LA ESCUELA ESPIRITUALISTA DE
MILAREPA
I
Mientras el doctor Sun
habla con Candelaria, la limpiadora aria, en el hall de la Torre de Babel (Ya
les contaré este diálogo surrealista en otro momento, lo tengo grabado).
Milarepa ha salido por un instante de la meditación transcendental en que ha
estado sumido horas y horas y más horas. No tengo una explicación para lo que
hace este tío. Solo se me ocurren dos hipótesis: o bien es un dormilón de siete
suelas o bien puede ver algo que nosotros no vemos y que debe ser muy
divertido, a juzgar por el tiempo que le dedica.
Al abrir los ojos,
sentado como está en la postura del loto, observa la ingente cantidad de basura
acumulada en el salón de conferencias del antiguo rascacielos, donde los
brokers hacían de las suyas. Para la fiesta de Nochevieja se desmontó la enorme
mesa de maderas nobles (no me pregunten de qué árboles, porque no soy un
experto) y se acumularon todos los muebles en un rincón. Alguien trajo de
alguna parte un equipo de música y hasta que los bailarines se agotaron
pudieron escuchar música de jazz, rock, rigue, regae o como se diga y otras
numerosas músicas bailables.
Aquí huele que apesta,
platos con restos de comida podrida tirados por todas partes, huesos de pollo,
raspas de sardinas, caparazones de crustáceos y otro tipo de basura que no
describo por delicadeza hacia el lector.
Milarepa tuvo la
intuición en aquel momento de que la escuela espiritualista, que tanto necesita
el mundo, bien podría estar surgiendo precisamente allí, entre la basura, al
fin y al cabo el local es amplio y muy adecuado para clases de yoga, de taichí
y resto de disciplinas orientalistas. Habrá que limpiar un poco, porque los
discípulos, los no iniciados aún, son incapaces de ver a la mente universal que
se oculta bajo repugnantes apariencias. Al otro lado del decorado
meticulosamente diseñado para nuestra interpretación en el teatro de la vida, o
“sease” el velo de Maya.
Con felina agilidad
Milarepa se puso en pie, dispuesto a iniciar la limpieza por su cuenta (no se
fiaba de Candelaria). Fue en aquel momento cuando hizo su aparición un extraño
personaje. Vestido de pies a cabeza con una túnica blanca, la cabeza rapada y
alrededor de la cintura tres o cuatro pequeños tambores que tocaba con pasmosa
maestría al tiempo que sus pies seguían el ritmo con gracia femenina. Se
presentó como Krosnamurti, azote de Occidente.
Como de momento no
pueden visionar el video les describiré con mi cálido verbo la situación. Ambos
se miraron con cierto recelo, como se mirarían dos perros encargados de cuidar
de la misma finca. Luego inclinaron la cabeza y juntaron las manos sobre el
pecho, en un saludo sin palabras, exclusivo de las grandes almas. Pronto se
enzarzaron en una conversación espiritual de altos vuelos y al enterarse
Krosnamurti del proyecto de Milarepa se ofreció como maestro de moral para
todos y todas, moral globalizada que dirían otros.
-Lo que necesita
Occidente es mano dura, palo en las costillas. No hay otra forma de que unos
consumistas natos sepan lo que vale un peine.
Y lo decía él,
Krosnamurti, con su calva reluciendo bajo la brillante luz de un día invernal,
que penetraba por los amplios ventanales sin haber pedido permiso a nadie.
Milarepa se le enfrentó y con palabras dulces le hizo saber que lo que no
lograra el cariño no lo lograría ni siquiera el palo.
-¡Por Krisna! Milarepa,
usted es un cándido corderito. Nadie aprende sin dolor, nadie escarmienta en
cabeza ajena.
Milarepa perdió los
estribos, algo de lo que luego se arrepentiría. Estos pecados los purgaba
siempre lavando su karma en el servicio al prójimo.
-Ya está bien,
Krosnamurti, nada de palos en la escuela espiritualista. El jefe soy yo y usted
se calla.
El apocalíptico Krosna
se enfadó y le volvió la espalda. Salió muy tieso, aunque regresó pronto. Había
comprendido que la fama de Milarepa y su dulzura atraerían más discípulos de
los que nunca tendría él. Pidió perdón humildemente y tocó los tambores
cantando “Hare Krisna, Hare, Hare” hasta que Milarepa accedió a perdonarle.
En penitencia le impuso
ayudarle en la limpieza y ambos se pusieron a la faena, no sin hacer planes
espiritualistas que elevaron sus espíritus y pronto elevarán los nuestros.
-Necesitaremos un
tatami, esterillas para las clases de yoga, incienso, flores recién cortadas
del jardín todos los días…
-Le prohíbo que vuelva a
mencionar el látigo. Aquí todo se hará con dulzura, con cariño, convenceremos a
los discípulos con amor y les haremos ver que las posesiones pasan y el
espíritu permanece. Luego irá usted con su tambor y sus cantos a reclutar
discípulos, pero ahora debe echarme una mano con la limpieza.
Milarepa sabe que con el
apocalíptico a su lado tendrá que hacer muchos servicios a la comunidad para
limpiar su karma. Una vez más se ha dejado llevar por sus instintos básicos. Ha
ensuciado su mente dejando que un pensamiento recorriera su mente a paso de
tortuga: “Solo el látigo de Krosnamurti atraerá discípulos a esta escuela.
Occidente ha olvidado ya lo que es el cariño”.
Continuará… Dios
mediante.