jueves, 17 de marzo de 2022

TEMAS SUELTOS DEL HOTEL DE LOS DISPARATES II

 


 

 

                    BRUNELLI Y LA SEÑORITA ZINGARA DE FUEGO

 

Brunelli responde al envite de la gitana

 

Brunelli, vestido de charro, con un gran sombrero sobre su peluquín, las manos al cinto, las pistolas en las cartucheras, bien sujetas a las caderas, se ve como un figurín, pero habría que ponerle delante un espejo, para que se diera de bruces con la cruda realidad. Sus marichis no dejan de carcajearse a hurtadillas. Observa el gesto de la gitana, enseñando sus piernas (más hermosas que las de Ava Gadner) y por poco se le caen encima los palos del sombrajo. Se pone muy nervioso, pero aún así no quiere perder la ocasión.

 

-Señorita Zíngara de fuego, puede darse por admitida en nuestra humilde comparsa o comparsita. Será un placer, un verdadero placer (no lo sabe usted bien) y en cuanto a su futuro, no se preocupe que ya se andará el camino y llegaremos a la posada. Pero antes de nada, me gustaría, me gustaría...que me leyera usted la pierna...digo...digo la mano. Borre eso y discúlpeme, por favor. Podríamos sentarnos un momento a la mesa que Alpedrete está preparando para la señorita Mia y el Sr. Cacho. Allí podría leer las líneas de mi mano. Necesito conocer el futuro. Después de la broma de Alvarito sufrí una seria depresión. No me gustaría que este carnaval terminase mal para mí.

 

Alvarito y su campanilla aparecen repentinamente

 

Alvarito comparece sorpresivamente, a lomos de sus patines atómicos y logra producir en Brunelli una sensación como de “dejá vu” (de hecho él no lo sabe, pero su creador intentó subir tres veces el texto anterior y el ordenador le hizo un extraño, mejor dicho tres extraños).

 

Carcajeándose de Brunelli se acerca a la señorita Zíngara de fuego –cuyas piernas ya descritas- pudo ver de lejos y le coloca ante los ojos una pancartita o bocado de historieta de comic. En él dice lo siguiente:

 

“SEÑORITA ZÍNGARA, SE OLVIDÓ USTED DE DIRIGIRSE A BRUNELLI EN LETRA NEGRITA, ALGO ASÍ COMO “A LA ATENCIÓN DEL SEÑOR BRUNELLI”. PORQUE A ESTE HOMBRE NO SE LE ESCAPAN UNAS BUENAS PIERNAS EN VARIAS LEGUAS A LA REDONDA, QUE SI NO SE HUBIERA PERDIDO. RECUERDE USTED LAS INSTRUCCIONES, PLEASE, RECUERDE”.

 

Al salir disparado con sus patines, golpea a Brunelli que da vueltas como un trompo, termina en el suelo. Entre las risas de Zíngara, de los mariachis y de Alvarito. Brunelli se levanta de malhumor y le pide a su mariachi que vaya a animar al resto de huéspedes, a ver si se van apuntando al desfile de carnaval.


 


 

                   La comparsa de Brunelli llega al bar de Mórtimer, con Pestolazzi de torero y el doctor Sun de banderillero.

 

Pestolazzi siente pánico de que sus bromas y sorpresitas, tan finamente hilvanadas en su mollera (cráneo donde se muelen las ideas) terminen en agua de borrajas o en mucho ruido y pocas nueces. Parece que el carnaval no acaba de cuajar. Por eso se ha ido a Cacho´s y se ha comprado un traje de torero, grana y oro. A continuación se ha acercado por el despacho del doctor Sun.

 

-No quiero que usted me estropee el carnaval con un estúpido suicidio en el orgasmatrón. Tendríamos aquí a las autoridades metropolitanas y federales, revolviéndolo todo. O me sigue en la comparsa de Brunelli o le suprimo la nómina y le echo a la calle, como me llamo Pestolazzi.

 

El doctor Sun agachó las orejas y le siguió a Cacho`s, donde Pestolazzi le endilgó un traje de banderillero, con dos banderillas de fuego incluidas, una en cada mano.

 

De esta manera tan ridícula se sumaron a la comparsa de Brunelli que se dirigía al bar de Mórtimer, intentando recoger por el camino a todo el que se prestara.

 

Los mariachis tocan y cantan en honor a Pestolazzi el pasodoble “Suspiros de España” (con ayuda de la banda de trompetería y tambores del Centro Español, dos manzanas más arriba del hotel). De esta forma entran en el bar de Mórtimer, dispuestos a dar la murga y tomarse unas copitas. Luego irán a Cacho`s, al Spa, a la guardería y donde lleve la juerga...¡Olé! Grita Pestolazzi y extiende su capote, dispuesto a dar unos pases de pecho.