SOFÌA DE
HANNOVER, SOPRANO
Ya de niña gustaba de hacer gorgoritos con
su portentosa voz de soprano, de amplia coloratura, con la que hizo aumentar la
venta de tapones para los oídos en la farmacia de la esquina.
Se convirtió en una repelente y caprichosa
cuando descubrió que, incluso con un do de pechito, era capaz de romper copas,
cristales de las ventanas, cristales de relojes de pulsera, floreros de
cristal, cristales de gafas, etc. etc.
Sus padres buscaron y encontraron la
fórmula mágica para librarse de ella. Obtuvieron, nadie sabe porqué medios, una
beca para ella en la ópea de Viena. La empaquetaron en un crucero (Sofía es
australiana) que recorrió el Indico, atrevesó el canal de Suez, atracó en
Italia donde visitó arrobada la Scala de Milán, La Venice, la tumba de Verdi y
Donizetti, para finalmente arribar en tren a Viena. Allí comenzó un durísimo
trabajo para suavizar y dulcificar su portentosa voz. Bajo la batuta del
conocido maestro Karl Munchen (que rompía con frecuencia en las costillas de
músicos y cantantes) su voz se hizo tan dulce que en el do de pecho, en lugar
de romper los vidrios hacía relucir los cristales con tanta intensidad que
algún inexperto caco se le ocurrió robar una gran araña de un conocido teatro
operístico, creyendo que todo eran diamantes, con el resultado de librarse de
una muerte segura puesto que la araña cayó a medio metro de su cabeza.
De jovencita era tan hermosa y refulgente
que el gran millonario Archinesipoutolos la secuestró, aunque no llegó a
durarle ni un par de días. Al conocido millonario nada ni nadie le duraba más
allá de 24 horas, Sofía fue de esta manera una excepción y la otra fue el mismo
Archinesipoutolos que se llevaba soportando sesenta años sin rechistar, por la
cuenta que le traía.
Fue amante del maestro Korajan, de quien se
decía que se acostaba con todo lo que cantara, aunque se tratara de una gata.
Triunfó como pocas sopranos bellas o no han llegado a triunfar en la historia
de la música. Decíase de ella que en cierta ocasión, en el Metropólitan Opera
House, soportó impávida media hora de aplausos y de bravos y dos toneladas de
flores que le fueron arrojadas con tallo y espinas, así como a unos doscientos
enloquecidos varones que subieron al escenario para besarla, abrazarla y lo que
se terciara. A punto estuvo de organizarse una orgía pero intervinieron las
fuerzas del orden que sacaron a los esposos esposados a sus esposas y fueron
llevados a la cárcel en helicòpteros apache, como en la película de Apocalipsis
Now.
Allí quedó Sofía, con el pecho derecho al
aire (los varones habían desgarrado su vestido de valquiria Brunilde del Ocaso
de los dios) hasta dejarla cual Dina cazadora, con un pecho al aire.
Todo fue de perlas hasta que los años y
las exquisiteces pasteleras de "Chez moi Paris", la engordaron tanto
que batió el record guines de la cantante más voluminosa de la historia de la
ópera. Entonces se produjo su declive de varones-seductores-seducidos, aunque
la potencia de su voz aumentó tantos decibelios que todos los teatros de ópera
del mundo se vieron obligados a reformar las estructuras de sus edificios (por
los decibelios, no sean mal pensados) ante la eventualidad de verse obligados a
contratarla antes o después.
El hotel "Joie de vivre" ofreció
un jugoso contrato a su mánager para que no la permitiera hospedarse allí, pero
éste, más listo que el hambre, contraatacó amenazando con que Sofía no solo se
hospedaría en el hotel sino que cantaría día y noche durante todo el tiempo que
durasen sus dólares, y eran muchos. De esta manera se llegó a un acuerdo por el
que la cantante se hospedaría y cantaría durante quince días, justo el tiempo
que duraría el congreso de humoristas. Pero luego se iría con viento fresco al
campo donde podría volver locos a pajarillos y vaquitas.
Esta es la razón por la que los turistas
que se acercan a varia millas del hotel "Joie de vivre" pueden ver un
gigantesco luminoso con la figura de la cantante y debajo una leyenda que dice:
Sofía de Hannover, la leyenda más voluminosa de la historia de la ópera en el
hotel Joie de vivre, no se la pierdan.