EL PROFESOR CABEZAPRIVILEGIADA DA
UN CURSO DE LITERATURA
El profesor
aprovecha la supuesta ausencia de Jucar por vacaciones para colarse en el salón
de actos sin que conserje alguno le cierre el paso. Le tiemblan las manos,
sufre mono de conferencias y discursos puesto que hace ya una larga
temporada que no puede llevarse ni una
magra conferencia a la boca y eso es algo que supera su estricto control.
Entra como una
tromba, se coloca delante del atril donde posa su carpeta de piel de cocodrilo
y tose una y otra vez mirando el salón vacio.
"Queridos
alumnos: va a comenzar el curso. He sido nombrado por las universidades más
prestigiosas del mundo desde Oxford y Cambridge a Yale para dictarles un curso
de literatura rápida, un master que les abrirá las puertas del best-sellerismo,
del laurel y de la fama. Al finalizar este curso, si consiguen aprobar, que no
va a ser fácil, poseerán un título orlado de racimos de oro, título que les
facultará para entrar por la puerta grande de las mejores editoriales del mundo
y serán llamados para dictar conferencias a diestro y siniestro y para todo
aquello que pueden hacer los grandes hombres puesto que los pequeños no llegan
al mostrador. Sus teléfonos no dejarán
de sonar, ring-ring, hasta el punto de que lamentarán no ser famosetes para ser
perseguidos por los paparazzi, dulces angelitos que solo hacen fotos. El título
que recibirán en una ceremonia inolvidable tiene un apéndice convenientemente
sellado y rubricado que les garantiza su paso a la historia de la literatura y
la rumia de sus textos por alumnos aplicados que seguramente maldecirán sus
nombres y apellidos.
Todo curso debe
empezar por la primera lección, condición sine qua non es posible continuar
impartiendo sabiduría al personal. La primera lección es una pregunta, ya sé
que suena raro que un profesor pregunte pero es imprescindible. ¿Qué es la
literatura para mi? ¿Qué estoy haciendo aquí sentado en un pupitre soportando
al plomo del profesor? Si no responden satisfactoriamente a esta pregunta no
pueden seguir adelante, lo siento. Vayan pensando la respuesta mientras explico
la manera de aprobar.
No aprobarán ni
con un jamón bajo el brazo o una botellita de vino gran reserva sino cumplen
estas condiciones: Jurar que no están aquí para ser best-selleristas, eso
solamente puede ser enseñado por un representante de una editorial de prestigio
y no creo que logren darles la receta mágica. Todo aspirante a best-sellerista
recibirá un cero patatero y un tirón de orejas. Tampoco están aquí para ser
famosos, hay formas más fáciles de conseguirlo como apuntarse a un reality show
o hacerse acompañante del famosete de turno. Si quieren ganar dinero jueguen a
la bolsa, hay más riesgo pero tienen mayores posibilidades.
¿Qué no es tan
importante la meta, que lo que importan son los medios? Con esa forma de
pensar se convertirán en best-selleristas de los grandes almacenes. No es lo
mismo escribir para ganar dinero o para llegar hasta el último lector, aunque
sea un escarabajo patatero escondido debajo de una piedra allá por el fin del
mundo que aceptar un compromiso irredimible, un juramento de sangre con el ser
humano, con la condición humana, hasta las últimas consecuencias.
Si quieren
convertirse en estetas, en diletantes de la literatura, en funambulistas
gramaticales o estilísticos, allá ustedes, pero luego no se quejen de que las
víctimas y los marginados del mundo les tiren tomates. Una cosa es escribir
para la galería y otra muy distinta bucear en la condición humana hasta llegar
a las profundidades abisales del odio o del amor, del sufrimiento o de la
alegría, de la espiritualidad o el bestialismo. Nada debe escapar a la pluma
del escritor, nada humano le debe ser ajeno.
Si ustedes buscan
otra cosa con su pan se lo coman. Aquí no seran aprobados y ya me contarán
ustedes cómo se van a desenvolver en esta selva sin el título orlado en oro que
les ofrece la universidad Mentis Galacticiensis.
Escriban,
escriban, si no pueden hacer otra cosa. Sueñen, diviértanse mientras puedan,
porque la tarea del escritor, del artista, del creador es la que más se parece
a la verdadera naturaleza divina, la del perpetuo creador.
Y antes de
terminar comunicarles que este curso será largo y tedioso, pero les garantizo
que todos aprenderán las técnicas rudimentarias de la escritura, como me llamo
John y me apodan Cabezaprivilegiada. Luego procuren no usar estos conocimientos
privilegiados para meterse con su esposa en forma de personaje o con su jefe en
forma de señor oscuro o para vengarse de todos sus enemigos. Sean generosos...Y
usted, Slictik, no se esconda detrás de ese sillón, que le he visto. Usted es
el primero que debe aprender esta lección.
-Lo siento,
profesor, pero me he transformado en fantasma. Chao.
¡Maldito
Slictik! Como todos los alumnos sean como él acabaremos muy mal. Cero patatero
para todos y a otra cosa mariposa. Y ahora coméntenlo en los chat, en las
tertulias, con su familia, con su jefe -sobre todo con su jefe- con sus colegas
laborales o extra-laborales entre cañita y cañita en lugar de hablar tanto de
fútbol que ya huele. El próximo día quiero los deberes hechos. ¿Qué buscan
ustedes en la literatura?...No Slictik, deje de cavar de una vez, en la
literatura no hay petroleo...al menos para la gran mayoría.
Entra el profesor
acompañado de un señor bajito, con gafas, que porta un maletín de ejecutivo. En
la solitaria clase Slictik en el primer pupitre dibuja monigotes. No se pone de
pie en señal de respeto y se limita a escudriñar al profesor con mirada torva.
Este siente deseo de toser y de retoser pero se controla.
Queridos alumnos
me he permitido el lujazo de pedirle al profesor Robert Best-Seller, titular de
la cátedra de literatura española de la universidad de Yale que me acompañe. En
realidad se llama Hipólito García Rodriguez y es de un pueblecito castellano de
cuyo nombre no quiero acordarme. Como mis conocimientos literarios no son muy
profundos él se ha ofrecido para echarme una mano.
El tema de hoy
son las formas poéticas. ¿Siguen vigentes las formas poéticas tradicionales? ¿Usted ha escrito algún soneto Slictik?
-Profesor, usted
sabe que eso lleva mucho tiemo y requiere mucho trabajo. Yo soy demasiado vago.
Lo intenté un par de veces pero lo dejé por imposible.
-Pues tendrá que
hacerlo si quiere aprobar este curso. Porque uno de los deberes ineludibles
será que cada alumno haga un soneto tradicional y perfecto de forma. El fondo
puede ser una naturaleza muerta o cualquier otra tontería. Se trata de un
ejercicio de pulimiento del verso, algo así como pasarle el plumero para
quitarle el polvo. No estaría mal que trabajaran con otras formas poéticas,
como los alejandrinos son un poco difíciles pueden utilizar el romance si lo
prefieren. Y ahora les dejo con el profesor Robert que les explicará la forma
de alcanzar el best-seller en un libro de poemas.
-Todo poeta que
se precie ha escrito al menos un soneto en su vida. Algunos son hermosísimos
como los sonetos del amor oscuro de Lorca (no estaría mal que les echaran un
vistazo) o pueden leerse los sonetos de Quevedo, por ejemplo. Pero no les
aconsejo un libro de sonetos si quieren convertirse en discípulos de quien les
habla. Más bien deberían escribir letras de canciones que tienen más
posibilidades. Algo así como las letras de Sabina. Tienen calidad, tienen
fuerza y llegan al gran público. Un buen libro de letras de canciones, un
cantante como Sabina, pongamos por caso y su vida cambiará. Lo que se lleva
ahora es el verso libre y experimental. La obra de arte completa, una grafía
como la de Apollinaire, un dibujito picassiano, si tienen la suerte de tener
ordenador pueden ponerle música y darle una apariencia de cuadro virtual. No
les aconsejo que hagan caso del profesor CP si bien como ejercicio escolar les
vendrá de perlas.
El profesor CP
pone mala cara porque él es un estusiasta de las formas poéticas tradicionales
y sus poetas preferidos son Quevedo y Góngora. Mientras Robert hace un diagrama
en la pizarra sobre cómo alcanzar el estrellato escribiendo poesía el profesor
se retira discretamente. Slictik está contando con los dedos buscando un
endecasílabo. Como no lo consigue comienza a morderse las uñas con tal rabia
que pronto no le quedará una en las manos y tendrá que descalzarse para seguir
con las de los pies.