sábado, 19 de enero de 2019

EL DIRECTOR DE CINE





Alexander Iván Zakakorchoff es director de cine. Hombre que transita ya con más de seis décadas a cuestas, lleva en sus espaldas la experiencia de los distintos tiempos que vivió, lo cual le ha acarreado, entre otras cosas, una personalidad contradictoria. Perteneció, en su juventud a uno de los pequeños grupos hippies que desafiaban al régimen de hierro de la Unión Soviética a escondidas, para escuchar a los beatles y cantar lo que ellos entendían que era rock and roll. Hay quienes dicen que tenía, en ese entonces, una voz aguardentosa, ideal para ese estilo. Mucho agua habrá corrido desde entonces bajo el puente porque ahora su voz es suave, con cierto hálito de feminidad, calma y reposada, con el aire catedrático propio de los directores de su generación. Claro que Alexander dista mucho de ser un director standard. Habiendo ejercido su profesión en la absoluta abstinencia hacia toda refrencia sexual (rasgo característico de toda dictadura: lo inmoral comienza y termina en los órganos genitales) hizo durante su vida un verdadero culto al sexo que al mismo Freud le hubiese hecho enrojecer de envidia. Pero cuando al fin soplaron otros vientos para su arte, vio que la criatura que había codiciado en secreto, en interminables noches de insomnio, había pasado al arcón de los recuerdos, arrollada por la grotesca globalización. Ahh, sí, había sexo para todos los gustos y colores: sexo en la luna, en alta mar, en el lejano oeste, en el amazonas, en las agitadas calles de Brooklyn, en las pizzerías, florerías, centros comerciales, cementerios. Sexo entre humanos, entre monstruos, humanos y monstruos, entre seres inmateriales.

Sí, había tanto exceso de sexo, como carencia de amor.

Horrorizado, luchó con su cámara, en una batalla de antemano perdida. Sus primeras películas realizadas en occidente: "El amante de la rosa roja " y "El hombre que soñó ser un ave" (1990) fueron, sin embargo, un éxito de taquilla. Era de esperarse, desde luego. Merced a la caída del muro, había pasado de ser un oscuro director, a benefactor de la humanidad, sin escalas intermedias.
Pero en los tiránicos tiempos globalizados, todo es efímero y Alexander no tardó en comprobarlo, pues sus films posteriores: "El beso apasionado" (1991) y "Amor entre las nieves eternas" (1992) tuvieron una repercusión menor a la esperada por los grandes emporios del séptimo arte, razón por la cual, prescindieron de sus prestaciones luego de un efusivo agradecimiento por todos los servicios prestados, como, se sabe, corresponde hacerlo a toda gente de bien. Pero algo quedaba en nuestro buen hombre, de aquel arrogante joven que a escondidas desafiaba la ira del régimen de hierro y hubo de insistir. Así realiza, ya como independiente, " El canto del ruiseñor" (1994), "Te regalaré el olvido" (1997) y, en las postrimerías del siglo, "Traición bajo las sábanas" film en el que se advierten ciertas concesiones del empecinado director a las demandas del mercado. Fue precisamente este último film quien lo salvó de la bancarrota al ser premiado con un Oscar a la mejor película extranjera, hecho que le deparó un interesante éxito de taquilla, sensiblemente inferior al de sus primeros films pero nada desdeñable para sus arcas vacías.

Su relación de amor - odio con el sexo, se tansmitió hasta su vida privada. De naturaleza romántica, Alexander añora vivir una historia de amor como la de sus películas, hecho que no es del todo sencillo en un mundo signado por el plazo fijo, las conveniencias recíprocas y los pagarés. Alexander busca la muchacha dulce y pura con la cual recuperar sus sueños de juventud, sepultados junto al régimen soviético en las copiosa nieve del ex - Stalingrado. Tras el ojo de la cámara, la busca con despesperación, aunque los resultados, hasta el presente, no han sido satisfactorios.

En los últimos tiempos, su entusiasmo se ha volcado hacia las cámaras ocultas: "gente real, hechos reales, historias de amor reales, no esa bazofia esteriotipada que los ignorantes denominan arte" razona para sí mismo.

Su reducido equipo está conformado por Boris y Anika, sus jóvenes y entusiastas ayudantes. Con ellos llega al hotel buscando captar escenas naturales y si son de amor, tanto mejor.

Amigo Marcelo. Perfecto el toque ruso. Creo que has mejorado mucho el pequeño esbozo que te hice. Me gusta la filmografía que te has inventado y lo exótico de su procedencia nos puede venir muy bien para algunos gags. Lo de ser hipie en la Unión Soviética tambien se las trae y es muy aprovechable. Creo que su afición a la cámara oculta va a depararnos grandes y divertidas sorpresas en el hote. Creo que hay que meterlo cuanto antes en la historia. Vete pensando en cómo hacerlo. Una pequeña introducción, por ejemplo ha observado lo que se cuece en el hotel con nuestros personajes y enseguida se pone a montar la cámara oculta. Puede que una sesión en su suite del hotel viendo en privado lo que ha grabado de las escenas que ya han sucedido nos podría hacer pasar un rato muy divertido. Un acierto el personaje, muy sólido y con muchas posibilidades. Mis felicitaciones