CÓMO CREAR TU PROPIO PAÍS DESDE LA NADA
Estoy en condiciones de aportar aquí la narración completa de cómo el millonario Slictik logró algo que ningún otro millonario del mundo ha logrado hasta ahora, tener su propio país. No puedo aseverar que a ningún otro se le hubiera ocurrido algo así, no hay nada nuevo bajo el sol, que dijo el sabio Salomón, pero lo que sí es cierto e indubitado es que nadie hasta que llegó él fue capaz de llevar a la realidad esta idea delirante. Si eres un millonario como hay que ser y tienes millones y poder suficiente para hacerlo, ¿por qué no crear tu propio país? Es cierto que algunos han logrado llegar a presidente de un país, tienes dinero, tienes apoyos, tienes sangre fría y te lanzas al ruedo de la campaña electoral, prometes aquí y allá, haces cosquillas a quien tienes que hacerlas, y …¡zás! que ya eres presidente, oye. Si, vale está muy bien, pero vas a tener serios problemas, tienes que enfrentarte a los de tu propio partido que no están de acuerdo en esto o en aquello; tienes que enfrentarte a un parlamento que aunque sea mayoritariamente tuyo, o de tu partido, siempre te va a poner pegas cuando menos lo esperas; tienes que enfrentarte a la maldita prensa que te pone a caer de un burro sin respetar tu estatus y sobre todo que has conseguido ser millonario con un gran esfuerzo; tienes que enfrentarte a la población de tu propio país compuesta de blancos, negros, amarillos, cobrizos, emigrantes, legales e ilegales, de la montaña, del llano, de puertos pesqueros… ¿Cómo solucionas todo esto?
El millonario Slictik, hombre sencillo y práctico, al que nunca se le escapó una, encontró la cuadratura del círculo y cuadró el círculo y circuló el cuadrado. Pues muy fácil, te construyes tu propio país. Comienzas por el territorio, porque sin territorio no hay país. Las informaciones, la documentación, los cotilleos, los archivos históricos, los testigos y protagonistas, todo está manipulado, enredado, enrevesado, sin pies ni cabeza. Por eso no estoy en condiciones de aportar pruebas irrefutables, solo atisbos, deducciones, probabilidades, la máxima verosimilitud en unos acontecimientos que algunos hasta niega que se produjeran. Es cierto que el millonario Slictik, que tal vez padeciera el síndrome de Diógenes, lo guardaba todo, papeles, pendrives, grabaciones de conversaciones, colecciones de fotos, trucadas y sin trucar, y hasta sus calzoncillos desechados tras ser usados una sola vez y un solo día, en eso era extraordinariamente escrupuloso, tal vez para evitar broncas matrimoniales. Es cierto que he podido hacerme con grabaciones que me harían millonario si las sacara a subasta, grabaciones en las que se oye al millonario Slictik confesar sus pensamientos más recónditos con total desfachatez, al tiempo que todo aquel que es alguien en este puñetero mundo le da la réplica con total desvergüenza. Pero esto es algo que no se me ha pasado ni por el pensamiento, porque estaría muerto antes de pensarlo. Y no es broma, porque tengo algunas pruebecitas que me hacen pensar que antes de ser contratado por el propio Slictik como cronista de esta historia, me fue injertado un chip lector de pensamientos en alguna parte del cerebro que estoy buscando. Sin duda que semejante hazaña solo pudo ser llevada a cabo por el profesor Cabezaprivilegiada. Así pues nunca pienso en ello más de un segundo, tiempo que estimo no puede ser procesado por mi chip, ya que de otra manera no habría disco externo ni servidor que pudiera almacenar toda la información que pasa por mi cabeza, que es mucha.
Si es cierto, tengo informaciones sobre Slictik que podrían cambiar la faz de este planeta, pero lo que no tengo es ni puñetera idea de cómo se creó realmente el País de la Alegría. ¡Dios, qué enredo! Ni siquiera sé si el territorio que hoy es el país de Slictik pertenecía al país que linda con él y que no voy a decir, que cada uno lo busco en el mapa, que bastante trabajo tengo con lo mío. Tampoco sé si era una selva tupida, como dicen algunos, y que el millonario taló de arriba abajo. Ignoro si estaba habitada por alguna tribu, como dicen algunos, o solo por animales sin importancia a los que se podía exterminar sin más o atrapar para formar parte del zoo más importante del planeta. Se dice que realmente existieron tribus muy atrasadas a las que se vistió a lo moderno, se enseñó un poco de inglés, para andar por casa y se les dio unos barracones de madera en los suburbios. Se dice que el resto proceden de la emigración, legal e ilegal, pero perfectamente controlada, al país de Slictik solo entraron los que él quiso que entraran y eso tras un examen exhaustivo y la aprobación personal del millonario. Se dice que él creó el gobierno, como creó el consejo de administración del Hotel de los disparates, también el parlamento, también el ejército, también las fuerzas de seguridad, se dice que hasta eligió a cada uno de los turistas que visitaron el país. Fue decisión suya contratar como director del hotel a Pestolazzi, invitar a Olegario Brunelli, el humorista number one a la convención mundial de humoristas preparada por el propio millonario. Se dice… La verdad es que yo no me creo nada, porque ningún ser humano tiene tanto tiempo como para hacer todo esto “in person”, aunque seas millonario y tengas todo el tiempo libre del mundo, porque todo te lo hacen los demás, tus asesores fiscales, tu asesoría jurídica, tus ejecutivos blindados, tus representantes legales, tus encargados, tus criados… Es cierto que no tienes nada que hacer, pero disponer de tanto tiempo como se supone que lleva crear tu propio país, tomando las decisiones “in person”, eso es harina de otro costal.
Vamos, que no me lo creo, pero la documentación y todo lo adyacente, colindante y colateral, está tan enredada que podría ser cualquier cosa y ninguna, a la vez. Lo que sí es cierto y comprobable es que el millonario Slictik terminó siendo dueño de su propio país, su propia Hacienda pública, su propio ejército, su propia policía, su propio parlamento y hasta sus propios ciudadanos que votaban cuando él quería y en la forma que él quería. Lo del hotel de los disparates fue un capricho de niño díscolo. Pero hasta en esto se puede ver la mano peluda que mece la cuna. Aunque debo decir que el tiro le salió por la culata, porque a pesar de la elección personal de la dirección del hotel, el servicio, los turistas y todo lo que se les ocurra, lo cierto es que aquí se equivocó el millonario y metió la pata hasta el corvejón, porque todos se le rebelaron y decidieron hacer lo que les diera la gana y suprimir a Slictik de su memoria. De esta forma el hotel de los disparates fue una isla de libertad en medio de un país chiquitito, pero país, controlado por el omnipotente Slictik, no en vano era su país y solo suyo. El entramado de relaciones internacionales está tan enrevesado como todo lo demás, por lo que no voy a entrar en ello. Baste decir que de la noche a la mañana, en una costa tropical, se talara la selva o no, se vistieran de moderno las supuestas tribus que lo habitaban, se comprara este territorio al país vecino por cuatro chavos y se hiciera todo a escondidas de todo el mundo, lo cierto es que surgió el país, fue reconocido internacionalmente, pidió entrar en el club de paraísos fiscales y fue admitido, y todos fueron felices y comieron perdices, excepto los que habitaron el hotel de los disparates, que iban de conflicto en conflicto y tiro porque me toca.
Como todo está tan enrevesado no puedo aportar documentación y como tengo el chip en el cerebro no puedo ni plantearme hacer pública la información que tengo sobre el millonario Slictik ( y no me ha pillado el chip porque aquí lo que cuenta es lo que uno tarda en pensar y no en escribir). Así que este capítulo lo rellenaré con papelorios que he encontrado en los archivos del viejo hotel de los disparates, vengan o no a cuento. Y ahora sí, una vez que les he puesto en antecedentes del millonario Slictik y del país, solo queda dedicarse a hilvanar una historia lo más cronológica y coherente posible del hotel de los disparates.