viernes, 5 de enero de 2018

DOCUMENTOS DEL VIEJO HOTEL II




De: Alias de MSNSlictik2  (Mensaje original)
Enviado: 28/08/2004 18:43

Aunque ustedes no se lo crean es mi deber informar de un hecho realmente insólito. Unos días antes de la inauguración del congreso de humoristas globalizados por la paz, se produjo un acontecimiento de hondo calado en la opinión pública, también globalizada. De los tanques criogénicos "Vitam post mortem", en Kansas city Kansas, salieron por sus propios pies y tomando el pelo a cuantos les rodeaban, los genios más grandes de la historia del cine y de la historia en general. El Gordo y el Flaco, los hermanos Marx, Buster Keaton y muchos más que ahora no tengo tiempo de citar.

Se ignora a qué se debió semejante milagro. Lo cierto es que los tanques criogénicos comenzaron a chisporrotear, sonaron las alarmas, se produjo un follón de mil demonios y cuando el consejo de administración en pleno de "Vitam post mortem" llegó al lugar de los hechos, ya andaban danzando por allí, en pelota picada, naturalmente, porque las ropas no pueden ser criogenizadas, no sé si ustedes ignoraban este hecho. No es para ser descrita la escena. Nos limitaremos a constatar que facilitarles ropas adecuadas a los resucitados no fue tarea fácil y sí muy divertida para ellos, para los cómicos, que se encontraban en plenitud de facultades físicas y mentales.

Se comenta que un científico loco, de esta empresa loca donde las haya, inyectó en las tuberias de plático que suministran lo necesario a los tanques un nuevo remedio que estaba experimentando: el cura-lo-todo AZ elevado al cuadrado. Esta parece ser la causa más lógica de lo acaecido. El Gordo, nada más salir de su tanque en pelota picada, se rascó las almorranas, descubriendo con asombro que ya no tenía almorranas. En cuanto le encontraron un traje adecuado y comió por los años que no pudo hacerlo (pidió hamburguesas con cebolla y pepinillo) se enteró de lo sucedido. Su amigo El Flaco compareció a su presencia rascándose la cabeza, para descubrir asombrado que ya no le picaba. El Gordo solicitó información no del año en que se encontraba la humanidad, que no le interesaba nada, sino del humor que se estaba haciendo actualmente.

Quiso la suerte que una bella azafata, allí presente, hubiera visto la noche pasada un programa de la CBS en el que se encomiaba el congreso mundial de humoristas por la paz del mundo que se estaba celebrando en el Hotel Joie de Vivre. No hizo mas que enchufar el televisor y apareció el rostro de Brunelli ocupando toda la pantalla. Respondía a una pregunta de una intrépida reportera de televisión.

-¿Puede decirme, señor Brunelli, qué espera de este congreso de humoristas por la paz en estos tiempos de violencia y crujir de dientes?.

Al Sr. Brunelli le entró la bien llamada risa tonta y no hubo manera de sacarle respuesta alguna.

-¿Quién es ese payaso, ese tal Brunelli?. Clamó el Gordo a grandes voces.

Es el humorista number one - le dijo la linda azafata, la más bella entre las bellas seguidoras de Brunelli- al menos es lo que él dice.

-Con que sí, ¡eh!, a ese payaso le voy ahora mismo a demostrar qué es humor y que los clásicos nunca morimos.

El Gordo cogió al Flaco del bracete y, rascándose la cabeza compulsivamente, me refiero al Flaco, los dos cogieron a la azafata con las manos que les quedaban libres y salieron de estampida hacia la zona de administracción donde en un santiamén les consiguieron pasaje en el primer avión hacia Ciudad-Luz.

Casi lo mismo pasó con los hermanos Marx y con otros viejos cómicos resucitados de improviso. Pero esa es otra historia. Lo importante es que Brunelli recibió un largo telegrama, lleno en un 90% de elogios y el resto con la escueta información de la resurreción de sus ídolos. En un principio creyó que se trataba de Priscila, por la longitud del telegrama, pero enseguida cayó en la cuenta de que su oronda figura era admirada en medio mundo. Se prometió visitar algún día a su linda admiradora anónima, la azafata de Vitam post mortem, para mostrarle su gratitud. Claro que tendría que esperar a que terminara el congreso y a que sus fobias y manias obsesivo-compulsivas se atenuaran. Para lo último podía contar con el Dr. Sun y para lo primero ahora contaría conla presencia de los más grandes entre los grandes. ¡Suerte que tiene Brunelli !, a pesar de considerarse uno de los peores gafes que se conocen.