viernes, 18 de diciembre de 2020

TALLERES XXXIII

 

 




EL DOCTOR SUN HIPNOTIZA A PAULINITA Y II

Hay quienes merecerían ser famosos y aparecer en el libro Guines de los records y recibir el premio Nobel y ser reconocidos y queridos por todo el mundo y que sin embargo permanecen en el anonimato más humillante y en lugar de ser reconocidos y queridos son despreciados y olvidados. Este y no otro es el caso del doctor Sun, discípulo de Jung.
No se lo creerán ustedes pero acaba de conseguir una hazaña casi milagrosa. En el anterior capítulo se les contaba cómo había conocido a Paulinita –puro azar, aunque otros más crédulos, como Milarepa, hablarían de karma, reencarnados que se reconocen, etc- y cómo estaba intentando llevarla al huerto, entre otras metas igualmente detestables. Tal vez Paulinita se dejara llevar por su corazón y cometiera un error irreparable. Que no fue otro que agregarle a su skiper, o skilive, o ski… lo que sea, que el narrador es ya viejo y pellejo y le cuesta adaptarse a los nuevos tiempos.


El hecho en sí, escueto, es que Paulinita, al permitir que el doctor Sun oyera su deliciosa y juvenil voz y lo que es peor al permitir que él la hablara con su voz acariciante de bajo profundo o de gorila peludo, como prefieran, puso en sus manos su tesoro más preciado, que no es el de la flor oculta –como pensarán los mal pensados que siempre piensan mal de todo- sino la intimidad de su subconsciente.


Esto fue su perdición, porque si bien todos los profesionales de la hipnosis saben que la presencia física y la mirada del paciente, bien a sus ojos, bien al péndulo que mueven con ritmo frente a la incauta víctima, son mucho más efectivos que la voz, se puede hipnotizar por teléfono o por skiline o como se diga. Basta con sugerirle al otro que le pesan los párpados, que está un poco cansado, que confíe en él, que le salvará del diluvio universal, para que la hipnosis se produzca casi sin querer.


De hecho Paulinita no debió de sentir nada, ni siquiera debió saber que estaba hipnotizada hasta que intentó mover una mano y no lo consiguió. El doctor Sun, para probarla, le pidió que escribiera una guarrada y se la mandara. Desconozco si esto se puede hacer por el skiline de las narices o si hay que utilizar el MSN o el chat o la madre que los parió a todos ellos. El caso es que Paulinita no hizo caso y Sun comenzó a pensar que la había hipnotizado. Para comprobarlo de una forma definitiva mandó a la buena señora una foto porno de un señor con un instrumento descomunal. Le dijo que la viera y que le dijera qué le parecía. Paulinita tardó en contestar y cuando lo hizo fue tan sincera que a Sun no le cupo duda de que estaba hipnotizada.


A partir de ese momento el doctor se comportó como si realmente lo estuviera y a través del programa ese le hizo diferentes preguntas a las que Paulinita fue contestando con gran sinceridad, yo diría que con enorme y terrible sinceridad. Preguntada por la razón de mantenerse virgen y mártir, confesó honradamente que nunca se había fiado de los hombres porque cada vez que se fiaba de uno, éste salía rana, o mejor dicho… sapo. Preguntada si era religiosa y por ello había huido del pecado en lugar de utilizar a los hombres para sus placeres y luego tirarlos a todos al cubo de la basura, como acostumbraban a hacer ellos, respondió que entregar a otro hombre su flor es como entregarle su corazón. Que luego lo pisoteen es algo que a los machos no debe afectarles, porque no tienen corazón, solo un generador de gasóleo en el pecho, pero a las mujeres las puede hundir en la miseria para el resto de su vida.


Preguntada… Esto parece un interrogatorio policial o judicial. En realidad Sun fue más astuto que todo eso. Logró enterarse de los secretos más íntimos de Paulinita, que ésta le confesó abiertamente, porque –por si ustedes no lo saben- uno está más receptivo durante la hipnosis y pueden llegar a convencerte de que una cebolla es una manzana y de que todo va bien, incluso la economía globalizada, y de que esto de la crisis es una broma, etc etc. Y al cabo de cierto tiempo, cuando el subconsciente de la buena mujer estuvo más exprimido que una naranja o que un trapo de fregar por una buena ama de casa, decidió que ya había logrado uno de sus objetivos y se fue a por el otro: probar la existencia del subconsciente colectivo. Para ello intentó que por la boca de Paulinita hablaran las mujeres a las que Sun más deseaba (mantendremos el secreto, salvo que tengamos que chantajearle). Como no lo lograra pasó directamente a su tercer objetivo: que Paulinita le diera su dirección y le permitiera ir a visitarla, con unas u otras intenciones, que eso ya se vería. El hecho de que Paulinita aceptara fue la prueba irrefutable de que realmente estaba hipnotizada. Ahora solo tendría que comprobar si le había engañado o no. Para ello nada mejor que dirigirse a la dirección facilitada y ver si estaba ella. Antes quiso saber si continuaba siendo virgen.


Cuando Paulinita le dijo que había perdido su virginidad con un gigoló de buen ver, un tal Johnny, Sun estuvo a punto de pasar de todo, porque lo que Sun deseaba más que nada era la preciada virginidad de Paulinita, pero como no podría estar seguro del todo de si la buena mujer era una víctima más en sus manos o una actriz de primera, que le había engañado como a un chino sin un local de Todo a cien, no tuvo otro remedio que acercarse a la dirección facilitada. Antes intentó que Paulinita le contara su experiencia con Johnny, pero ésta, por primera vez durante la hipnosis, se negó a una sugerencia del hipnotizador. Lo siento, dijo Paulinita, pero he prometido que eso lo contaré a mis buenos amigos de Buho, en exclusiva.


Sun salió tan disparado que se olvidó de “desin-no-tizar” a Paulinita. Me niego a contar lo que ocurrirá después, en un futuro próximo. Creo que el doctor Sun podría hasta hipnotizarme leyendo esta narración. No sé cómo lo haría… prefiero no saberlo.


FIN
CÓMO CREAR UN PERSONAJE I

Domingo, 16 de Septiembre de 2007




CÓMO CREAR UN PERSONAJE I


Habitualmente se crea un personaje para servir a una historia. Es lo más corriente, aunque Slictik a menudo hace lo contrario, crea un personaje y luego inventa la historia para servirle. Es el caso de sus personajes humorísticos.


Pero vayamos a lo habitual. Uno imagina una historia y en ella suele haber un protagonista y unos cuantos secundarios. Pues bien. Observemos cómo nace y cómo crece ese personaje.


Puede ocurrir que la historia sea lo importante y que el personaje se nos atragante. Convertirlo en un mero mecanismo para que la historia funcione es un error. Un personaje sin carne acaba transformándose en un esqueleto que baila una danza de la muerte cuando la historia va por otro lado.


A veces el personaje se bloquea y ni para atrás ni para adelante. Lo mejor es dejarlo reposar. Cualquier día se nos ocurre una idea y el personaje comienza a caminar por sus propios pies sin haber pasado por la cuna.


Un personaje es como un reflejo del autor, de nosotros mismos. Hay días en que ni nos encontramos y otros en los que nos percibimos hasta en el reflejo de un rayo de sol. Hay que ser paciente y dejar que las cosas sigan su ritmo.

A los personajes hay que alimentarlos, engordarlos, que echen carne, el puro hueso suele estar bien para historias de cementerios.

¿Cómo alimentamos el personaje? Lo más fácil es ponernos en su piel y caminar como si fuéramos él. También es posible observar a otros, fotografiarlos, recortarlos e intentar insuflarles vida: una respiración artificial en la boca.

Si el autor no vive la vida del personaje es fácil que este se pierda en vericuetos ficticios sin mucha entidad.

En un próximo capítulo pondremos un ejemplo práctico.

NOTA: Se trata de un foro que he abierto en el Hotel de los disparates para trabajar en la creación de personajes. Aprovecharé este blog para ir subiendo los episodios de este trabajo. Si alguno quiere divertirse intentándolo puede dejar su intención en el comentario, junto con un esbozo de la historia que está escribiendo y el personaje que desea crear o perfeccionar. Entre todos podremos trabajar un poco y divertirnos.