viernes, 3 de julio de 2020

TALLERES XVII



                       COORDINANDO EL MUSEO


El tío de nuestro simpático personaje, el botones, es presidente del Consejo de Administración del Hotel. Hombre culto donde los haya, propuso conminatoriamente al Consejo la construcción de un museo adyacente al hotel junto con el cabarete que ya hemos conocido. El último tiene mucho éxito, pero el museo ha permanecido cerrado hasta ahora.

     Se debe sobre todo al Sr. Pestolazzi que considera una pérdida de tiempo mantener un museo. Ni siquiera el argumento,  de que los visitantes al museo pueden sentirse tan a gusto que se queden a dormir, le ha convencido. Ha puesto un candado en la puerta y hace oídos sordos al presidente del Consejo. Pero la llegada de Brunelli y sus humoristas ha puesto patas arriba el hotel. Alguien ha roto el candado y el museo queda abierto para todo el que quiera colocar allí sus obras de arte.

     Un pintor, que no sé si no será Filo disfrazada (¡Y dale con el disfraz!), ha decidido exponer allí sus cuadros. Brunelli ha decidido experimentar un nuevo tipo de humor, la dichosa performance esa o como se llame. Para quienes no hayan oído hablar de ella, al parecer consiste en un humor más bien provocador y grosero. Aquí, en la tv de este país, un humorista italiano que dice hacer performance arrojaba trozos de sandía a los espectadores de su programa, o los duchaba o les arrojaba curos de pintura. Vamos que es un humor tan sui generis que raya o linda con la broma pesada que suele acabar a tortazos.

     Otro tipo de performance puede ser la del pintor que se dedica a poner toldos de colores a todo lo que encuentra, montañas, puentes, edificios. Ahora mismo no recuerdo como se llama, pero hubo un tiempo en que salía bastante en tv. Otro tipo de arte o humor performance pudiera ser las esculturas vivas, es decir humanos en pelota picada haciendo de estatutas en una sala del museo. La performance es provocadora, algo así como un WC en medio de un salón de arte, para que lo use quien lo desee, cara al público. Arte performance, arte moderno, arte provocador. A ver quién se anima. De momento Brunelli ya tiene preparadas algunas obras de arte de este calibre.

    En un salón contiguo se han colado una troupe de mimos que intentan remedar a nuestros políticos y personajes célebres del cine y la tv. Aunque se trata de un humor más bien visual, la literatura puede con todo, tiene anchas espaldas y muchos siglos a cuestas.

    En el museo cabe todo. Desde cuadros cubistas elevados al cubo hasta lo más raro de las nuevas galerías de arte contemporáneo. Arte cotidiano, podría llamarse, una estatua de rollos de papel higiénico o lo que la imaginación de los nuevos artistas llegue a dar de si.

      El próximo sábado, una de arte clásico y contemporáneo (se puede traer la Venus de Milo, mangada del correspondiente museo o el discóbolo de Mirón o las meninas de Velazquez, lo que se quiera). Les animo a todos, entrañables talleristas, a pasar un rato divertido en el museo del hotel donde en pocos días tendremos la esencia del nuevo arte del futuro, algo así como un adelanto del siglo XXII. Un abrazo a todos ahora porque dentro de unas horas voy a tener las manos muy ocupados decorando el museo.

              



           

                 EL SUEÑO DE PESTOLAZZI

La primera noche del día en el que se reabrió el hotel Pestolazzi se acostó tarde, cansado de atender huéspedes y de las extravagancias de alguno de ellos. Roció la habitación con esencia de rosas (no podía pegar ojo si rondaba algún mal olor cerca) y tras tomarse una tila fría se acostó en su lecho, estiró las sábanas hasta que éstas ocultaron su cabeza y dándose la vuelta hacia el lado derecho se quedó dormido; no sin que antes pasaran por su cabeza toda clase de pensamientos y por su corazón toda clase de sentimientos, algunos no muy positivos.

En lo más alto del Pico Agujas, en la cordillera de Las Bordadoras (así llamada por el encaje de bolillos de sus crestas) Don Sata, con su capa negra al viento, levitaba a unos metros del suelo. Pestolazzi, que lo contemplaba desde lejos, se sintió atraído por él, como un gigantesco imán hubiera propulsado un puñado de limaduras de hierro, se encontraran donde se encontraran éstas.  Cayó a los pies de Don Sata y oyó su voz profunda de bajo como una campana tocando a muerte en la noche.

-Pestolazzi, todo el mundo será tuyo si postrándote a mis pies me entregas tu alma.

-Pero señor, antes necesito saber qué sentiría si pierdo mi alma y hasta qué punto sería mío el mundo que me prometéis.

-Tipejo de poca fe. Levántete y mira.

Pestolazzi se alzó y observó a su alrededor. El paisaje era hermosísismo. Siguiendo la dirección del dedo que D. Sata extendía, primero en una dirección y luego en otra, pudo ver el ancho mundo, todas sus gentes y todas sus pompas.

-Me interesa señor. ¿Hasta qué punto sería mío?.

-Tú, Pestolazzi, dominarías los pensamientos de las gentes, desde la sombra de sus subconscientes, y sus conductas, con impulsos irresistibles que achacarían a sus deseos malsanos. Como si fueras el dedo del destino precipitarías los acontecimientos en la dirección que indique la flecha de tus deseos.

-Esto está bien. ¿Pero qué sentiría si pierdo mi alma?

-Nada. ¿Quieres que te muestre a todos aquellos que ya la han perdido?

Y señalando el horizonte Pestolazzi pudo ver cómo se iban formando en el cielo el rostro de aquellos que dominaban el mundo. Personajes todos muy conocidos, cuyos nombres no vamos a desvelar por miedo a las represalias.

-Sí, estoy de acuerdo con usted, Don Sata, no creo que ni uno de ellos sienta por un instante el vacío que supone haber perdido su alma a sus manos. De acuerdo. Aquí tiene mi alma y sea lo que Dios quiera....