Les habla Lotario
el reportero más dicharachero del diario desde su cocina donde hace unos días
escuchó una entrevista por la radio a un escritor. No voy a hacer publicidad de
la emisora pero tal vez este nuevo diario acabe necesitando de la publicidad para
sobrevivir. Es ley de vida.
La escena no es
actual, tiene unos días de vida. El escritor ha tenido la "mala
suerte" de que su "ex" se vaya a casar con un príncipe azul, de
los de verdad. Las preguntas iban por el morbo que parece ser el instinto
básico más socorrido en nuestro morboso siglo XXI. El autor confesaba que lo
importante era que le leyeran, cuantos más mejor, luego que cada cual se
hiciera su composición de lugar y decidiera según su conciencia. Tirar a la
papelera el texto o utilizarlo a su leal saber y entender. Las preguntas
continuaron sobre la diana del morbo pero yo me quedé con la copla de que te
lean aunque sea mal. Como aquel dicho de que hablen de ti aunque sea mal.
Lotario no es un
experto en temas literarios a pesar de que le hayan puesto a redactar esta
columna pero sí entiende lo suficiente como para preguntarse qué haría un autor
porque le leyeran. No es lo mismo pero sí parecido a que hagas una película que
te ha costado dos mil millones de dólares sólo para verla con tus amiguetes en
el salón de tu casa con unas latas de cerveza y mucha camaradería. El autor
también gasta, no se crean, que si unos folios y unos bolígrafos, que si un
ordenador que hay que amortizar. No es para llamar por el móvil a unos cuantos
amiguetes, quedar en el salón, tomarse unas birras y soltarles el rollo. El
esfuerzo pide más mucho más. Algo así como que te lean, cuantos más mejor y
aunque sea mal.
¿Qué estarían
ustedes dispuestos a hacer para que les leyeran? Desde luego lo de los
concursos literarios no está mal. Lo de Internet puede que hasta esté mejor, lo
de soltarle el rollo a tu señora y a los niños en un momento de descuido
también tiene su riesgo y lo de ir buzoneando con tus textos tiene su mucho de
aventura morbosa (nunca sabes lo que te puede pasar). Pero tal vez sea
necesario algo más. No se puede pedir que tu "ex" se case todos los
días con un príncipe azul ni que te llamen de un reality show para contar las
vergüenzas de tu vida de escritor pero tal vez un poco de imaginación ayudaría.
Un estriptease por ejemplo quitándote con morbo los textos del cuerpo y
arrojándolos con sensualidad a la concurrida concurrencia podría dar resultado.
Ya lo creo que sí. O tal vez colarse en un estadio de fúbtol con una mochila
enorme repleta de textos fotocopiados y allí expandirlos a diestro y siniestro
con un ventilador. Creo que eso no es delito y no hace daño ni al árbitro, ni a
los linieres ni a quien le caiga en la cabeza. Un textazo de nada es poquita
cosa y a lo mejor hasta con eso del morbo consiguen ustedes algunos lectores.
¿Vale todo para
que te lean? ¿Es tan importante que te lean? Vaya pregunta tonta. Como que si
nadie leyera esta columnita de Lotario el reportero más dicharachero del diario
iba a estar rompiéndome las neuronas para que quede gracioso.
Bueno y a ver si
con un poco de suerte alguien se apunta a esto del periodismo que me siento muy
solo en la redacción. Que lo mío no es mirar a las apabardas sino estar en
movimiento como una peonza. Que si suena el teléfono, que si repican los faxes,
que si se monta un alboroto de padre y señor mio porque es la hora de cerrar y
nadie tiene escrita su columna porque se han pasado el rato cotilleando de
todo. Esto, esto es lo mío. Incluso sería capaz de hacer como en esa película
tan divertida de Wilder con Jack Lemon y Mathau, ramake de aquella otra con
Cary Grant y... y... ¡Vaya no me acuerdo ni de la actriz ni del título!. Pues
eso que hasta me iba a escribir la crónica de una ejecución con tal de hacer
periodismo movido. Lo de estar aquí sentado mirando la pared no es lo mío.
Bueno si quieren aquí me tienen para una parrafadita.