lunes, 22 de octubre de 2018

TALLERES IX







                   UN PROFESOR A DOMICILIO

  Por primera vez en su larga vida profesional el egregio profesor John Cabezaprivilegiada realiza una visita a un domicilio particular, concretamente al dulce hogar de Slictik con el fin de examinar un relato de un retoño.

Lo hace de mil amores previa amenaza de ser destruido por parte de Slictik que le ha conminado violentamente (que te piso la cabeza) para realizar una crítica literaria fría y objetiva como en él es habitual. Así pues encuentra el portal abierto, algo casi milagroso en el edificio,y se cuela al interior. En el vestíbulo se encuentra con una vecina que le mira muy mal, de arriba abajo como si quisiera echarle mal de ojo. El aspecto del profesor es un tanto extravagante, sirva ello como justificación de la conducta grosera de la vecina. Viste una levita al estilo Red Butller en lo que el viento se llevó, solo que a él le cae mucho peor dada su delgadez extrema y la forma tan rígida de caminar que parece se fuera a quebrar en cualquier momento. Porta sobre la cabeza un sombrero butleriano (como los que llevaba el orejón de Clarke Gable).
En lugar de coger el ascensor trepa por las escaleras saludando a los numerosos vecinos que como buenos cotillas se han enterado instantáneamente de la visita de tan egregio personaje. Se levanta el sombrero con la delicadeza de un aristócrata y las vecinas chillan y se muerden las uñas ante semejante caballerosidad. Llama al timbre del piso de Slictik, 2ºE por más señas, y le abre la puerta la señora de Slictik llamada Karen Latic quien por un omento cree se trata de Juan Pardo disfrazado y se desmaya. El profesor la coge al vuelo y le arrea dos bofetadas muy suaves y cariñosas que la vuelven en sí.

Explica que su marido se encuentra en la montaña y su hija, la princesita, también pero en otro lugar. El profesor lamenta que Slictik le haya enviado pero debe cumplir su misión o lamentará no haberlo hecho. Ruega a Karen Latic, que se mira en el espejo del pasillo por ver si ha engordado dos gramos, que le muestre el cuarto de su retoño. Ella abre la primera puerta a la izquierda nada más entrar y seguidamente se lleva los dedos a la nariz.

-Huele horrible, usted disculpe, profesor.

El profesor saca del bolsillo de la levita un pañuelo perfumado y se lo lleva a la napia. Inspira fuertemente y da un paso hacia el interior. Al fondo, junto a la ventana se encuentra el retoño. Un jovencito larguirucho casi esquelético, melena estropajosa, rostro lleno de pecas, patillas y perillas a lo Ivan el Terrible y una expresión de perrito dispuesto a morder. Ha sido interrumpida su atención de un video-juego en el que un personaje no deja de hacer grup...grup.... a pesar de haber sido pausado. No se levanta para saludar al profesor, falta de educación disculpable en estos jovenzuelos, tan gamberretes ellos.

El profesor explica el motivo de su visita y ruega al jovenzuelo le haga con una copia de su trabajo que examina detenidamente. Este le alarga unos folios impresos y continúa con su juego donde el personaje no deja de hacer grup...grup... karen Latic ruega al profesor que disculpe a su retoño y aguarde unos segundos mientras le trae una silla donde sentarse. Vuelve con una  de la cocina, limpiada a conciencia, pintada y barnizada y luego secada con el secador. La sitúa junto a la pared procurando no toque en ella y sienta al profesor de un empujoncito. Tiene prisa, ha sido pillada en plena limpieza hogareña.

El profesor ni corto ni perezoso comienza a leer. "Era una fría noche de invierno". Y hielo le rechina. Jovenzuelo, ¿no sabe usted que debe utilizarse la "e", nieve y hielo? Como las vocales forman combinaciones ripiosas es mejor que cambie la frase. "Cubierto por una fina capa de hielo oculta por la nieve caída". Nada impide que un viento sea al mismo tiempo suave y helado. Podría decirse "suave y helado viento".

La pregunta es cómo pueden verse las hojas en un suelo cubierto por una capa de hielo y de nieve. ¿Acaban de caerse? Otra vez "pequeñas pero veloces". Las nubes pueden ser pequeñas y veloces a la vez, sobra el pero. Pequeñas y veloces.

El profesor tose y retose como es su costumbre. Finalmente dice:

-Jovenzuelo. Tiene fallos de principiante "pero" aquí sí es pertinente el pero su estilo es mejor de lo que pensaba y su forma de narrar tiene suspense, fluidez, un encanto que hace augurar una mejor carrera que la de Slictik. La primera escena está muy bien rematada, tiene interés y los hechos violentos están muy bien descritos. El paso a la segunda escena es suave y está bien engarzada. El flashback del pasado anima en lugar de entorpecer la narración.

El profesor continúa leyendo. La narración es fluida y amena y el estilo impecable para un jovenzuelo que no ha escrito mucho. Los personajes y la acción están muy bien trazados. Las descripciones son sobrias y ajustadas a la narración. Cabezaprivilegiada acaba la lectura con un suspiro. Tose y retose antes de dar un dictamen.

-Confieso que no me esperaba esto de usted, jovenzuelo. Slictik a su edad no escribía tan bien. Lo sé porque he leído algo de lo que escribió a sus jovenzuelos años y usted le supera, amiguito. Estoy tentado de suponer un plagio pero no creo que usted se atreva a tanto. Si me permite un consejo utilice el humor, cree personajes que derrochen humor, bufones que aligeran la narración y la hacen más digerible. En eso Slictik es un maestro aunque su forma de narrar deja mucho que desear. Y no se lo diga ni se le ocurra comentárselo porque me cortaría el gaznate.

El jovenzuelo que ha dejado de jugar durante la explicación se levanta y estrecha la mano del profesor que acaricia su cabecita de chorlito en un gesto cariñoso muy poco común en la rigidez de sus ademanes. Aparece karen Latic que acaba de apagar el susto, es decir el aspirador y despide al profesor halagándole.

-¡Usted sí que es elegante, profesor y pulcro. Debería decirle a Slictik que le copia. Por cierto que no se olvide de buscar un hotel en el Bierzo y que se eche al pilón antes de volver a casa y que....

El profesor inclina la cabeza y sale pitando. Con esta mujer si uno se descuida no hace otra cosa que oír consejos y sermones.

    Fin