domingo, 26 de mayo de 2019

EL DIOS RASEC






                 EL DIOS RASEC

Los dioses del Parnaso no pueden adoptar forma distinta a la antropomórfica, puesto que han creado a sus personajes a su vivísima imagen y semejanza(solo hay que echarles una ojeada a estos buenas piezas para darse cuenta de lo muy humanos que son).

A pesar de ello resulta en extremo difícil dar una imagen ajustada del dios Rásec. Más que nada porque no cogería en la pantalla, aparte de otra razón de mucho peso y es que su criatura privilegiada, Olegario Brunelli, rompió todos los moldes en el momento de su creación. Si tenemos en cuenta que los dioses del Parnaso no pueden engordar, tomando como toman todos los días la dulce ambrosía, resulta un tanto contradictorio que describamos a Rásec como un dios gordo. ¿De dónde vendría su obesidad? La de Brunelli es más explicable puesto que la constante ingestión de proteína animal, grasa casi en estado puro, proteína de pescado (si puede ser marisco mejor), proteína vegetal, proteína mineral (sería capaz de comer rocas como lo ha demostrado en sus etapas de paro forzoso), pasta un día sí y otro también (no en vano su ascendencia italiana pesa), grandes calderadas de verdura y ensaladas Cesar (es su preferida) tanto en invierno como en verano, así como platos exóticos de cocina internacional, y toneladas de líquidos alegres (algunos que le conocen bien dicen que nunca probó el agua y que los botellines de agua mineral que utiliza en sus shows para aclararse la garganta son vodka con burbujas) y... no sé por dónde íbamos con tanta descripción de alimento... ¡ah!, sí. A nadie le extrañará que Brunelli esté gordo, obeso y lleno de adiposidades.

En cambio explicar la gordura del dios Rásec resulta un tanto complicado. Habría que recurrir a los efectos del mentalismo y la sugestión en los dioses. Al crear a su personaje sufrió una gran indigestión psicológica. De ahí que ahora se crea gordo y actúe como todos los gordos: dice estar siempre cansado, busca cualquier asiento a su alcance, sueña con platos divinos, odia el calor y busca el frío de los polos terráqueos, procura hablar poco y decidir menos porque esto le sacaría de su congénita vagancia divina. Digamos pues que el dios Rásec podría adoptar formas biológicas más acordes con la estética de los dioses, pero se ha quedado con una burda imitación de su criatura, el gran Brunelli.

La eternidad de sus años ayudaría a imaginar a este atípico dios como un anciano venerable, de blanca barba, y ancha túnica blanca, con un largo y ancho cayado en su mano derecha. Pero nos encontramos con un serio problema. Como la eternidad es la ausencia de tiempo no veo razón alguna para que el devenir de los años se note en su duro rostro. Al contrario, una mofletuda cara de bebé haría más justicia a la ausencia de tiempo que se vive en la eternidad.

El dios Rásec es, pues, atemporal y como tal se podría, teóricamente, trasladar a cualquier época, incluido el primer bing-bang (porque ha habido otros) y como ser invisible de energía pura haría de fantasma la mar de bien, si quisiera, que no quiere. También podría adoptar las formas humanas y animales que se le antojasen. Ello supondría la posibilidad de seducir a humanas con figuras apolíneas (no me constan estos extremos, pero podrían constarme en cuanto tuviera datos) y de seducir hembras de animales irracionales con la correspondiente figura de macho (me consta menos y puede que esté confundiendo al dios Rásec con Júpiter o Zeus de quien se decía que en forma de toro llegó a seducir a... luego me acuerdo).

El dios Rásec procura huir de las discusiones y manipulaciones políticas sobre el destino de los personajes que suelen ser frecuentes en el Parnaso. Deja que cada cual haga de su capa un sayo, si bien cuando en su camino se encuentra con un personaje de sexo femenino y atractivo cuantioso, sale de su apatía y comienza alguna de sus aventuras de incógnito que tanto daño hacen al Parnaso.