BRUNELLI
Y LA SEÑORITA ZINGARA DE FUEGO
Brunelli
responde al envite de la gitana
Brunelli,
vestido de charro, con un gran sombrero sobre su peluquín, las manos al cinto,
las pistolas en las cartucheras, bien sujetas a las caderas, se ve como un
figurín, pero habría que ponerle delante un espejo, para que se diera de bruces
con la cruda realidad. Sus marichis no dejan de carcajearse a hurtadillas.
Observa el gesto de la gitana, enseñando sus piernas (más hermosas que las de
Ava Gadner) y por poco se le caen encima los palos del sombrajo. Se pone muy
nervioso, pero aún así no quiere perder la ocasión.
-Señorita
Zíngara de fuego, puede darse por admitida en nuestra humilde comparsa o
comparsita. Será un placer, un verdadero placer (no lo sabe usted bien) y en
cuanto a su futuro, no se preocupe que ya se andará el camino y llegaremos a la
posada. Pero antes de nada, me gustaría, me gustaría...que me leyera usted la
pierna...digo...digo la mano. Borre eso y discúlpeme, por favor. Podríamos
sentarnos un momento a la mesa que Alpedrete está preparando para la señorita
Mia y el Sr. Cacho. Allí podría leer las líneas de mi mano. Necesito conocer el
futuro. Después de la broma de Alvarito sufrí una seria depresión. No me
gustaría que este carnaval terminase mal para mí.
Alvarito
y su campanilla aparecen repentinamente
Alvarito
comparece sorpresivamente, a lomos de sus patines atómicos y logra producir en
Brunelli una sensación como de “dejá vu” (de hecho él no lo sabe, pero su
creador intentó subir tres veces el texto anterior y el ordenador le hizo un
extraño, mejor dicho tres extraños).
Carcajeándose
de Brunelli se acerca a la señorita Zíngara de fuego –cuyas piernas ya
descritas- pudo ver de lejos y le coloca ante los ojos una pancartita o bocado
de historieta de comic. En él dice lo siguiente:
“SEÑORITA
ZÍNGARA, SE OLVIDÓ USTED DE DIRIGIRSE A BRUNELLI EN LETRA NEGRITA, ALGO ASÍ
COMO “A LA ATENCIÓN DEL SEÑOR BRUNELLI”. PORQUE A ESTE HOMBRE NO SE LE ESCAPAN
UNAS BUENAS PIERNAS EN VARIAS LEGUAS A LA REDONDA, QUE SI NO SE HUBIERA
PERDIDO. RECUERDE USTED LAS INSTRUCCIONES, PLEASE, RECUERDE”.
Al
salir disparado con sus patines, golpea a Brunelli que da vueltas como un
trompo, termina en el suelo. Entre las risas de Zíngara, de los mariachis y de
Alvarito. Brunelli se levanta de malhumor y le pide a su mariachi que vaya a
animar al resto de huéspedes, a ver si se van apuntando al desfile de carnaval.
La comparsa de Brunelli
llega al bar de Mórtimer, con Pestolazzi de torero y el doctor Sun de
banderillero.
Pestolazzi siente pánico de que sus bromas y sorpresitas, tan finamente hilvanadas en su mollera (cráneo donde se muelen las ideas) terminen en agua de borrajas o en mucho ruido y pocas nueces. Parece que el carnaval no acaba de cuajar. Por eso se ha ido a Cacho´s y se ha comprado un traje de torero, grana y oro. A continuación se ha acercado por el despacho del doctor Sun.
-No quiero que usted me estropee el carnaval con un estúpido suicidio en el orgasmatrón. Tendríamos aquí a las autoridades metropolitanas y federales, revolviéndolo todo. O me sigue en la comparsa de Brunelli o le suprimo la nómina y le echo a la calle, como me llamo Pestolazzi.
El doctor Sun agachó las orejas y le siguió a Cacho`s, donde Pestolazzi le endilgó un traje de banderillero, con dos banderillas de fuego incluidas, una en cada mano.
De esta manera tan ridícula se sumaron a la comparsa de Brunelli que se dirigía al bar de Mórtimer, intentando recoger por el camino a todo el que se prestara.
Los mariachis tocan y cantan en honor a Pestolazzi el pasodoble “Suspiros de España” (con ayuda de la banda de trompetería y tambores del Centro Español, dos manzanas más arriba del hotel). De esta forma entran en el bar de Mórtimer, dispuestos a dar la murga y tomarse unas copitas. Luego irán a Cacho`s, al Spa, a la guardería y donde lleve la juerga...¡Olé! Grita Pestolazzi y extiende su capote, dispuesto a dar unos pases de pecho.