lunes, 29 de abril de 2019

MATILDA




                    MATILDA


Normalmente los padres sienten tal devoción por sus hijos que, aunque sean los más repugnantes y repelentes del mundo, ellos piensan que son los más trabajadores de la galaxia.  Pero uno puede encontrarse con padres que se comportan del modo opuesto. Los padres de Matilda eran de esa clase.

Matilda era una niña extraordinaria, superdotada, podríamos decir. Con tan solo un año y medio ya sabía hablar perfectamente y su vocabulario era como el de la mayor parte de los adultos. Sus padres, en lugar de alabarla, la reñían severamente por ser tan parlanchina.

A los cuatro años Matilda ya sabía leer y empezó a desear tener libros. Sus padres, el señor y la señora Wormwood eran unas personas totalmente incultas, para las que lo único importante era ver la televisión, por lo tanto, no tenían libros.

Matilda decidió ir a la biblioteca pública del pueblo. En muy poco tiempo ya se había leído todos los libros para niños, así que decidió probar con los de adultos. La bibliotecaria la ayudaba a encontrar libros interesantes y, así, fue pasando el tiempo.

El señor Wormwood era vendedor de coches de segunda mano.  Los compraba muy baratos porque tenían muchos kilómetros y la carrocería estaba hecha un desastre y con una mano de pintura y algunas trampillas los vendía como si fuera un coche completamente nuevo, en resumidas cuentas, era un estafador.

Matilda empezó la escuela un poco más tarde de lo normal, ya que sus descuidados padres se olvidaron de hacer todo el papeleo antes. Su profesora era la señorita Honey, una persona apacible, a la que raramente se la veía sonreír, pero se notaba que la gustaba su profesión. La señorita Trunchbull, la directora del colegio, era todo lo contrario.

Cuando Matilde fue a clase por primera vez, dejó asombradísima a la señorita Honey por sus grandes cualidades intelectuales. Sabía leer, multiplicar perfectamente números muy grandes. Una vez a la semana la Trunchbull iba a la clase de la señorita Honey a hacer a los niños una especie de examen semanal. La Trunchbull odiaba a los niños pequeños, pensaba que no servían para nada, solo para estorbar.

Un día Matilda se dio cuenta de que tenía un poder especial. Un poder que le permitía mover objetos, con tan solo mirarlos. Matilda se lo contó a la señorita Honey. Esta no se lo creía, pero Matilda se lo demostró. Esa tarde la señorita Honey invitó a Matilda a ir a su casa. La señorita Honey era pobre. Su padre murió cuando ella era muy pequeña y se quedó al cuidado de su tía, quien resultó ser la Trunchbull, que la maltrataba y la obligaba a hacer todas las tareas de la casa. Cuando la señorita Honey consiguió  trabajo, la Trunchbull la obligó a que cuando cobrara le ingresara el dinero  en su banco. Agatha era el verdadero nombre de la Trunchbull.

Matilda no estaba dispuesta a permitir eso y aprovechando su poder especial decidió gastarle una broma muy pesada a la trunchbull. Matilda empezó a mover la tiza con sus ojos y comenzó a escribir en la pizarra:
Agatha, soy Magnus.
Soy Magnus y harás bien en creerlo
Agatha, devuélvele a Jenny su casa,
 Sus salarios. Luego vete de aquí.
Si no lo haces, vendré y me ocuparé
De ti, como tú hiciste conmigo.
Te estoy vigilando Agatha.

Luego la tiza se cayó y se rompió en tres pedazos. Nadie volvió a saber nada de la Trunchbull y la señorita Honey se trasladó a su nueva casa. Pero cuando esa tarde Matilda fue a su casa sus padres estaban haciendo las maletas para irse a España, para siempre. El señor Wormwood era un estafador y le había pillado la policía. Matilde no quería separarse de la señorita Honey, así que les pidió a sus padres que si se podía quedar a vivir con ella y sus padres aceptaron encantados.

                     FIN

lunes, 22 de abril de 2019

JUANITO SOLOTOV UN NIÑO FEROZ




JUANITO SOLOTOV, UN NIÑO FEROZ

Juanito Solotov acaba de llegar al hotel "Joie de vivre" con su familia, compuesta de madre española, padre de origen ruso y unos cuantos hermanos a los que iremos contando poco a poco. La mezcla de sangre española y rusa resultó tan explosiva que Juanito, además de niño, es también un cartucho de dinamita ambulante. Hiperactivo, inquieto, ingenioso, imaginativo...Está muy lejos de ser tonto, o lo que viene a ser lo mismo, los adultos lo consideran un niño problemático. Al contrario de los niños tontos, también llamados, por los bípedos grandes, angelitos, monadas y toda clase de cursis epítetos, Juanito ha recibido epítetos de mucho más calibre, que ha ido anotando en su cuadernillo, junto con los sinónimos más llamativos. De vez en cuando se los recita a su lorito Jaimito para que éste vaya ampliando su ya muy extenso vocabulario.

La educación de Juanito deja mucho que desear aunque sus padres recibieron peor educación aún y no digamos sus abuelos y así hasta la sexta generación. De lo que claramente se infiere, que todos los niños reciben una educación bastante mala, que cuando llegan a padres empeoran un poco para que sus hijos no sientan envidia al recibirla. Y no quiero continuar por este camino porque esto ya es peor que el acertijo del huevo y la gallina.

Su padre, el Sr. Solotov, emigró desde Siberia buscando climas más cálidos. Recaló en España,donde se estableció, más concretamente en el sur, con lo que salió ganando unos cuantos grados. Bueno, lo que se dice establecerse suena un tanto retórico, en realidad durmió en parques públicos sin mucha incomodidad (el sur es muy caluroso) hasta que poco a poco logró montar una empresa de reciclaje de latas, botes, vidrios, papeles, cartones y toda clase de desechos que iba recogiendo de cubo de basura a contenedor. Su agudo ingenio le permitió encontrar una utilidad para cada cosa y hasta logró, con su ingenio que hemos calificado de muy agudo, seducir a una española, concretamente andaluza, a quien propuso por señas -aún no hablaba decentemente el castellano- iniciar una relación táctil hasta tanto pudieran llegar a un contrato verbal y luego a un pacto escrito también llamado matrimonio.

Juanito Solotov es el primogénito de este fértil matrimonio que ha hecho de la comunicación táctil un logro que otros envidiarían sino fuera porque cada año nace un nuevo retoño. Nuestro héroe pronto tuvo tantos hermanitos y hermanitas que en el cole les llamaban la familia conejo. El ser primogénito de esta ínclita raza hizo que pronto pasara a niño anómino y acabara en el terrible olvido que suele reservarse a los escritores marginales. Como Juanito no suele aceptar las cosas porque sí armó tal escándalo que de ahí le viene el calificativo de niño feroz. Para calmarle sus padres decidieron regalarle por su décimo cumpleaños una mascota que le tuviera entretenido hasta en sueños. Así eligieron cuidadosamente en un almacen de mascotas un lorito muy gracioso al que el dueño llamaba Jaimito. Suponemos que razones tendría para ello. Les contó una novela, la isla del tesoro, de la que se deducía que Jaimito era en realidad el loro de John Silver el Largo.

Solotov se transformó, poco le quedaba ya a estas alturas, en un niño feroz del que huían todos los adultos bien educados y en cambio era bien recibido en círculos revolucionarios de vagabundos, delincuentes y marginados sociales. Se le consideraba tan peligroso como un tornado y tan imprevisible como la bolsa. Estuviera donde estuviera era fácil que en un futuro muy corto su entorno no seguiría siendo el mismo.

Así llegó nuestro pequeño héroe al hotel acompañando a toda su familia y con su lorito en el hombro que farfullaba, el lorito, algunas obscenidades por el calor reinante y la necesidad, que nadie satisfacía, de tomarse un bourbon doble en la barra del bar americano del hotel, donde por cierto suelen recalar unas señoras muy buenas que buscan señores generosos y bien vestidos. Estas eran las primeras vacaciones del señor y señora Solotov, quienes tras duros años de trabajo y ahorro habían decidido tomarse unos días libres que se prometían muy felices.

La llegada de la familia coincidió con la retirada del sol a su lecho, lo que aprovecharon todos los miembros de este clan para tomar a saco la piltra con gran entusiasmo. Todos menos Juanito, quien mientras sus familiares caían en un profundo sueño en la planta inferior a la que ocupaban Brunelli y sus amigos, se dedicó a pasear a Jaimito arriba y abajo en las plataformas voladoras del hotel, también llamadas ascensores por los más puristas.

La intención de Juanito no es precisamente benévola, ya que está a la busca y captura de pobres incautos a quienes hacer víctimas de la verborrea de su amado lorito. En cuanto encuentra a un cándido viandante, con la proverbial malevolencia de este niño feroz, susurra a la oreja de Jaimito su famosa contraseña:" Lorito de John Silver el Largo, dime algo".

Es entonces cuando el maldito lorito comienza su ráfaga de obscenidades en varios idiomas, que escandalizarían al ateo más recalcitrante (los ateos tienen fama de no escandalizarse por nada) y encenderían las mejillas del crápula más redomado desde el retrato de Dorian Gray. A nadie debe sorprender que Jaimito hable idiomas, porque esta es una cualidad propia de loritos y muy apreciada, y más si tienen un coeficiente de inteligencia de un 210, por lo menos, como es el caso de esta eminencia verde. Lo que sí sorprende es que su diccionario de palabrotas, obscenidades y toda clase de improperios abarque una extensión, en todos los idiomas, que nos hace pensar en lo equivocados que estamos con las buenas formas académicas que pregona poseer la raza humana.

El hecho repetido de que Juanito recibiera toda clase de insultos e improperios e incluso fuertes tirones de orejas por parte de los adultos, mientras su lorito era exculpado de toda culpa, no le impidió nunca tomarse con filosofía, más propia de oriente de que occidente, tamaña injusticia. Dicen que los niños malos acostumbran a salirse con la suya, lo que deja bien claro que el mal tiene más fuerza que el bien, se ponga uno como se ponga.

Juanito Solotov será el mal en estado puro en este paradisiaco hotel "Joie de vivre", que se caracteriza por la bondad congénita y la ingenua y generosa conducta de todos y cada uno de sus habitantes. Y para otra ocasión dejaremos la biografía autorizada del lorito Jaimito puesto que más nos vale que el inicio de su lectura nos coja confesados. Para lo cual necesitaremos un padre, cura o reverendo en este hotel. Que no parece sino que es un hotel para ateos recalcitrantes y no es cierto. A la espera de que aparezca quien nos confiese, rezaremos en silencio.

domingo, 14 de abril de 2019

SAM Y SLIM EL VENGATIVO





            SAM Y SLIM, EL VENGATIVO

Algún día, no lejano, conocerán la vida de Slim, el vengativo, con pelos y señales; pero ahora lo que nos ocupa es la razón por la que este hombre, de unos treinta años, raza negra, sangre roja, alma blanca (ensuciada por el deseo de venganza contra todos los que alguna vez le hicieron daño -que fueron muchos- y de la sociedad en general como nido de víboras y serpientes venenosas) buscó desesperadamente a Sam, tóca otra vez, Sam, sobrino-nieto del famoso pianista, también de raza negra, el de la película Casablanca.

Yo puedo aventurar una hipótesis: Slim estaba, está y estará enamorada de Ingrid Bergman. Por eso no puede soportar la famosa escena de "tócala otra vez Sam". Slim piensa que Bogart no se merece una segunda oportunidad y que en realidad la Bergman no estaba enamorada de su marido (lo que resultaba evidente) tampoco de Rick, sino de Sam, el simpático negro, gran pianista y discreto admirador en la sombra de aquella mujer, tan dubitativa como un Hamlet en femenino.

Slim piensa que esa canción “tócala otra vez Sam” nunca debería volver a ser interpretada y menos por un descendiente del auténtico Sam. Sería como volver a la esclavitud y dejarse humillar por el hombre blanco. Piensa que si puede impedir esto, tal vez la Bergman se case con Sam en el cielo y si eso no es posible puede que descienda  de nuevo a la Tierra y se case con él, con Slim.

En cuanto a Sam, que tocaba el piano en un tugurio de Nueva York, ha caído en las garras de Slim, que le amenaza constantemente con arrebatarle la vida y no sabe cómo librarse de él. ¿Cómo han venido a parar al Hotel? Solo Pestolazzi lo sabe, pero no lo piensa contar... al menos de momento.



Slim decide seguir el consejo de Mórtimer y disfrazarse. Este hombre a cada instante le cae mejor. Pero esos negocios de que habla le resultan un tanto misteriosos. ¿Acaso el director del hotel va a declarar la ley seca y Mórtimer está organizando el tráfico ilegal de alcohol? Si es así, que cuente con él como guardaespaldas.

Se hace con el botiquín de primeros auxilios que hay en todas las dependencias del hotel y disculpándose de Mórtimer se encierra en los servicios. Allí se desnuda, se da una capita de mercurocromo por todo el cuerpo y luego se rocía con polvos de talco por encima. Se vuelve a vestir y para completar el disfraz de hombre blanco se hace con un maletín de ejecutivo que alguien olvidó por alguna urgencia innombrable. Así disfrazado se presenta de nuevo a Mórtimer, que no le reconoce, lo que no es extraño, dado que parece el cantor de jazz, solo que al revés.

Slim le cuenta a Mórtimer de qué va disfrazado y éste le escupe encima el trago que estaba tomando. Cuando recupera la calma, tras troncharse de risa, le dice:

-Usted es único, Slim. Seguro que haremos buenos negocios.

-Me parece bien, pero ahora quiero divertirme.

Slim saca la pistola de la sobaquera y se pone a darle tiros al techo.

-Todos al suelo, c... he dicho que todos al suelo ( aquí interviene el narrador para explicar que Slim pasó una temporada en España, donde pudo ver el video del golpe del 23-F, lo que le acaba de producir un "lapus linguae"), digo no, perdón, todos en fila india. Vamos a bailar la conga de Jalisco. Ya saben, eso de " A la combaaa... de Jaliscoooo... ahí vieeeneee... caminaaando"

En este momento entra Alvarito empujando la camilla, donde Brunelli se va recuperando de la resaca.

-¿Qué zuzede Alvarito?

-Creo que hay una ensalada de tiros, yo por si acaso me pongo del lado del poder.

Slim aprovecha entrada tan oportuna para encañonar a Alvarito y ordenarle que encabece la conga de Jalisco con Brunelli y su camilla a la cabeza. Luego se dirige a todos los carnavaleros que ni se han enterado de los tiros. Entre la bebida, la juerga y los petardos que suenan de vez en cuando, han pasado desapercibidos. Slim recarga y vuelve a disparar al techo, hasta agotar el cargador. Ahora se hace un profundo silencio.

-Vamos, vamos, señores, no se hagan los remolones. Todos en fila, tomen de la cintura a quien prefieren y vamos a empezar el carnaval con la conga de Jalisco. Yo iniciaré el estribillo, ustedes lo repiten, yo improviso,ustedes repiten el estribillo, entonces improvisan ustedes... ¿Lo han entendido?

Alvarito se pone en marcha con Brunelli en la camilla, que se ríe sin entender nada. Detrás los carnavaleros parecen temerosos y desorientados. Slim entona:

"A la congaaa...

Los políticooos del mundooo están tomando pildoritas para el mareo... Se van de excursión a Maartee para negociar con los marcianooos... Y a la congaaa de Jaliscooo... ahí viene ahí va y ellos se han ido y no volverán.

-Si no resulta gracioso quien esté detrás en la cola le hará cosquillas.

Brunelli estira la mano y le hace cosquillas a Slim, que saca otra vez la pistola y le encañona. ¡Menos mal que el cargados está agotado!








sábado, 6 de abril de 2019

TRABAJANDO PERSONAJES DE MARCELO







Querido amigo: He vuelto al trabajo y no tengo tanto tiempo como antes, pero me gustaría sentar las bases para ir trabajando poco a poco la vuelta del Gordo y El Flaco, asi como darle un papel más lucido al director de cine, que debe andar aburrido escondiéndose por alguna esquina.

Como sabes, el Gordo y el Flaco han resucitado en la planta de criogenización de Kansas city Kansas y acaban de tomar el primer avión para asistir al congreso. Se me ocurren algunos gags en el avión que subiré en cuanto los haya concretado, pero creo que deberíamos darnos un hilo narrativo para no perdernos. Imagino que llegan al aeropuerto y allí les espera Brunelli que se ha enterado de su llegada a través de un telegrama de la azafata de la empresa de criogenización, una admiradora anónima.

Podemos ir pensando en esa escena. Luego llegan al hotel y el Flaco hace una parodia de una escena de alguna de sus películas. Se me ocurre aquella de la estatua griega, femenina por más señas, que se rompe en tres pedazos y el Flaco es incapaz de reponerlos en su sitio. Allí en conserjería tienen un encontranazo con el botones que desea propina. Les adjudicamos una suite y antes de bajar al congreso pueden dormir un rato, con algunas entradas de personajes que se confunden de habitación, como Clarita Alegría. El Gordo decide poner el consabido letrero de no molesten, pero al Flaco no le parece bien y pone otro más llamativo que encuentra colgado de un perchero. Algo así como, por favor molesten a cualquier hora.

En cuanto al director tenemos que montar una gran estructura de cámaras ocultas y espiarle cómo vigila desde su habitación a todos los huéspedes del hotel. Ya iré subiendo ideas conforme se me ocurran. Un abrazo.



De: Slictik2

Enviado: 13/09/2004 21:29





Sin prisas me gustaría ir trabajando un poco el papel del director de cine y de su ayudante, el enano Perlimplín (nombre provisional porque no se me ocurre otro). Se trata de dar otra vuelta de tuerca al perfil de nuestros personajes. Gracias a su ayudante, el enano, el director ha logrado colocar cámaras en los sitios más ocultos e inesperados. De esta manera desde su cuarto puede vigilar y grabar a todos los residentes del hotel. No se puede decir que esto sea muy legal y se las vería con el detective Asta de Toro si éste supiera algo de estos tejemanejes. Pero todo se ha hecho de forma tan discreta que incluso Brunelli, que tiene una diminuta cámara disimulada en la preciosa corbata que mano anónima le ha hecho llegar, está muy lejos de sospechar la encerrona.

El paquete venía remitido por Priscila y Brunelli no ha podido menos de colocarse amorosamente la corbata alrededor del cuello. Olegario odia las corbatas, las chaquetas y todo ropaje incómodo, pero hace este enorme sacrificio en aras de su imagen de seductor. Con estas cámaras se expía lo que sucede frente a Brunelli y todos los gestos de su rostro. Sus manías de hurgarse la nariz, entre otras, quedarán al descubierto.

Cómo ha colocado estas cámaras nuestro simpático enano será objeto de un concienzudo estudio. Desde su cuarto el director espía con mil ojos a nuestros residentes. Y poco a poco va haciendo un montaje muy divertido de los diferentes episodios que suceden en el hotel. Todo esto requiere ser pensado con más calma, pero ahí va la idea. Un abrazo.