NOTA PREVIA/El club de millonarios se fundó originalmente en la página de Arihua, ahora no recuerdo su nombre, donde colaboré durante una temporada, hasta que todo se vino abajo por unos problemas que ya ni recuerdo. De allí recalamos en la Casa de Asterión, donde el Hotel de los disparates funcionó a todo tren, pero no así el club de millonarios, creo recordar, que fue tragado por la vorágine del hotel. No obstante resucitó en el taller de la escuela de escritores Alonso Quijano, un intento fallido de taller humorístico, que se vino abajo por falta de participación. Este texto pertenece al club de millonarios de Arihua.
Cena en el club de millonarios
Cena en el club de millonarios
Llegó el momento
anhelado. La inauguración del club de millonarios ya es una realidad.
Potrilla-Tracia envió todas las invitaciones por mensajería y con acuse de
recibo. Creo que hasta una millonaria a la que llaman Gaviota, por su velero
del mismo nombre, con el que recorre el mundo una y otra vez, ha recibido una
invitación por radiograma.
Se afilan los
dientes pensando en manjares exquisitos y en un guateque donde no faltarán
lindas damas y bellos caballeros que se moverán con la elegancia que solo se
encuentra ya en estas cenas de la "creme de la creme" del mejor de
los mundos.
Slictik está
viajando en una larga y negra limusina, como si de una noche de walpurgis con
ruedas se tratara. A su lado Asmodeo se frota tanto las manos imaginando su
entrada en el club, que comienzan a salir chispas. Baldomero, el chofero, ha
puesto el grito en el cielo temiendo que la limusina se incendie y se
transforme en un ataud rodante. Slictik-Mefisto viste una gran capa negra y
oculta su aviesa mirada tras un antifaz negro. Parece el conde Drácula
dispuesto a clavar colmillos donde haga falta.
2005-02-03
20:28:08
Aún nos quedan
unas horas para que la recepción de comienzo. Me consta, porque soy narrador
omnisciente, que en el club hay un camarero muy raro. Camina tan inclinado que
uno diría tiene miedo de que se le suelten los cordones de los zapatos. Nadie
sabe su nombre ni qué hace allí. El narrador omnisciente, en cambio, acaba de
reconocer a su admirado Groucho Marx. No hace mucho tiempo permanecía en un
tanque crionizado en un lugar secreto, a la espera de que pudieran resucitarlo.
Alguien lo ha conseguido. Se sospecha de Mefistófeles.
Un hombrecito
delgado, con gafas de concha, pinta de intelectual que no se ha comido una
rosca en su vida, y que no cesa de hablar con todo aquel que se pone a tiro de
sus problemas con las mujeres, con el matrimonio, con la vida, con Dios, con el
universo, consigo mismo, con el cine.... Todos piensan que es un gorrón que
habla porque aún no se ha puesto la mesa, pero al narrador omnisciente le
consta que se trata de su viejo amigo, Woody...Woody Allen, que ha sido
contratado para tocar el clarinete por la anfitriona, que no se creerá nunca
que tras esa figura pueda encontrarse un auténtico millonario, tan aficionado a
tocar el clarinete que se disfrazaría de diablo si le permitieran hacerlo en el
infierno.
Arihua, bajo su
disfraz de aristócrata dieciochesca, charla amigablemente con la anfitriona que
viste de vampira con la cara lívida, colmillos que le cruzan el labio inferios
y un antifaz rojo.
Se aguarda la
presencia de un millonario mexicano que viaja de incógnito. La de un torero
famoso, la de un tal Calavera no se qué... que dicen es un millonario
excéntrico que le gusta disfrazarse de pistolero, de llanero solitario, para
robar a sus amigos los millonarios a quienes luego hace llegar lo robado con
billetitos en verso, muy graciosos.
Todo está
dispuesto para la cena. Se pueden colar gorrones, aunque no sean millonarios.
Creo que ya hay uno, vestido de hindú y con rostro y figura de Peter Sellers.
Con las manos por delante camina apretando los muslos, como si una necesidad
perentoria le impulsara. No sabemos cómo terminará esta cena, pero promete ser
divertida. No se la pierdan amigos, creo que la puerta de la cocina está
permanentemente abierta para los proveedores. Cuélense y disfruten de lo que
puedan.
Slictik