacaron a los esposos esposados a sus esposas y fueron llevados a la cárcel en helicòpteros apache, como en la película de Apocalipsis Now.

     Allí quedó Sofía, con el pecho derecho al aire (los varones habían desgarrado su vestido de valquiria Brunilde del Ocaso de los dios) hasta dejarla cual Dina cazadora, con un pecho al aire.

     Todo fue de perlas hasta que los años y las exquisiteces pasteleras de "Chez moi Paris", la engordaron tanto que batió el record guines de la cantante más voluminosa de la historia de la ópera. Entonces se produjo su declive de varones-seductores-seducidos, aunque la potencia de su voz aumentó tantos decibelios que todos los teatros de ópera del mundo se vieron obligados a reformar las estructuras de sus edificios (por los decibelios, no sean mal pensados) ante la eventualidad de verse obligados a contratarla antes o después.

    El hotel "Joie de vivre" ofreció un jugoso contrato a su mánager para que no la permitiera hospedarse allí, pero éste, más listo que el hambre, contraatacó amenazando con que Sofía no solo se hospedaría en el hotel sino que cantaría día y noche durante todo el tiempo que durasen sus dólares, y eran muchos. De esta manera se llegó a un acuerdo por el que la cantante se hospedaría y cantaría durante quince días, justo el tiempo que duraría el congreso de humoristas. Pero luego se iría con viento fresco al campo donde podría volver locos a pajarillos y vaquitas.

       Esta es la razón por la que los turistas que se acercan a varia millas del hotel "Joie de vivre" pueden ver un gigantesco luminoso con la figura de la cantante y debajo una leyenda que dice: Sofía de Hannover, la leyenda más voluminosa de la historia de la ópera en el hotel Joie de vivre, no se la pierdan.

domingo, 21 de julio de 2019

EL DOCTOR CARLO SUN, DISCÍPULO DE JUNG


            

EL DOCTOR CARLO SUN, DISCÍPULO DE JUNG

Bajito, enjuto, morenazo como buen siciliano que es. Sus orígenes le han dado más problemas que sus locos. Porque el doctor Carlo Sun es psiquiatra aunque sus métodos terapeúticos son un tanto extravagantes y no caen bien entre sus colegas de profesión. Se confiesa acérrimo discípulo de Jung y despotrica a gusto de Freud al que le ha cogido una manía propia de alguna de las patologías que sufrimos sus pacientes, pero claro él es el doctor y los locos nosotros. Los terapeutas no están locos, al menos eso es lo que dicen ellos, pero este narrador cree que está como un cencerro aunque me cae muy, pero que muy bien, lo confieso.

Tuvo serios problemas en Sicilia por tratar a un mafioso que creía estar volviéndose loco. Como sus métodos son tan estrambóticos no se le ocurrió otra cosa que decirle que en realidad no padecía ninguna enfermedad mental sino únicamente remordimientos de conciencia por sus muchos crímenes. El otro se lo tomó a mal. Hasta a los mafiosos les molesta esta sinceridad apabullante de que hace gala el doctor Sun que no parece tener remedio ni en este aspecto de su personalidad ni en ningún otro.

Recibió serias amenazas de muerte de su propio paciente que le obligó a seguirlo tratando hasta que pensara en lo que iba a hacer con él. Seguramente algo horrible. Nada de una muerte rápida, unas buenas sesiones de tortura. Eso es al menos lo que pensó el doctor D. Carlo que, muy astuto él, le sugirió la terapia de la hipnosis regresiva y de esta forma clavó en su subconsciente la orden de que a escondidas de sus sicarios debería traerle una cartera repleta de fajos de billetes usados y con esa numeración que piden siempre los secuestradores aunque un servidor no sabe muy bien de qué va la cosa porque no me gustan demasiado las películas policiacas.

El caso es que el mafioso sería muy duro de roer pero cayó en la trampa del subconsciente como caemos todos. Dejó en las manos del Dr. Sun la cartera que éste recogió con verdadera devoción y puso pies en polvorosa no sin antes darle la orden hipnótica de que durmiera durante cuarenta y ocho horas seguidas y no recordara nada al despertar. ¿Saben a dónde fue a parar el ínclito Dr. Carlo Sun? ¿No se lo imaginan? Pues, para suerte de todos los locos catalanes, españoles y de medio mundo, vino a poner sus magras posaderas aquí en Barcelona, en un despacho de la Diagonal. Doy gracias a Dios todos los días por haber guiado sus pasos hasta aquí y le pongo una vela en cuanto pueda a la Virgen de Montserrat, a la moreneta.

¿Qué quien soy yo? No se lo van a creer. El narrador es uno de sus pacientes, precisaría aún más, soy el único paciente que en sus duros comienzos aquí en Barcelona no le abandonó al primer descuido en cuanto se enteró de que era siciliano y tenía fama de mafioso. Como lo oyen, amigos. Se que suena raro eso de un psiquiatra siciliano y con fama de mafioso pero cosas veredes amigo Sancho. Mi nombre es Severino Severo Amable y padezco el síndrome de empatía compulsivo-paranoide. No, no lo busquen en su diccionario de medicina porque lo descubrió el doctor Sun para mi alivio porque nadie daba con mi enfermedad. ¿Se lo pueden creer? No se lo voy a describir porque podrán leer mi historia clínica al final de esta biografía. Como ladrón de los historiales de sus pacientes (con su consentimiento por escrito) y cronista de esta vida heròica dedicada casi en exclusiva al estudio de la mente me permito la licencia me poner mi historia clínica la primera. Ustedes disculparán mi narcisismo patológico pero es que las enfermedades mentales, lo mismo que las infecciosas, nunca vienen solas

Permítanme que una vez presentado el cronista continúe con la biografía de este personaje egregio e ínclito donde los haya. Sus comienzos no fueron fáciles puesto que aparte de proceder de familia humilde los mafiosos sicilianos seguían su pista y no podía hacerse publicidad así a las claras. A pesar de los numerosísimos títulos que colgó en los lujosos retretes para damas y caballeros que mandó instalar justo a la izquierda de la sala de espera según se entra y que todos miraban con los ojos abiertos como platos por razones que ya les describiré en su momento lo cierto es que espantaba un poco ver a un tipo bajito, enjuto y seco como mojama y con cara de mafioso sentado al otro lado de la mesa de caoba con su bigotito casi a la altura de la superficie de la preciosa mesa, preciosa-preciosa pueden creerme. De la primera impresión les entraba diarrea y ya en el servicio al enterarse de sus orígenes sicilianos escapaban con el papel higiénico entre las nalgas a la busqueda de más información sobre el presunto mafioso. Les aseguro que ya no volvían por lo que la clientela del ínclito se resintió durante una larga temporada. Solo este humilde narrador permaneció erre que erre adicto a su sabiduría. Y les aseguro que no me arrepiento porque al menos hoy conozco el nombre de la enfermedad que padezco. Algo es algo.

Claro que no les he contado que los clientes en fuga no necesitaban correr mucho con el papel higiénico debajo de los calzoncillos porque antes de salir a la calle se encontraban con Rita la portera quien asustada de su aspecto les hacía sentarse en la portería donde les servía una tila e inquiría la causa de su malestar. Al enterarse de sus dudas les contaba la vida y milagros del Dr. Sun de pe a pa con lo que ya nunca jamás de los jamases volvían a pisar en varias leguas a la redonda. Imagino su miedo a ser desposeídos violentamente de su preciado subconsciente y les comprendo, vaya si les comprendo. No hay peor ladrón que el ladrón de subconscientes y más cuando es un mafioso. Se lo digo por experiencia propia.

Para evitar quedarse sin clientela el Dr. Sun contrató a Rita la portera también como enfermera con un buen sueldo y una ración de cotilleos sobre sus pacientes que alimentaba más a la forzuda y bigotuda portera que un kilo de buena butifarra. Lo cierto es que sin su ayuda le hubiera resultado imposible al buen doctor dominar a muchos de sus pacientes. Y para muestra un botón puesto que si no fui el primero de las víctimas de Rita la portera, digo la enfermera, lo cierto es que fui una de las más sonadas. Les voy a contar esta historia y discúlpenme ustedes otra vez si mi narcisismo patológico me lleva a hacer una nueva digresión de la biografía autorizada del Dr. Sun, pero es que uno es como es y no tiene remedio.

Reconozco que mi primera visita a Don Carlo no fue precisamente muy recomendable. Rita la portera-enfermera tuvo que emplearse a fondo para lograr tumbarme en el sofá y atarme con los cinturones de seguridad que tiene disimulados bajo la tapicería. Desde allí escuché impertérrito la presentación del terapeuta. Sí no se sorprendan ustedes porque van a tener la boca abierta mucho rato con las extravagancias de Don Carlo. Si bien es costumbre en todo terapeuta que se precie oprimir el botón del relojito apenas el paciente se recuesta en el sofá y esperar a que éste les cuente su vida en doce capítulos y un prólogo el Dr. Sun tiene a gala iniciar el la presentación narrando su vida con pelos y señales para que el paciente sepa con quién está tratando.

De padres sicilianos ( no se vuelvan a sorprender ustedes, muy bien hubieran podido ser coetáneos y paisanos del gran Freud) su infancia transcurrió feliz jugando a mafiosos. Oían hablar de ellos constantemente pero lo cierto es que les veían pocas veces excepto cuando se producía una omertá o el ajusticiamiento del chivato de turno que se había ido de la lengua sin respetar el primer mandamiento de todo mafioso y anacoreta que se precie: el silencio. Entonces el pueblo, reseco y polvoriento, se poblaba de extraños campesinos con la escopeta al hombro.

El niño Carlo Sun estaba tan impresionado con la mente inescrutable de sus paisanos que decidió hacerse psiquiatra. Para ello tuvo que convencer a sus padres de que reclamaran de un mafioso un antiguo favor. Lo que logró, algo que dice mucho de sus dotes de persuasión incluso siendo infante.

sábado, 13 de julio de 2019

EL SR. PESTOLAZZI, DIRECTOR DEL HOTEL




EL SR. PESTOLAZZI, DIRECTOR DE HOTEL


Es un ejemplar de las que ya no quedan, pelota y atildado hasta el extremo. Siente admiración por el director de hotel en la película Pretty Woman. Su obsesión por las buenas maneras, la estética en el vestir, la psicología del cliente y el agradecimiento de quienes son algo en este mundo, le lleva al servilismo discreto,con los clientes normalitos, y al lameculismo indiscreto con los más ricos y poderosos.

Acostumbra a vigilar el ajetreo del hotel desde los lugares más inimaginables. Es adulador con los empleados bien vestidos, discretos y amables con la clientela y por el contrario es un perro de presa con los empleados mal vestidos, poco cuidadosos de su persona y desabridos con los clientes. Le tiene especial manía al botones, de quien conoce todas sus trampas para recaudar propinas a cualquier precio y sobre todo por su desaliño indumentario.

Pestolazzi gusta de usar mezclas de las colonias más caras y sofisticadas con las que se riega todo el cuerpo, hasta las partes más íntimas y toda la ropa hasta el interior de los bolsillos. Suele dar un pestazo a colonia que ahuyenta a todo bicho viviente. Èl, en cambio, piensa que las causas son otras: poca amabilidad por su parte, un toque más exquisito en su acicalamiento, una conversación más esmerada y mayor discreción. Tine un gran complejo de inferioridad, por eso a veces, se deja llevar por la cólera. Cuanto esto ocurre se refugia en su suite y se da de latigazos con una fusta equina.

viernes, 5 de julio de 2019

IÑAKI LIZORNO, COCINERO POSTMODERNO



EL CIRCO DE SLICTIK PRESENTAAA

I Ñ A K I L I Z O R N O, C O C I N E R O P O S T M O D E R N O
NARRADO POR UNO DE SUS PINCHES DE COCINA QUE LLEGARÍA A LA FAMA COMO PROMOTOR DE LA COCINA INTEGRAL

Confieso, sin vergüenza alguna, que me hice pinche de cocina por la más elemental de las razones: hambre. Mi familia era muy pobre. Comíamos y cenábamos sopas de ajo todos los días y eso cuando teníamos pan duro (los ajos los mangaba mi hermano mayor de una huerta cercana). Si no quedaba ni un mendruguillo de pan se hacía una sopa integral, en la que además del agua del grifo se podían encontrar los elementos varios atropados a lo largo del día y recogidos en los bolsillos de los elementos -¡menudos elementos!- de esta portentosa familia que me tocó en suerte. Por poner un ejemplo clásico, una sopa integral muy bien podría estar formada por una hoja de lechuga casi sana (mangada al paso en una verdulería, negocio familiar); restos de tomate y sardina de una lata hallada en un cubo de basura urbano de familia bien, o sea sin rebañar y unas cuantas cáscaras de pipas de girasol cuando no pipas enteras si mi hermano mayor, el mangante, se acordaba de nosotros luego de pasarse el día hurtando paquetes de pipas a todo bicho viviente, más bien niño, que encontrara en su camino.



Unos días la sopa integral era de más sustancia y otros de menos, según la suerte. Para acompañarla un buen vaso de agua del grifo. Claro que la sugestión o séase, imaginación, ayudaba mucho puesto que es una de las mejores pildoritas para combatir el hambre. El otro calmante, un poquillo mejor, es un jamón pata-negra, pongamos por caso.




Las razones de semejante estado de necesidad, aparte la culpa que tiene la sociedad en estos casos -de la que no se va a librar así me pida perdón durante el resto de mi vida- eran por este orden:1ª) el alcoholismo de mi papá, un borracho indecente, que se limitaba a practicar un par de chapuzas (difíciles de explicar) a la semana, que se le iban en vino peleón. 2ª) el que mi madre fuera una cotilla infame que se pasaba el día de un lado para otro (con esto quiero decir que se enteraba de los trapos sucios de uno para contárselos al otro, no que fuera lavandera) en lugar de atropar cuatro perras, que bien nos hubieran venido. 3ª) Mi hermano mayor era un mangante empedernido, todo lo que encontraba lo utilizaba para él solito, incluidos los bienes muebles e inmuebles de la familia. 4ª) los hijos del matrimonio, sin contar conmigo, o sea, siete en total.


No es de extrañar, no, que con el hambre que llevaba acurrucadita en el estómago, me fijara en aquel cartelón. "Se necesita chico para pinche de cocina". Podría haber dicho "chica" y mi vida habría tomado otro rumbo o trillados derroteros, que diría el otro, pero no, una simple letra puede cambiar una vida. De esta manera entré como pinche de cocina de Iñaki Lizorno, quien, con el tiempo y unos cuantos fogones, llegaría a ser el gran maestro de la cocina nacional e internacional y jefe supremo de la cocina postmoderna que es ahora. No se lo van a creer pero llegó a los cinco platos Vajillín (la vajilla de moda en las grandes cortes europeas) y aún le pusieron uno más en exclusiva para su restaurante por haber alcanzado las más altas cumbres terrestres de la cocina, o sea el Everest del fogón.



Claro que un servidor no se quedó atrás y pasaría a la historia gastronómica como el promotor de la cocina integral. Antes tuve que superar mi timidez enfermiza, sacudirme los viejos deportivos, sonarme los mocos, limpiarme la cara con un pañuelo en el que había escupido antes y dar un paso al frente. Quiero decir con ello que necesité todas estas mandangas antes de atreverme a entrar en el ventorrillo de Iñaki Lizorno.



Ya sé que a los puristas les sonará a herejía, pero estén seguros de ello, antes de ser el ídolo de masas que es hoy, Iñaki Lizorno pasó por los más modestos destinos. Entre ellos el de propietario de un ventorrillo en las afueras de la ciudad, en una de cuyas ventanas, de sucios cristales, acaba de colocar el cartelón. Entré a un amplio rectángulo de suelo mojado y lleno de serrín que estaba barriendo, con mucho salero, una chiquilla de mi edad poco más o menos. Era Izaskun, la hija mayor de Iñaki Lizorno, con la que llegaría a hacer con el tiempo muy buenas migas. Pero eso sería mucho después, porque ahora me miró de arriba abajo, como si fuera un gitano, con perdón de los gitanos, y no estaba muy equivocada porque el abuelo de mi padre era de raza gitana, que Dios lo tenga en su gloria, y la abuela materna era judía, y hubo un ancestro árabe y creo que un lejano tatarabuelo era de raza negra, africano por más señas. Con estos antecedentes se imaginarán ustedes que en mis genes el hambre hacía estragos.



En aquel momento era el estómago, y no los genes, el que se quejaba amargamente. En lugar de ofrecerme un currusco de pan con chorizo Izaskun me preguntó, con muy malos modos, todo sea dicho, que quería. Yo, muy tímido y cortado, ante la belleza de la damita, señalé con el dedo el cartelón. Ella comprendió enseguida. Espera, voy a llamar a mi padre. Y se introdujo en el corredor por una puertecita a mi izquierda.



Iñaki era en aquellos tiempos un joven, fortachón y simpático como todos los vascos, y de vozarrón tal que hacía temblar los cristales sucios de las ventanas. Me vio y decidió en el acto que no le convenía. Fue entonces cuando recordé mi hambre ancestral y defendí mis cualidades a capa y espada. Me conformaría con las sobras. Me bastaba y sobraba como salario. Trabajaría como un esclavo, día y noche, noche y día. Iñaki se rascó la cabeza, plena de recio pelo y tardó tres segundos en revocar su primera decisión. Aquel pinche era un chollo, hablando económicamente. Esta facilidad para tomar las decisiones más difíciles, en dos o tres segundos, sería una de las cualidades que le llevarían al triunfo. En la cocina no se puede dudar mucho, se prueba y si sale bien estupendo, y si sale mal a fastidiarse. Otra de sus cualidades, que apreciaría pronto, era su exquisito paladar, unido a unas manos de cocinero vasco de toda la vida.



Me preguntó cuándo podría empezar y contesté, al pronto, que ya. Necesitaba comer cuanto antes, no podía esperar al día siguiente. Así empezó la más curiosa asociación en la historia de la cocina moderna. Iñaki Lizorno, as de la cocina postmoderna, y un servidor, as de la cocina integral, mano con mano y codo con codo llegaríamos a transformar la cocina tradicional, base de toda cocina que se precie. En un próximo capítulo les contaré cómo degusté los primeros platos en la cocina de Iñaki. Para chuparse los dedos, pueden creerme.



Continuará




viernes, 28 de junio de 2019

ALFREDO EL MONTAÑERO






         ALFREDO EL MONTAÑERO

      NARRADO POR SU HIJO QUE QUIERE CONSERVAR EL ANONIMATO

Sí, ese soy yo, y no insistan porque me niego a dar mi nombre y apellidos. No es que mi papá, al que llamaremos Alfredo utilizando un alias muy común, sea un peligroso ogro capaz de devorarme de un solo bocado, pero sí es cierto que temo su santa cólera, y lo que es aún peor, tener que pagar los platos rotos que él rompería sobre mi cabeza. Como todos los hijos no independizados ando corto de pasta, tan corto que he tenido que mangarle a mi progenitor un par de bolígrafos para escribir esta crónica.

Aunque espero encontrar editor para esta biografía familiar no autorizada -necesito urgentemente un adelanto- al mismo tiempo ando temeroso y cabizbajo ante semejante posibilidad. Mi papá, Alfredo, es un amante de la montaña, de todos los deportes de riesgo, de todo lo que sea raro, raro, raro, y sobre todo le gusta leer sobre estos temas. Acostumbra a visitar las librerias al menos un par de veces al año, coincidiendo con las pagas extraordinarias, y se compra tantos libros como puede ocultar a su santa, mi mamá, que en cuanto observa un libro nuevo en casa ya está chillando: ¡Alfredo!, que vamos a tener que salir nosotros para que entren tus libros. Aún confío en que si estas crónicas se publican puedan pasar desapercibidas, si los nombre que aparecen en la portada no llaman la atención de mi padre quien bien puede llegar al cupo antes de tomar en sus manazas este hipotético y futurible libro.

Pero comencemos cuanto antes la historia o los lectores me considerarán tan pesado como mi papá, que suele contar sus aventuras con tal prolijidad de detalles que la familia suele pedirle una historia cuando anda insomne. Alfredo fue un apasionado adorador de la montaña desde niño.


  

jueves, 20 de junio de 2019

EL DIRECTOR SR. PESTOLAZZI




           

                 EL SUEÑO DE PESTOLAZZI

La primera noche del día en el que se reabrió el hotel Pestolazzi se acostó tarde, cansado de atender huéspedes y de las extravagancias de alguno de ellos. Roció la habitación con esencia de rosas (no podía pegar ojo si rondaba algún mal olor cerca) y tras tomarse una tila fría se acostó en su lecho, estiró las sábanas hasta que éstas ocultaron su cabeza y dándose la vuelta hacia el lado derecho se quedó dormido; no sin que antes pasaran por su cabeza toda clase de pensamientos y por su corazón toda clase de sentimientos, algunos no muy positivos.

En lo más alto del Pico Agujas, en la cordillera de Las Bordadoras (así llamada por el encaje de bolillos de sus crestas) Don Sata, con su capa negra al viento, levitaba a unos metros del suelo. Pestolazzi, que lo contemplaba desde lejos, se sintió atraído por él, como un gigantesco imán hubiera propulsado un puñado de limaduras de hierro, se encontraran donde se encontraran éstas.  Cayó a los pies de Don Sata y oyó su voz profunda de bajo como una campana tocando a muerte en la noche.

-Pestolazzi, todo el mundo será tuyo si postrándote a mis pies me entregas tu alma.

-Pero señor, antes necesito saber qué sentiría si pierdo mi alma y hasta qué punto sería mío el mundo que me prometéis.

-Tipejo de poca fe. Levántete y mira.

Pestolazzi se alzó y observó a su alrededor. El paisaje era hermosísismo. Siguiendo la dirección del dedo que D. Sata extendía, primero en una dirección y luego en otra, pudo ver el ancho mundo, todas sus gentes y todas sus pompas.

-Me interesa señor. ¿Hasta qué punto sería mío?.

-Tú, Pestolazzi, dominarías los pensamientos de las gentes, desde la sombra de sus subconscientes, y sus conductas, con impulsos irresistibles que achacarían a sus deseos malsanos. Como si fueras el dedo del destino precipitarías los acontecimientos en la dirección que indique la flecha de tus deseos.

-Esto está bien. ¿Pero qué sentiría si pierdo mi alma?

-Nada. ¿Quieres que te muestre a todos aquellos que ya la han perdido?

Y señalando el horizonte Pestolazzi pudo ver cómo se iban formando en el cielo el rostro de aquellos que dominaban el mundo. Personajes todos muy conocidos, cuyos nombres no vamos a desvelar por miedo a las represalias.

-Sí, estoy de acuerdo con usted, Don Sata, no creo que ni uno de ellos sienta por un instante el vacío que supone haber perdido su alma a sus manos. De acuerdo. Aquí tiene mi alma y sea lo que Dios quiera....



domingo, 9 de junio de 2019

ASTA DE TORO




ANTONIO ASTA DE TORO, DETECTIVE
ESBOZO

Es el primer detective “clásico” español que alcanza la fama global. Es cierto que otros la alcanzaron antes que él, como Pepe Carvalho, pero él es auténtico, existe realmente y no como los otros que son solo personajes de ficción.

Su fama se expandió a raíz de ser contratado como jefe de seguridad y de detectives en el Hotel de los Disparates, aunque antes había trabajado en una agencia de detectives propiedad de dos hermanos de provecta edad. Asta de Toro, así se apellida realmente, siempre tuvo mal carácter, desde niño. Esto propició que los jefes se jubilaran antes de tiempo y le dejaran la agencia por un módico precio.

A pesar de sus esfuerzos por contratar personal nunca le han durado más allá de dos o tres meses, un año cuando el contratado tenía necesidades muy pero que muy terribles.

Antonio Asta de Toro es soltero porque ninguna mujer le ha soportado más de un fin de semana. Sus esfuerzos por contratar secretarias o mujeres detectives en la agencia toparon con su fama de colérico insoportable.


ANTONIO ASTA DE TORO

AUTOBIOGRAFÍA NARRADA POR ÉL MISMO CON AYUDA DE UN MAGNETÓFONO, GRABADORA O CASSETTE

Creo, sino me equivoco, que soy de los pocos detectives hispanos de novela negra clásica. Sí, ya he oído hablar de Pepe Carvalho y de algún otro más, pero ellos son detectives de ficción y con un toque moderno o postmoderno. Cuando hablo de novela negra clásica me refiero a personajes como Philip Marlowe, a quien llegué a conocer en una noche de juerga en Santa Mónica. Ya sé que ustedes pensarán que no existió realmente, sin embargo Raymond Chandler, a quien también llegué a conocer, no poseía una imaginación tan poderosa como para inventárselo totalmente. Existió un Philip Marlowe real, pueden creerme.

Pensarán ustedes que mi edad es tan provecta que me caigo de las sillas cada vez que me levanto. Nada más incierto. Aunque no se lo crean me presté voluntario para un experimento de clonación humana y ello me permitió “reencarnarme” en mí mismo. Lo malo del experimento es que algo no salió del todo bien, un gen se torció y mi personalidad cambió bruscamente hacia la cólera y el malhumor.

Ya sé que no creen nada de lo que les he contado. Espero al menos que me crean si les digo que soy natural de Madrid y nací en el conocido barrio de Vallecas.



domingo, 2 de junio de 2019

OFELIA










Mi nombre es Ofelia. Supongo que cuando mi madre quedó embarazada estaría cursando literatura inglesa, específicamente Shakespeare, y para afinar la puntería, Hamlet, porque todo lo que ella hace tiene un por qué.


No digo todo esto para alardear de literata, creo que cualquiera que haya leído un poco o haya visto alguna adaptación televisiva, se habrá aproximado aunque sea un ratito, por curiosidad a “Romeo y Julieta” o a “Hamlet”.


Me hubiera gustado más que por ese entonces hubieran estado trabajando “Romeo y Julieta”, ya que Julieta me gusta más que Ofelia, pero en fin, las cosas se dieron así; y creo que estoy analizando tanto, por la insufrible manía que tengo de analizarlo todo, hasta el más insignificante cambio en la entonación de una frase que me hace entrar a dar manija y hacerme unas películas (generalmente trágicas), con un Hasta mañana dicho de un modo que me sugiera que en realidad está queriendo decir algo más, por supuesto, negativo.


En fin, supongo que haber llegado a los años para ocuparme de la casa, atender a los críos cuando dan trabajo a moco y pañal, sobrevivir la adolescencias correspondientes, que no es joda, consolar amores contrariados, estar siempre en el medio de los enfrentamientos de macho con el padre, por la cuestión de turno, para pasar ahora a ser una solitaria que escribe cuentos cuando le salen ( y a veces se retoban, los guachos), poemas, cuando los cuentos vienen en baja, y pedir lindas firmitas en Internet, me habrá sensibilizado tanto, que de todo dudo y todo interpreto según cuadre.


Si el que leyó hasta aquí, piensa que en el principio del párrafo anterior, olvidé poner el número de años, se equivoca de cabo a rabo. Prefiero que la frase quede contrahecha antes de escribirlos. Ese es otro temita que me persigue: la edad. Me persiguió sin prisa y sin pausa desde que pasé los cuarenta. De modo que, admito tener dos hijos grandes y ser abuela, pueden sacar cuentas, el problema ya no será mío. Pero ni el Tribunal más sanguinario de la Santa Inquisición me hará decir la cifra. Que pasé los cuarenta, ya está. Que cuantos me pasé de los cuarenta, es ya otra cosa.


Para seguir con mi presentación, por llamarla de algún modo, diré que esta vida obstinadamente insípida a la que debo agregar (se me había olvidado), el regalito de una madre muy mayor, que no es malo, pero demandante hasta el infinito, hábil para hacer sentir culpa si no se atienden sus demandas, un infinito más infinito, y que necesita una empleada que la cuida y la resista junto conmigo (ni teniendo diez empleadas me salvaría), digo, todo esto, me ha hecho caer en una veintena de terapias de la escuela que caiga, no me pregunten, es según me adjudique la prepaga.

Ahora estoy leyendo la carta de la editorial que me confirma lo que no me creí en ningún momento, y mirando un par de cheques que menos creí en ningún momento, y déle que le busco la vuelta negativa a lo que es demasiado bueno para pasarme a mí


Es que hace no mucho, cansada de mandar mis cuentos a Certámenes Literarios, tratando de obtener algún premio, mención, algo, por pequeñita que fuera, sin ningún éxito, decidí que no escribiría nunca más. Porque yo quería hacer buena literatura, y por los resultados, lo mío debe distar mucho de serlo.

Pero en una etapa en que necesitaba distraer mi tristeza y mi tedio, y habiendo visto contra mi voluntad, pero por amor a hijos y nieta, las tres películas de “El señor de los anillos”, Y POR LO MENOS DOS DE LAS DE “Harry Potter”, empecé a escribir un delirio basado en un sueño que tuve, tan delirante como lo que empezó como cuento, y terminó como novela.

Me olvidé de los parámetros aprendidos en Talleres Literarios, me divertí, metiéndome en mundos paralelos, tiempos paralelos, transversales, perpendiculares o lo que la geometría me alcanzase, y terminé en tiempo record “IRRACIONAL”, título que se correspondía con la realidad, era un disparate total de quinientas páginas.


Terminé mi propia broma enviándolo a un Concurso de novelas de Ciencia Ficción. Y ahora, leo la confirmación, y miro los cheques de la confirmación, del anuncio que ya se me había anticipado por teléfono y por una entrevista que me pareció poco fiable.


El primer premio de una editorial extranjera, y extranjera tenía que ser, porque el premio es en euros y con una cantidad de ceros que quitan el hipo, más lo que me corresponde por mi autoría en la venta de ejemplares.


Como segunda cosa que parece de mi propia ciencia-ficción, un contrato para escribir IRRACIONAL II y III. A esto se agrega un suculento pago por permitir ionizar la novela para hacer una película. Y me pagan por darles permiso, la única vez que intenté hacer un guión, no llegué a las veinticinco páginas, porque era terriblemente malo y me aburría hasta el bostezo.

Como corolario, el monto que estiman alcanzar, les permite asegurarme una cifra euro impresionante, por lo que, por absurdo que parezca me adelantan otra suma, porque aseguran que correrá el doble de dinero que para la autora de Harry Potter.


¿Qué puedo hacer con tanto dinero si cada vez que mi madre espanta a la última empleada de turno, tengo que dejar el proyecto menos seductor, para socorrer lo no socorrible, quedar al borde del suicidio, para solucionar sólo la mitad de la mitad?


¿Comprarle una casa más grande y poner de a tres o cuatro empleadas, para qué escamotear? Error. Mi madre ha decidido vivir en ese departamento hasta que la muerte los separe, como en la fórmula de los matrimonios de antes.


Aunque, sumando los ceros, los euro ceros, más lo que podría venir, le compraré el edificio entero. Si pago bien, nadie se negará a vender. En su piso pondré en cada departamento a una empleada especializada, que se venga con su familia, para que no extrañe, y se turnen, para no sentirse asfixiadas.


En otro piso estarán los consultorios de las especialidades que sean necesarias, enfermería y kinesiología incluidas. Habrá otro para actividades recreativas, y todavía me quedarán dos, para mudar a una psicóloga que le caiga bien o dos o tres, para qué menos, y para que se puedan quedar, de ser necesario, la gente amiga que no tenemos, pero que tendremos, seguramente, cuando se conozca la suma a la que llegará mi patrimonio.


Ahora sí, con la conciencia comprada, podré elegir la casa de mis sueños, cerca de las sierras, pero no lejos de la civilización. En la puerta, automóviles, alguna cuatro por cuatro, para andar por terrenos ríspidos, con chofer, por supuesto, porque me da miedo manejar y no confío en que me trasladen ni mi marido ni mis hijos.


Habrá un lago a prueba de sequías en el parque en la que estará emplazada la casa, con suficientes habitaciones como para no pelear ni con hijos ni marido, porque rara vez nos cruzaremos.


Nala, mi perra, que no ha pisado más pasto que el de la placita del barrio, podrá corretear a gusto y hasta que le dé la gana, sola o conmigo y a mi entrenador personal que elegiré muy eficiente y muy.


La dieta, baja en calorías resultará exquisita, porque será preparada por especialistas, y con dieta y correteo, más lo que el entrenador tenga de atractivo, en tres meses estaré hecha una diosa.

¡Ufffff!!!! Me he cansado sólo de proyectar. Y eso que todavía no termino de creer lo que leo, y con cheques a la vista. Cuando se acredite en el banco, que no creo que elija argentino, es posible que siga proyectando. Ahora, tengo que ponerme a pensar para escribir IRRACIONAL II y III, pero no me preocupo: el más joven de mis hijos es un apasionado de estos temas, él inventa y yo escribo. Pienso que los ceros me están empezando a levantar la estima.



Fue una suerte que pudiera hacer efectiva la primera entrega del dinero y la compra de dos pisos del edificio (eran gente muy endeudada algunos, y otros tentados por buenas ofertas de mi parte), antes de que mi marido volviera de un viaje de trabajo que tardó lo suficiente.Porque en cuanto se puso al tanto, y yo, bocona como siempre no sé callarme, vinieron las dudas.
Si era una buena inversión, que tuviera cuidado, que yo era una tonta para los negocios, que me iban a estafar...
En dos semanas, yo dormía abrazada a un crucifijo bendecido, tomaba ansiolíticos cada seis horas, casi como un antibiótico, y no me bañaba si estaba sola, aterrada con la idea de que apareciera Norman Bates redivivo a apuñalarme, aunque no supiera en dónde tenía yo el dinero. Total, no era un ladrón sino un psicótico.
Ergo, para el próximo viaje de mi marido, que por fortuna se adelantó, me fui a vivir a un importante Hotel, en una suite cómoda, y con custodia en la entrada, en las cocheras, en el piso de la suite, y no quise exagerar y dormir con los de seguridad, porque no tenían personal femenino, y creo que el que vendría tipo Norman Bates, hubiera sido mi marido.
Por supuesto, que la cosa continuó a su regreso. Yo nunca tuve un mango (para los no argentinos, un peso), era la primera vez que tenía dinero, y en qué cantidad, él que siempre manejó el presupuesto, porque era su sueldo y no se lleva con las leyes que especifican los derechos conyugales, ni en dinero ni en otras cosas en las que no entraré en detalles, pero no es lo que piensan. Digo, que ahora que el dinero era mío, y mucho, me empezó a poner paranoica.Mejor dicho, a potenciar mis paranoias.
Luego de empastillarme con todo lo que me dio el terapeuta, logré conseguir un Administrador, abogados y esas cosas que necesitan los que tienen mucho dinero, que venían con óptimas referencias, aunque a mi marido nunca le alcanzaran, y pude, finalmente, terminar Irracional II con una gran colaboración por parte de mi hijo menor. Dopada como estaba no podría haberlo logrado sola.
Dopada como estaba, no me enteraba de los reclamos y pataleos de mi madre, y finalmente, me fui a pasar un mes a las sierras, lejos, distante de todo y de todos. Antes de partir supe que la película se estaba filmando en Estados Unidos (en dónde podría haber sido este tipo de producción), con grandes expectativas por parte de productores, director, y todos los que entienden de estas cosas cuando de multiplicar dólares se trata.
Por supuesto que la historia recién empieza, pero hago este envío desde las sierras, y recién me estoy desintoxicando de tantas pastillas, cápsulas y otras hierbas. ¿O yerbas? Nunca supe qué va en estos casos. Pero de esa también, no me salvé, andaba muy desenfrenada.
Por tanto, creo que para el próximo, me van a dar un tiempito. Y además, tengo que conversar con un Sr. Slictick sobre estos temas, así que lo dejaremos para la próxima.
Un beso, gente, que me voy a hacer una cura pos- mujer recientemente millonaria reciente.


Querida Xime, de verdad, de verdad que no os entiendo cuando me decís que carecéis de facilidad para el humor. No se le puede pedir más a este breve texto. Hay situaciones humorísticas muy bien explotadas, transpira ironía y todo en él es divertido. No falta imaginación y se ponen las bases para un futuro muy divertido en cuanto que Ofelia y no Olga comprenda que sus viejos problemas no tienen sentido. Ahora es millonaria y puede hacer de su capa un sayo. Por ejemplo no permitir que su marido meta el cuezo de esa manera en todo lo que hace, ni que la humille con eso de que no vales para nada, etc. Una millonaria que se precie elige un buen administrador, que no le robe, que esa es otra, y pone a todo el mundo firme con la amenaza de recortar las asignaciones (ella es la fuente de la que mana el dinero). Una millonaria que se precie no permite que nadie le chiste y para eso contrata a unos guardaespaldas fornidos, para poner firme a quien haga falta, y guaperas para recrearse la vista, por lo menos la vista.

Está bien eso de acabar la novela Irracional con la ayuda de tu hijo. El sarcasmo tiene mucha gracia y nada mejor que el humor para ajustar cuentas cuando hay que ajustarlas. Me ha gustado las puertas que dejas abiertas, por ejemplo la posibilidad de que te manden al rodaje como asesora de guión y allí conozcas cómo es un rodaje en primera fila. También me gusta la posibilidad de que para curar tu estrés te vayas a una clínica para millonarios donde hasta para darte la pastillita tienes a un enfermero de buen ver y con modales exquisitos que es una delicia tomarse pastillitas. Y etc y etc. Tómate cuanto tiempo necesites para la tercera entrega porque vamos a ir con calma. Un abrazo.

Gracias, Slick. Lo que me decís sobre que no es cierto que no sirvo para el humor , por lo que has leído, y me alegro que te guste, es que me cuesta mucho. Tengo que esperar a un día más o menos bueno, tomar distancia con los dragones que andan sueltos, y no dejar escapar ese día, que luego no vuelve tan fácil.


Y me pasa al revés que a Nofret. Me doy el lujo del delirio, porque no sé a dónde voy. Si lo supiera, ya andaría encorsetada, y menos me saldría. Pero me divierto, cuando lo logro. En cuanto aparezca ese otro día en que les pongo bozal a mis dragones, continúa. Además, me sirve que estén ustedes allí, sola no lo haría.


Un besote


Xime



Creo que me expliqué mal, Ximena, yo no veo delirio en ninguna parte de tus textos sobre Ofelia, veo humor, mucha ironía, y algún pensamiento o situación disparatados, pero no "delirio" tal como lo definí en un comentario anterior (en realidad, yo hablé de "fantasía"). A lo que yo me refería con "fantástico" era, por ejemplo, a lo de tomar un elixir para volver a ser joven y nunca envejecer, en tu personaje, por ejemplo, sería que la madre se convirtiera en una coqueta señora de cincuenta años y se fuera de vacaciones a una playa nudista y el marido se transformara, también por arte de magia (por arte de algún mago pagado con todo el dinero) en un príncipe azul dulce e irresistible con la cara de Brad Pitt. Eso es para mí "fantasía". Las acciones o pensamientos disparatados o ridículos, que pueden incluso llegar a darse en la realidad, son parte natural de un texto humorístico. Lo fantástico, en cambio, son eventos sobrenaturales y completamente imposibles en el mundo real. Así es como yo

Y aprovecho que aquí surgió el tema, para aclarar que no es que me de "miedo" el género humorístico, como me preguntaba Slicktic en un comentario, sino que, por naturaleza, no es de mis favoritos, lo mismo que me sucede con el fantástico. Me pasa lo mismo que a Ximena, lo dramático puede surgir en cualquier momento, mientras que lo humorístico requiere cierto estado de ánimo que no siempre tengo. Por eso puede hacerse más difícil de lograr. Pero cuando lo logro, me divierto. No creo que puedan considerarse textos de buena calidad literaria los que escribo con humor, pero sí paso un rato agradable escribiéndolos.

domingo, 26 de mayo de 2019

EL DIOS RASEC






                 EL DIOS RASEC

Los dioses del Parnaso no pueden adoptar forma distinta a la antropomórfica, puesto que han creado a sus personajes a su vivísima imagen y semejanza(solo hay que echarles una ojeada a estos buenas piezas para darse cuenta de lo muy humanos que son).

A pesar de ello resulta en extremo difícil dar una imagen ajustada del dios Rásec. Más que nada porque no cogería en la pantalla, aparte de otra razón de mucho peso y es que su criatura privilegiada, Olegario Brunelli, rompió todos los moldes en el momento de su creación. Si tenemos en cuenta que los dioses del Parnaso no pueden engordar, tomando como toman todos los días la dulce ambrosía, resulta un tanto contradictorio que describamos a Rásec como un dios gordo. ¿De dónde vendría su obesidad? La de Brunelli es más explicable puesto que la constante ingestión de proteína animal, grasa casi en estado puro, proteína de pescado (si puede ser marisco mejor), proteína vegetal, proteína mineral (sería capaz de comer rocas como lo ha demostrado en sus etapas de paro forzoso), pasta un día sí y otro también (no en vano su ascendencia italiana pesa), grandes calderadas de verdura y ensaladas Cesar (es su preferida) tanto en invierno como en verano, así como platos exóticos de cocina internacional, y toneladas de líquidos alegres (algunos que le conocen bien dicen que nunca probó el agua y que los botellines de agua mineral que utiliza en sus shows para aclararse la garganta son vodka con burbujas) y... no sé por dónde íbamos con tanta descripción de alimento... ¡ah!, sí. A nadie le extrañará que Brunelli esté gordo, obeso y lleno de adiposidades.

En cambio explicar la gordura del dios Rásec resulta un tanto complicado. Habría que recurrir a los efectos del mentalismo y la sugestión en los dioses. Al crear a su personaje sufrió una gran indigestión psicológica. De ahí que ahora se crea gordo y actúe como todos los gordos: dice estar siempre cansado, busca cualquier asiento a su alcance, sueña con platos divinos, odia el calor y busca el frío de los polos terráqueos, procura hablar poco y decidir menos porque esto le sacaría de su congénita vagancia divina. Digamos pues que el dios Rásec podría adoptar formas biológicas más acordes con la estética de los dioses, pero se ha quedado con una burda imitación de su criatura, el gran Brunelli.

La eternidad de sus años ayudaría a imaginar a este atípico dios como un anciano venerable, de blanca barba, y ancha túnica blanca, con un largo y ancho cayado en su mano derecha. Pero nos encontramos con un serio problema. Como la eternidad es la ausencia de tiempo no veo razón alguna para que el devenir de los años se note en su duro rostro. Al contrario, una mofletuda cara de bebé haría más justicia a la ausencia de tiempo que se vive en la eternidad.

El dios Rásec es, pues, atemporal y como tal se podría, teóricamente, trasladar a cualquier época, incluido el primer bing-bang (porque ha habido otros) y como ser invisible de energía pura haría de fantasma la mar de bien, si quisiera, que no quiere. También podría adoptar las formas humanas y animales que se le antojasen. Ello supondría la posibilidad de seducir a humanas con figuras apolíneas (no me constan estos extremos, pero podrían constarme en cuanto tuviera datos) y de seducir hembras de animales irracionales con la correspondiente figura de macho (me consta menos y puede que esté confundiendo al dios Rásec con Júpiter o Zeus de quien se decía que en forma de toro llegó a seducir a... luego me acuerdo).

El dios Rásec procura huir de las discusiones y manipulaciones políticas sobre el destino de los personajes que suelen ser frecuentes en el Parnaso. Deja que cada cual haga de su capa un sayo, si bien cuando en su camino se encuentra con un personaje de sexo femenino y atractivo cuantioso, sale de su apatía y comienza alguna de sus aventuras de incógnito que tanto daño hacen al Parnaso.



lunes, 29 de abril de 2019

MATILDA




                    MATILDA


Normalmente los padres sienten tal devoción por sus hijos que, aunque sean los más repugnantes y repelentes del mundo, ellos piensan que son los más trabajadores de la galaxia.  Pero uno puede encontrarse con padres que se comportan del modo opuesto. Los padres de Matilda eran de esa clase.

Matilda era una niña extraordinaria, superdotada, podríamos decir. Con tan solo un año y medio ya sabía hablar perfectamente y su vocabulario era como el de la mayor parte de los adultos. Sus padres, en lugar de alabarla, la reñían severamente por ser tan parlanchina.

A los cuatro años Matilda ya sabía leer y empezó a desear tener libros. Sus padres, el señor y la señora Wormwood eran unas personas totalmente incultas, para las que lo único importante era ver la televisión, por lo tanto, no tenían libros.

Matilda decidió ir a la biblioteca pública del pueblo. En muy poco tiempo ya se había leído todos los libros para niños, así que decidió probar con los de adultos. La bibliotecaria la ayudaba a encontrar libros interesantes y, así, fue pasando el tiempo.

El señor Wormwood era vendedor de coches de segunda mano.  Los compraba muy baratos porque tenían muchos kilómetros y la carrocería estaba hecha un desastre y con una mano de pintura y algunas trampillas los vendía como si fuera un coche completamente nuevo, en resumidas cuentas, era un estafador.

Matilda empezó la escuela un poco más tarde de lo normal, ya que sus descuidados padres se olvidaron de hacer todo el papeleo antes. Su profesora era la señorita Honey, una persona apacible, a la que raramente se la veía sonreír, pero se notaba que la gustaba su profesión. La señorita Trunchbull, la directora del colegio, era todo lo contrario.

Cuando Matilde fue a clase por primera vez, dejó asombradísima a la señorita Honey por sus grandes cualidades intelectuales. Sabía leer, multiplicar perfectamente números muy grandes. Una vez a la semana la Trunchbull iba a la clase de la señorita Honey a hacer a los niños una especie de examen semanal. La Trunchbull odiaba a los niños pequeños, pensaba que no servían para nada, solo para estorbar.

Un día Matilda se dio cuenta de que tenía un poder especial. Un poder que le permitía mover objetos, con tan solo mirarlos. Matilda se lo contó a la señorita Honey. Esta no se lo creía, pero Matilda se lo demostró. Esa tarde la señorita Honey invitó a Matilda a ir a su casa. La señorita Honey era pobre. Su padre murió cuando ella era muy pequeña y se quedó al cuidado de su tía, quien resultó ser la Trunchbull, que la maltrataba y la obligaba a hacer todas las tareas de la casa. Cuando la señorita Honey consiguió  trabajo, la Trunchbull la obligó a que cuando cobrara le ingresara el dinero  en su banco. Agatha era el verdadero nombre de la Trunchbull.

Matilda no estaba dispuesta a permitir eso y aprovechando su poder especial decidió gastarle una broma muy pesada a la trunchbull. Matilda empezó a mover la tiza con sus ojos y comenzó a escribir en la pizarra:
Agatha, soy Magnus.
Soy Magnus y harás bien en creerlo
Agatha, devuélvele a Jenny su casa,
 Sus salarios. Luego vete de aquí.
Si no lo haces, vendré y me ocuparé
De ti, como tú hiciste conmigo.
Te estoy vigilando Agatha.

Luego la tiza se cayó y se rompió en tres pedazos. Nadie volvió a saber nada de la Trunchbull y la señorita Honey se trasladó a su nueva casa. Pero cuando esa tarde Matilda fue a su casa sus padres estaban haciendo las maletas para irse a España, para siempre. El señor Wormwood era un estafador y le había pillado la policía. Matilde no quería separarse de la señorita Honey, así que les pidió a sus padres que si se podía quedar a vivir con ella y sus padres aceptaron encantados.

                     FIN

lunes, 22 de abril de 2019

JUANITO SOLOTOV UN NIÑO FEROZ




JUANITO SOLOTOV, UN NIÑO FEROZ

Juanito Solotov acaba de llegar al hotel "Joie de vivre" con su familia, compuesta de madre española, padre de origen ruso y unos cuantos hermanos a los que iremos contando poco a poco. La mezcla de sangre española y rusa resultó tan explosiva que Juanito, además de niño, es también un cartucho de dinamita ambulante. Hiperactivo, inquieto, ingenioso, imaginativo...Está muy lejos de ser tonto, o lo que viene a ser lo mismo, los adultos lo consideran un niño problemático. Al contrario de los niños tontos, también llamados, por los bípedos grandes, angelitos, monadas y toda clase de cursis epítetos, Juanito ha recibido epítetos de mucho más calibre, que ha ido anotando en su cuadernillo, junto con los sinónimos más llamativos. De vez en cuando se los recita a su lorito Jaimito para que éste vaya ampliando su ya muy extenso vocabulario.

La educación de Juanito deja mucho que desear aunque sus padres recibieron peor educación aún y no digamos sus abuelos y así hasta la sexta generación. De lo que claramente se infiere, que todos los niños reciben una educación bastante mala, que cuando llegan a padres empeoran un poco para que sus hijos no sientan envidia al recibirla. Y no quiero continuar por este camino porque esto ya es peor que el acertijo del huevo y la gallina.

Su padre, el Sr. Solotov, emigró desde Siberia buscando climas más cálidos. Recaló en España,donde se estableció, más concretamente en el sur, con lo que salió ganando unos cuantos grados. Bueno, lo que se dice establecerse suena un tanto retórico, en realidad durmió en parques públicos sin mucha incomodidad (el sur es muy caluroso) hasta que poco a poco logró montar una empresa de reciclaje de latas, botes, vidrios, papeles, cartones y toda clase de desechos que iba recogiendo de cubo de basura a contenedor. Su agudo ingenio le permitió encontrar una utilidad para cada cosa y hasta logró, con su ingenio que hemos calificado de muy agudo, seducir a una española, concretamente andaluza, a quien propuso por señas -aún no hablaba decentemente el castellano- iniciar una relación táctil hasta tanto pudieran llegar a un contrato verbal y luego a un pacto escrito también llamado matrimonio.

Juanito Solotov es el primogénito de este fértil matrimonio que ha hecho de la comunicación táctil un logro que otros envidiarían sino fuera porque cada año nace un nuevo retoño. Nuestro héroe pronto tuvo tantos hermanitos y hermanitas que en el cole les llamaban la familia conejo. El ser primogénito de esta ínclita raza hizo que pronto pasara a niño anómino y acabara en el terrible olvido que suele reservarse a los escritores marginales. Como Juanito no suele aceptar las cosas porque sí armó tal escándalo que de ahí le viene el calificativo de niño feroz. Para calmarle sus padres decidieron regalarle por su décimo cumpleaños una mascota que le tuviera entretenido hasta en sueños. Así eligieron cuidadosamente en un almacen de mascotas un lorito muy gracioso al que el dueño llamaba Jaimito. Suponemos que razones tendría para ello. Les contó una novela, la isla del tesoro, de la que se deducía que Jaimito era en realidad el loro de John Silver el Largo.

Solotov se transformó, poco le quedaba ya a estas alturas, en un niño feroz del que huían todos los adultos bien educados y en cambio era bien recibido en círculos revolucionarios de vagabundos, delincuentes y marginados sociales. Se le consideraba tan peligroso como un tornado y tan imprevisible como la bolsa. Estuviera donde estuviera era fácil que en un futuro muy corto su entorno no seguiría siendo el mismo.

Así llegó nuestro pequeño héroe al hotel acompañando a toda su familia y con su lorito en el hombro que farfullaba, el lorito, algunas obscenidades por el calor reinante y la necesidad, que nadie satisfacía, de tomarse un bourbon doble en la barra del bar americano del hotel, donde por cierto suelen recalar unas señoras muy buenas que buscan señores generosos y bien vestidos. Estas eran las primeras vacaciones del señor y señora Solotov, quienes tras duros años de trabajo y ahorro habían decidido tomarse unos días libres que se prometían muy felices.

La llegada de la familia coincidió con la retirada del sol a su lecho, lo que aprovecharon todos los miembros de este clan para tomar a saco la piltra con gran entusiasmo. Todos menos Juanito, quien mientras sus familiares caían en un profundo sueño en la planta inferior a la que ocupaban Brunelli y sus amigos, se dedicó a pasear a Jaimito arriba y abajo en las plataformas voladoras del hotel, también llamadas ascensores por los más puristas.

La intención de Juanito no es precisamente benévola, ya que está a la busca y captura de pobres incautos a quienes hacer víctimas de la verborrea de su amado lorito. En cuanto encuentra a un cándido viandante, con la proverbial malevolencia de este niño feroz, susurra a la oreja de Jaimito su famosa contraseña:" Lorito de John Silver el Largo, dime algo".

Es entonces cuando el maldito lorito comienza su ráfaga de obscenidades en varios idiomas, que escandalizarían al ateo más recalcitrante (los ateos tienen fama de no escandalizarse por nada) y encenderían las mejillas del crápula más redomado desde el retrato de Dorian Gray. A nadie debe sorprender que Jaimito hable idiomas, porque esta es una cualidad propia de loritos y muy apreciada, y más si tienen un coeficiente de inteligencia de un 210, por lo menos, como es el caso de esta eminencia verde. Lo que sí sorprende es que su diccionario de palabrotas, obscenidades y toda clase de improperios abarque una extensión, en todos los idiomas, que nos hace pensar en lo equivocados que estamos con las buenas formas académicas que pregona poseer la raza humana.

El hecho repetido de que Juanito recibiera toda clase de insultos e improperios e incluso fuertes tirones de orejas por parte de los adultos, mientras su lorito era exculpado de toda culpa, no le impidió nunca tomarse con filosofía, más propia de oriente de que occidente, tamaña injusticia. Dicen que los niños malos acostumbran a salirse con la suya, lo que deja bien claro que el mal tiene más fuerza que el bien, se ponga uno como se ponga.

Juanito Solotov será el mal en estado puro en este paradisiaco hotel "Joie de vivre", que se caracteriza por la bondad congénita y la ingenua y generosa conducta de todos y cada uno de sus habitantes. Y para otra ocasión dejaremos la biografía autorizada del lorito Jaimito puesto que más nos vale que el inicio de su lectura nos coja confesados. Para lo cual necesitaremos un padre, cura o reverendo en este hotel. Que no parece sino que es un hotel para ateos recalcitrantes y no es cierto. A la espera de que aparezca quien nos confiese, rezaremos en silencio.

domingo, 14 de abril de 2019

SAM Y SLIM EL VENGATIVO





            SAM Y SLIM, EL VENGATIVO

Algún día, no lejano, conocerán la vida de Slim, el vengativo, con pelos y señales; pero ahora lo que nos ocupa es la razón por la que este hombre, de unos treinta años, raza negra, sangre roja, alma blanca (ensuciada por el deseo de venganza contra todos los que alguna vez le hicieron daño -que fueron muchos- y de la sociedad en general como nido de víboras y serpientes venenosas) buscó desesperadamente a Sam, tóca otra vez, Sam, sobrino-nieto del famoso pianista, también de raza negra, el de la película Casablanca.

Yo puedo aventurar una hipótesis: Slim estaba, está y estará enamorada de Ingrid Bergman. Por eso no puede soportar la famosa escena de "tócala otra vez Sam". Slim piensa que Bogart no se merece una segunda oportunidad y que en realidad la Bergman no estaba enamorada de su marido (lo que resultaba evidente) tampoco de Rick, sino de Sam, el simpático negro, gran pianista y discreto admirador en la sombra de aquella mujer, tan dubitativa como un Hamlet en femenino.

Slim piensa que esa canción “tócala otra vez Sam” nunca debería volver a ser interpretada y menos por un descendiente del auténtico Sam. Sería como volver a la esclavitud y dejarse humillar por el hombre blanco. Piensa que si puede impedir esto, tal vez la Bergman se case con Sam en el cielo y si eso no es posible puede que descienda  de nuevo a la Tierra y se case con él, con Slim.

En cuanto a Sam, que tocaba el piano en un tugurio de Nueva York, ha caído en las garras de Slim, que le amenaza constantemente con arrebatarle la vida y no sabe cómo librarse de él. ¿Cómo han venido a parar al Hotel? Solo Pestolazzi lo sabe, pero no lo piensa contar... al menos de momento.



Slim decide seguir el consejo de Mórtimer y disfrazarse. Este hombre a cada instante le cae mejor. Pero esos negocios de que habla le resultan un tanto misteriosos. ¿Acaso el director del hotel va a declarar la ley seca y Mórtimer está organizando el tráfico ilegal de alcohol? Si es así, que cuente con él como guardaespaldas.

Se hace con el botiquín de primeros auxilios que hay en todas las dependencias del hotel y disculpándose de Mórtimer se encierra en los servicios. Allí se desnuda, se da una capita de mercurocromo por todo el cuerpo y luego se rocía con polvos de talco por encima. Se vuelve a vestir y para completar el disfraz de hombre blanco se hace con un maletín de ejecutivo que alguien olvidó por alguna urgencia innombrable. Así disfrazado se presenta de nuevo a Mórtimer, que no le reconoce, lo que no es extraño, dado que parece el cantor de jazz, solo que al revés.

Slim le cuenta a Mórtimer de qué va disfrazado y éste le escupe encima el trago que estaba tomando. Cuando recupera la calma, tras troncharse de risa, le dice:

-Usted es único, Slim. Seguro que haremos buenos negocios.

-Me parece bien, pero ahora quiero divertirme.

Slim saca la pistola de la sobaquera y se pone a darle tiros al techo.

-Todos al suelo, c... he dicho que todos al suelo ( aquí interviene el narrador para explicar que Slim pasó una temporada en España, donde pudo ver el video del golpe del 23-F, lo que le acaba de producir un "lapus linguae"), digo no, perdón, todos en fila india. Vamos a bailar la conga de Jalisco. Ya saben, eso de " A la combaaa... de Jaliscoooo... ahí vieeeneee... caminaaando"

En este momento entra Alvarito empujando la camilla, donde Brunelli se va recuperando de la resaca.

-¿Qué zuzede Alvarito?

-Creo que hay una ensalada de tiros, yo por si acaso me pongo del lado del poder.

Slim aprovecha entrada tan oportuna para encañonar a Alvarito y ordenarle que encabece la conga de Jalisco con Brunelli y su camilla a la cabeza. Luego se dirige a todos los carnavaleros que ni se han enterado de los tiros. Entre la bebida, la juerga y los petardos que suenan de vez en cuando, han pasado desapercibidos. Slim recarga y vuelve a disparar al techo, hasta agotar el cargador. Ahora se hace un profundo silencio.

-Vamos, vamos, señores, no se hagan los remolones. Todos en fila, tomen de la cintura a quien prefieren y vamos a empezar el carnaval con la conga de Jalisco. Yo iniciaré el estribillo, ustedes lo repiten, yo improviso,ustedes repiten el estribillo, entonces improvisan ustedes... ¿Lo han entendido?

Alvarito se pone en marcha con Brunelli en la camilla, que se ríe sin entender nada. Detrás los carnavaleros parecen temerosos y desorientados. Slim entona:

"A la congaaa...

Los políticooos del mundooo están tomando pildoritas para el mareo... Se van de excursión a Maartee para negociar con los marcianooos... Y a la congaaa de Jaliscooo... ahí viene ahí va y ellos se han ido y no volverán.

-Si no resulta gracioso quien esté detrás en la cola le hará cosquillas.

Brunelli estira la mano y le hace cosquillas a Slim, que saca otra vez la pistola y le encañona. ¡Menos mal que el cargados está agotado!