miércoles, 20 de septiembre de 2023

TEMAS SUELTOS DEL HOTEL DE LOS DISPARATES XXIX

 

 


           LA ESCUELA ESPIRITUALISTA DE MILAREPA

                                I

 

Mientras el doctor Sun habla con Candelaria, la limpiadora aria, en el hall de la Torre de Babel (Ya les contaré este diálogo surrealista en otro momento, lo tengo grabado). Milarepa ha salido por un instante de la meditación transcendental en que ha estado sumido horas y horas y más horas. No tengo una explicación para lo que hace este tío. Solo se me ocurren dos hipótesis: o bien es un dormilón de siete suelas o bien puede ver algo que nosotros no vemos y que debe ser muy divertido, a juzgar por el tiempo que le dedica.

Al abrir los ojos, sentado como está en la postura del loto, observa la ingente cantidad de basura acumulada en el salón de conferencias del antiguo rascacielos, donde los brokers hacían de las suyas. Para la fiesta de Nochevieja se desmontó la enorme mesa de maderas nobles (no me pregunten de qué árboles, porque no soy un experto) y se acumularon todos los muebles en un rincón. Alguien trajo de alguna parte un equipo de música y hasta que los bailarines se agotaron pudieron escuchar música de jazz, rock, rigue, regae o como se diga y otras numerosas músicas bailables.

Aquí huele que apesta, platos con restos de comida podrida tirados por todas partes, huesos de pollo, raspas de sardinas, caparazones de crustáceos y otro tipo de basura que no describo por delicadeza hacia el lector.

 Otro que no hubiera sido Milarepa habría salido de allí corriendo, los dedos en las narices o una pinza de tender,  o una máscara antigás, pero este hombre es un tipo excepcional, visualiza un hermoso jardín, repleto de flores odoríferas y anula los malos olores. En cuanto a la basura, como parte que es del Todo, aún conserva en su esencia la chispa divina, que late en la materia más burda. ¿Cómo es posible que huesos de pollo, raspas de sardina y crustáceos putrefactos puedan contener chispas divinas? No me lo pregunten, porque no lo entiendo. En cambio Milarepa parece explicarlo muy bien.

 Gracias a sus dotes telepáticas puede escuchar las conversaciones de los habitantes de la Torre de Babel. Todos piensan en su despachito oficial, con excepción del Sr. Buenavista, que mira más lejos…hacia las islas Vírgenes o Caimanes, donde se abrirán cuentas secretas para la nueva multinacional que está pergeñando.

Milarepa tuvo la intuición en aquel momento de que la escuela espiritualista, que tanto necesita el mundo, bien podría estar surgiendo precisamente allí, entre la basura, al fin y al cabo el local es amplio y muy adecuado para clases de yoga, de taichí y resto de disciplinas orientalistas. Habrá que limpiar un poco, porque los discípulos, los no iniciados aún, son incapaces de ver a la mente universal que se oculta bajo repugnantes apariencias. Al otro lado del decorado meticulosamente diseñado para nuestra interpretación en el teatro de la vida, o “sease” el velo de Maya.

Con felina agilidad Milarepa se puso en pie, dispuesto a iniciar la limpieza por su cuenta (no se fiaba de Candelaria). Fue en aquel momento cuando hizo su aparición un extraño personaje. Vestido de pies a cabeza con una túnica blanca, la cabeza rapada y alrededor de la cintura tres o cuatro pequeños tambores que tocaba con pasmosa maestría al tiempo que sus pies seguían el ritmo con gracia femenina. Se presentó como Krosnamurti, azote de Occidente.

 Durante la larga fiesta de fin de año había recorrido planta tras planta (los borrachos tienden a desparramarse en el espacio y en el tiempo) tocando los tambores, bailando, cantando dulces canciones espirituales sobre Krisna y sobre todo lanzando ladridos apocalípticos contra la perversión en que vive Occidente. Curiosamente las damas lo encontraron atractivo e intentaron bailar con él, mientras bromeaban y trataban de refutar sus aforismos, especialmente el muy repetido de que la decadencia occidental era el más claro signo de que el temido apocalipsis se está acercando. De hecho él, Krosnamurti, estaba escuchando la trompetería desde el hall hasta la terraza de la Torre de Babel. Las damas no hicieron mucho caso de sus palabras (al fin y al cabo toda decadencia es divertida), aunque sí gustosas bailaron hasta la extenuación, aproximándose a Krosnamurti más allá de la distancia marcada por la discreción y las buenas maneras. En cambio los hombres huyeron de él como de la peste.

 El encuentro entre ambos santones ha quedado registrado para la posteridad en mi cámara de video. Es una pena que en el periódico aún no se hayan puesto al día y no acompañen, junto con cada ejemplar, unos cuantos videos gratuitos. Mucho me temo que Youtube nos va a comer el cocido. ¿Qué quién soy yo? ¿Cuántas veces lo tengo que repetir? Lotario, el reportero más dicharachero del diario, a su servicio.

Como de momento no pueden visionar el video les describiré con mi cálido verbo la situación. Ambos se miraron con cierto recelo, como se mirarían dos perros encargados de cuidar de la misma finca. Luego inclinaron la cabeza y juntaron las manos sobre el pecho, en un saludo sin palabras, exclusivo de las grandes almas. Pronto se enzarzaron en una conversación espiritual de altos vuelos y al enterarse Krosnamurti del proyecto de Milarepa se ofreció como maestro de moral para todos y todas, moral globalizada que dirían otros.

-Lo que necesita Occidente es mano dura, palo en las costillas. No hay otra forma de que unos consumistas natos sepan lo que vale un peine.

Y lo decía él, Krosnamurti, con su calva reluciendo bajo la brillante luz de un día invernal, que penetraba por los amplios ventanales sin haber pedido permiso a nadie. Milarepa se le enfrentó y con palabras dulces le hizo saber que lo que no lograra el cariño no lo lograría ni siquiera el palo.

-¡Por Krisna! Milarepa, usted es un cándido corderito. Nadie aprende sin dolor, nadie escarmienta en cabeza ajena.

Milarepa perdió los estribos, algo de lo que luego se arrepentiría. Estos pecados los purgaba siempre lavando su karma en el servicio al prójimo.

-Ya está bien, Krosnamurti, nada de palos en la escuela espiritualista. El jefe soy yo y usted se calla.

El apocalíptico Krosna se enfadó y le volvió la espalda. Salió muy tieso, aunque regresó pronto. Había comprendido que la fama de Milarepa y su dulzura atraerían más discípulos de los que nunca tendría él. Pidió perdón humildemente y tocó los tambores cantando “Hare Krisna, Hare, Hare” hasta que Milarepa accedió a perdonarle.

En penitencia le impuso ayudarle en la limpieza y ambos se pusieron a la faena, no sin hacer planes espiritualistas que elevaron sus espíritus y pronto elevarán los nuestros.

-Necesitaremos un tatami, esterillas para las clases de yoga, incienso, flores recién cortadas del jardín todos los días…

 -Y una buena vara flexible, un látigo de siete puntas y…

-Le prohíbo que vuelva a mencionar el látigo. Aquí todo se hará con dulzura, con cariño, convenceremos a los discípulos con amor y les haremos ver que las posesiones pasan y el espíritu permanece. Luego irá usted con su tambor y sus cantos a reclutar discípulos, pero ahora debe echarme una mano con la limpieza.

Milarepa sabe que con el apocalíptico a su lado tendrá que hacer muchos servicios a la comunidad para limpiar su karma. Una vez más se ha dejado llevar por sus instintos básicos. Ha ensuciado su mente dejando que un pensamiento recorriera su mente a paso de tortuga: “Solo el látigo de Krosnamurti atraerá discípulos a esta escuela. Occidente ha olvidado ya lo que es el cariño”.

Continuará… Dios mediante.

 

miércoles, 6 de septiembre de 2023

TEMAS SUELTOS DEL HOTEL DE LOS DISPARATES XXVIII

 


Intuyo, porque no puedo saberlo todo, que el resto de los personajes o personas, según ellos, que conforman esta pintoresca historia, recibieron también un telegrama parecido en la parte del mundo donde se encontraran en ese momento. Milarepa iba recibiendo llamadas en su monte, conforme el sobresalto de los telegrafiados se hacía evidente. Su don telepático y otros poderes mentales, igualmente efectivos, le permitieron saber la personalidad y pensamientos de esas personas, a quienes conocería muy pronto. Eso era algo que Milarepa sabía muy bien. Cuando en el futuro conocería a persona concreta o entidad personal, alguien llamaba a la puerta de su mente –toc-toc- entonces él abría y allí estaba la persona desconocida, con sus pensamientos y sentimientos, de momento ajenos a su memoria y a su corazón, pero que con el tiempo formarían parte de su vida, aunque fuera solo un momento. Le sucedía desde que era muy jovencito, casi un niño, y su maestro, el lama Remposé, le había advertido que eso era algo natural en las personas evolucionadas. Su mente se adelanta al futuro y así pueden conocer antes de tiempo a quienes acabarán cruzándose en su camino antes o después.

Este era el caso de un tal doctor Sun, discípulo de Jung, quien tras una azarosa vida había recalado en el Hotel de los disparates, primero, y allí fue reclutado por un millonario excéntrico para dirigir como psiquiatra y jefe médico la dirección de la desconocida clínica mental, llamada Crazyworld, cuya historia se narra en otra parte.

El telegrama lo recibió el doctor Sun a bordo del crucero “Alegre pandilla”, solo que en inglés, un idioma que desconozco y no me voy a poner a hora a buscar en Google su traducción al inglés. A mí me lo dijeron en español y así queda. Dicho crucero estaba lleno de locos, de locos millonarios, claro, porque los locos normales nunca van en crucero. No es mi función explicar las razones, quiero que simplemente sepan que tras los asesinatos cometidos en Crazyworld, el millonario dueño del sanatorio y de la finca decidió embarcar a todos los pacientes en un crucero de lujo, para dar la vuelta al mundo, mientras se amortiguaba el escándalo generado por el conocimiento de un sanatorio mental para millonarios locos del que nadie había oído hablar, que no pagaba impuestos y no estaba registrado en ningún organismo público.

Me disculparán que me ahorre el trabajo incordiante de citar a todas las personas que fueron recibiendo el mentado telegrama a lo largo y ancho de las horas de dicho día y días subsiguientes y concomitantes. A lo largo de esta narración, larga como un día sin pan, y tan surrealista y real como la historia del propio Don Quijote, que escribiera Cervantes, irán conociendo a todos ellos, con su perfil sucinto y sus prolijas biografías no autorizadas, por supuesto, que aparecerían tiempo después en los archivos secretos de la nueva sociedad o holding internacional que se creara a raíz de que todos ellos entraran en posesión de la donación del millonario Slictik, quien exigió que sin la creación de una fundación sin ánimo de lucro, par ayudar a todas y cada una de las necesidades globalizadas de nuestro mundo ni el holding sería posible ni entraría nadie en posesión de los millones de dólares donados. Menos mal que el Sr. Aladro, abogadro y copartícipe en el holding, encontró la fórmula de hacer compatible la existencia de la nueva sociedad, de la fundación y de la evasión o tergiversación o ahorro de impuestos.

Debo decir, antes de que cualquier lector despistado se pregunte por mis fuentes de datos, si son fidedignas o no, que tuve acceso a las biografías no autorizadas de estos personajes, así como a otros papeles sellados con el muy conocido sello de “top-secret”, e incluso a documentos antiguos que se consideraban perdidos y de los que solo hablaré si es necesario. Y todo ello gracias a mi aventura sentimental con Maribél, la superconocida top modél. Me disculparán por sacar a la luz pública algo que debería permanecer en el ámbito más privado e íntimo de cada persona, pero cómo me iban a creer ustedes sino identificara mi fuente. El resto es pura debilidad humana. ¿Cómo podría yo vencer la tentación de anunciar a bombo y platillo, percusión y orquesta, una aventura erótica que muchos, todos, o bueno, casi todos, hubieran dado los ahorros de su vida y hasta una pierna o brazo o incluso la cabeza, que para poco sirve en estos tiempos, si con ello hubieran logrado acostarse con la mujer más bella, esplendorosa, sensual, piramidal, de curvas más potentes, la más “buenorra” y “macizorra” de toda la historia humana después de Marilyn Monroe. Y que me perdonen las feministas, si quieren, y sino que no lo hagan, pero es la verdad, la pura verdad y  no me arrepiento de lo dicho.

Maribél es la mujer más hermosa del mundo, la más explosiva después del explosivo plástico, la más despampanante después de las narices de Cleopatra, y lo que algunos machistas pensarán es una tomadura de pelo, pero es cierto, lo juro, y la más inteligente y culta del planeta, por encima de todos los machos cultos e inteligentes que han sido nunca en la historia humana. Y no lo digo yo solo, a quien ciega su belleza y a quien ha vuelto “turulato” su cuerpo desnudo entre mis brazos (¡uff, me va a dar un infarto!), su amante apasionado durante un tiempo y desesperado desde entonces, sino que también lo dice la prensa rosa (El “Ola del mar” en su edición monográfica sobre ella, dice, y cito textualmente: nadie se explica cómo una mujer tan bella pueda ser tan inteligente al mismo tiempo) y el resto de revistas del corazón, que no vamos a citar y pueden ver los elogios de todos los machos de pacotilla en Play Boy, todos los que llegaron a conocerla, más o menos íntimamente, quienes dicen entre otras lindezas: me alegra haber pasado por tonto a su lado con tal de haber disfrutado del más sensual cuerpo de la historia humana.

Pero ya conocerán a esta diosa en su momento. Ahora me veo obligado a “finiquitar” esta presentación por razones de espacio y tiempo, y tal vez hasta de dimensión (me he salido de ella al hablar de Maribél). Esto lo haré de inmediato, aunque no sin antes hacerles saber que la mayoría de quienes recibieron el telegrama acudió de inmediato o lo más rápidamente posible, incluido Milarepa, al rascacielos de Montparnás y allí permanecerán durante meses, esperando su parte en la cuantiosa donación del millonario Slictik. En dicho edificio nadie sabía nada y tan solo un guardia de seguridad muy extraño y que dijo llamarse Karl Future, les permitió el paso, previa acreditación en debida forma y se desentendió luego de ellos, por lo que muchos buscaron sitios para dormir y saquearon los frigoríficos de las plantas y las cocinas del restaurante existente en la planta baja. No puedo decirles aún si el tiempo que pasaron allí, antes de entrar en posesión de la donación y de formar el holding y la fundación mencionados, terminó con todas las existencias, obligándoles a saquear los restaurantes cercanos o si por el contrario, pudieron sobrevivir hasta que el nuevo holding compró una cadena de alimentación. Y no puedo decírselo porque no es el momento, no porque no lo sepa. Lo que sí estoy en condiciones de mencionar es que yo fui el único que se vio obligado a comer en los bistrots más baratos del barrio porque Karl Future no me permitió el paso, alegando que yo no era uno de los personajes de Slictik, y por lo tanto mi intromisión no sería bien recibida. Gracias a Maribél que una noche salió a cenar a un bistrot, más que nada por despejar la cabeza, y tuve la suerte de que fuera el mío, y tuve la increíble suerte de que aceptara cenar conmigo, y luego ocurrió el milagro de que accediera a acostarse conmigo en mi modesto hotel. Pero esa es otra historia, pito y repito.

Y es así como permanecen un mes tras otro, peleándose constantemente entre sí. La gendarmería parisiense hace acto de presencia cada dos por tres. Les ha detenido repetidas veces por escándalo público, pero se ha visto obligada a ponerles de inmediato en libertad dado el guirigay que arma el millonario Slictik cada vez que esto sucede.

Por estos y otros motivos el rascacielos, propiedad de un tal Slictik (millonario excéntrico donde los halla)  hecho acreditado ante la comisaría parisina por un conocido bufete de abogados que presentó en su momento escrituras públicas de compraventa, es conocido ya, con mucha sorna, como “La Torre de Babel”.

Muchos de sus huéspedes se entienden en español, algunos en inglés y otros en idiomas tan variopintos como desconocidos. Están en total desacuerdo con todo o casi todo, excepto en presentar como salvoconducto un telegrama de Slictik con el que se creen con derecho a todo.

Las cosas no mejoraron hasta que, poco antes de Navidad, hizo acto de presencia en el hotel un monje tibetano, vestido con la consabida túnica azafranada, quien dijo llamarse Milarepa y les exhortó a cuidar de sus almas, de su espiritualidad y a comportarse como hermanos. Entonces alguien repartió algunas hojas escritas en un ordenador portátil e impresas con un sello y logotipo de una empresa “Grupo Slictik, empresas variadas asociadas”. En dichas hojas se anunciaba que el rascacielos era suyo y de todos los que aparecían en la lista adjunta, como se confirmaría en escritura que les sería entregada tan pronto se pusieran de acuerdo y llegaran a formar una sociedad  o fundación altruista.. Se les advertía de que nadie podría pedir la venta del rascacielos y el reembolso de la parte correspondiente. Las condiciones de la donación de Slictik eran drásticas:

-El rascacielos sería de todos o de ninguno.

-No podría ser vendido, pignorado, hipotecado o alquilado.

-Es condición inexcusable la creación de una empresa o fundación en la que todos sean socios a partes iguales. Parte de sus ganancias se dedicarán a fines sociales y entre sus numerosos planes y metas siempre tendrá que haber alguno dedicado al bien de la humanidad, en general.

-Aparte del bien inmueble, o sea el rascacielos, existen otros bienes, tales como deduda pública y otras inversiones en la Societé du Credit Française, que podrían ser empleados por la nueva fundación “ad limitum”.

-El millonario Slictik les da las gracias.

Se adjunta una larga perorata en la que se dice, entre otras cosas, que ellos son sus personajes, creados en el tiempo libre que le ha dejado su intensa dedicación a los negocios. Es la primera vez que su faceta oculta de escritor sale a la luz y es su mayor deseo que todos y cada uno de sus personajes sean felices, a su manera, en conjunto y de forma solidaria. Confiesa que desconoce cómo unos personajes de ficción pueden llegar a tomar carne y hueso, llegando a ser tan reales o más que el mismo autor, pero eso es así. Ha sucedido y no hay nada más que hablar ni decir al respecto. Por su parte él se limita a cantar aquella canción que dice: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ¡ay ay!

En su condición de benevolente y prolífico padre ha decidido unirles para siempre mediante un anzuelo en el que todos picarán. En estos tiempos que corren, nadie, nadie, ni siquiera Milarepa, renunciará a la posibilidad de blindar su futuro económico.  “Ad perpetuum et in signo aeternitatis”.

Que por su parte él no podía considerarse su dios, aunque alguno se lo pidiera de rodillas. Había caído en la tentación diabólica, dedicando parte de su tiempo a escribir, en lugar de emplear la totalidad del tiempo mortal que se le había concedido a generar riqueza para sí mismo y empleo temporal para los demás, y no era de extrañar que de tan diabólica decisión naciera algo tan demoniaco.

Que nunca le buscaran porque nunca le encontrarían y etc. Etc.

Todos se asombraron de semejante disparate. ¿De dónde había sacado aquel loco que ellos eran sus personajes? Sin embargo nadie renuncia a ser director, legales e intransferibles herederos de semejante fortuna. Ni siquiera un alma tan grande como Milarepa, quien vio colmados sus deseos kármicos de fundar una escuela espiritualista y de difundir la verdad de que todos somos hermanos en el Todo, sin dificultades económicas ni cortapisas de ningún tipo.

Aprovechando la cercana Navidad todos decidieron celebrarla en el rascacielos denominado Torre de Babel. Aunque esa es otra historia que se narra en los papeles que me fueron facilitados por Maribés, después de un largo e intenso beso a tornillo, que me supo a mieles.