miércoles, 21 de septiembre de 2022

TEMAS SUELTOS DEL HOTEL DE LOS DISPARATES XII

 





EL SUEÑO DE PESTOLAZZI



La primera noche del día en el que se reabrió el hotel Pestolazzi se acostó tarde, cansado de atender huéspedes y de las extravagancias de alguno de ellos. Roció la habitación con esencia de rosas (no podía pegar ojo si rondaba algún mal olor cerca) y tras tomarse una tila fría se acostó en su lecho, estiró las sábanas hasta que éstas ocultaron su cabeza y dándose la vuelta hacia el lado derecho se quedó dormido; no sin que antes pasaran por su cabeza toda clase de pensamientos y por su corazón toda clase de sentimientos, algunos no muy positivos.



En lo más alto del Pico Agujas, en la cordillera de Las Bordadoras (así llamada por el encaje de bolillos de sus crestas) Don Sata, con su capa negra al viento, levitaba a unos metros del suelo. Pestolazzi, que lo contemplaba desde lejos, se sintió atraído por él, como un gigantesco imán hubiera propulsado un puñado de limaduras de hierro, se encontraran donde se encontraran éstas. Cayó a los pies de Don Sata y oyó su voz profunda de bajo como una campana tocando a muerte en la noche.



-Pestolazzi, todo el mundo será tuyo si postrándote a mis pies me entregas tu alma.



-Pero señor, antes necesito saber qué sentiría si pierdo mi alma y hasta qué punto sería mío el mundo que me prometéis.



-Tipejo de poca fe. Levántete y mira.



Pestolazzi se alzó y observó a su alrededor. El paisaje era hermosísismo. Siguiendo la dirección del dedo que D. Sata extendía, primero en una dirección y luego en otra, pudo ver el ancho mundo, todas sus gentes y todas sus pompas.



-Me interesa señor. ¿Hasta qué punto sería mío?.



-Tú, Pestolazzi, dominarías los pensamientos de las gentes, desde la sombra de sus subconscientes, y sus conductas, con impulsos irresistibles que achacarían a sus deseos malsanos. Como si fueras el dedo del destino precipitarías los acontecimientos en la dirección que indique la flecha de tus deseos.



-Esto está bien. ¿Pero qué sentiría si pierdo mi alma?



-Nada. ¿Quieres que te muestre a todos aquellos que ya la han perdido?



Y señalando el horizonte Pestolazzi pudo ver cómo se iban formando en el cielo el rostro de aquellos que dominaban el mundo. Personajes todos muy conocidos, cuyos nombres no vamos a desvelar por miedo a las represalias.



-Sí, estoy de acuerdo con usted, Don Sata, no creo que ni uno de ellos sienta por un instante el vacío que supone haber perdido su alma a sus manos. De acuerdo. Aquí tiene mi alma y sea lo que Dios quiera....






El Sr. Pestalozzi, director del hotel, lleva una temporada cariacontecido y malhumorado. El Consejo de Administracción está mangoneando el hotel a su gusto y gana. Curiosamente ninguna de las novedades programadas gusta a Pestolazzi. A él le gustaría más un hotel a la moda, tipo Ritz, con mucha etiqueta, mucha discreción, mucho glamour, etc. Pero ultimamente y cada vez más se cuelan personajes indeseables que tienen carta blanca. Vienen recomendados por el Consejo y frente a ello no se puede hacer nada.

Ahora Pestollazi tiene que abrir un saloncito recoleto, una especie de sala VIP para autoridades, políticos y personajes glamurosos, para que D. Crisanto, una especie de vagabundo feo como el mismo demonio, haga uso de él para una serie de conferencias sobre esoterismo, magia blanca, budismo, filosofías orientales en general y para coloquios sobre esta materia. Pestolazzi desea que no acuda nadie y que D. Crisanto, aburrido, deje el saloncito VIP para el destino al que se le destinó en un principio.

No obstante D. Cristanto, al recibir la invitación, se ha frotado las manos. Ha bajado al saloncito tomando posesión como si fuera su casa. Ha pedido algunos licores para los invitados, botellitas de agua con burbujas para hacer un ritual de bendición del saloncito y protección contra malos espíritus y se ha puesto a dictar una conferencia, como prueba. La acústica es perfecta y solo faltan espectadores y coloquiantes par que todo sea perfecto.

PROBANDO, UNO DOS, PROBANDO

Estimados amigos: La magia, la auténtica, ni punto de comparación con estos magos de pacotilla, de trucos baratos televisivos, tiene tanto que ver con el camino del conocimiento como D. Juan tiene que ver con Carlos Castaneda. Por cierto que en mi diario he ido contando las experiencias terribles que sufrí al hacerme discípulo de D. Juan. Tal vez me cite alguna vez para que comprendan lo duro que es el camino del conocimiento y que los magos no llevamos vidas descansadas, precisamente.

Todo lo que sea conocimiento ayuda al mago que sabe muy bien que todo en la vida puede utilizarse tanto para el bien como para el mal. Si recuerdan la película de la Guerra de las Galaxias verán que hasta en ella se hablaba del lado luminoso de la fuerza y del lado oscuro. No les aconsejo que aprendan a manejar el lado oscuro porque les puede suceder como al fantoche aquel vestido todo de negro, ¿cómo se llamaba?, Dar Bader o algo así. Las cosas a los malos les acaban saliendo muy mal. Por lo tanto les aconsejo que se dediquen a la magia blanca, como D. Crisanto, servidor, porque hacer el bien siempre trae su recompensa.

D. Crisanto sabe un poco de todo, filosofías orientales, esoterismo, magia blanca y negra (aunque esta última no la utilice), videncias, sociedades iniciáticas y todo lo que ustedes quieran saber y más. Por lo tanto les aconsejo que propongan temas para las conferencias-coloquio y yo muy gustoso les hablaré de todo un poco.

¡Uy, qué fallo!. Me había olvidado que esto es solo una prueba y que este delicioso saloncito se encuentra completamente vacío.

D. Crisanto pega una hoja en blanco en la puerta del saloncito. Escrito a bolígrafo puede leeerse: Conferencias-coloquio de D. Crisanto, mago blanco. Propongan tema, escribiendo debajo. Si no proponen ninguno el próximo día les hablaré de mi encuentro con D. Juan y cómo Castaneda no contó todo lo que tenía que contar, por miedo.