EL DOCTOR FILIDOR
Gran aficionado al ajedrez. Logró su plaza de
médico residente en el hotel Joie de vivre
-donde tiene una habitación permanente en el último piso, con vistas al
mar- gracias a la influencia de un amigo, gran maestro del ajedrez. Ambos
pisaron por primera vez el mejor hotel del Cosmos, en opinión de su director
Sr. Pestolazzi, con ocasión del campeonato del mundo de ajedrez, concedido por
primera vez a este país, Terraluz, y el doctor Filidor decidió quedarse en él para
el resto de sus días.
Para ello pidió a su amigo, cuyo nombre no
vamos a dar, porque el nepotismo sigue estando mal visto a pesar de su lado
positivo, que intercediera ante su director Sr. Pestolazzi, con el fin de que
le fuera adjudicada, a dedo, la plaza vacante de médico residente, creada
expresamente por imposición de la FAJEM (Federación de Ajedrez Mundial). Los
gerifaltes de este poderoso organismo deportivo temían, muy seriamente, que
alguno, o los dos, grandes maestros que disputaban el campeonato ese año,
sufriera una peligrosa lipotimia.
El doctor Filidor
viste como un petimetre, levita, polainas, sombrero hongo, guantes de piel de
cabritilla para cubrir sus manos que sujetan el puño de marfil de su preciado
bastón.A escondidas escribe un tratado filosófico. Imitando al gran Aristóteles
lleva años trabajando en su "Tractatus de estética o supremacía de la
estética sobre la ética". Curiosamente la única belleza que menciona en su
libro es la femenina, si bien hay un extenso apartado dedicado a la estética
ajedrecística o la suprema belleza del número; como ladrillo primordial en la
formación del universo y encrucijada de posibilidades.
Siempre que se le
busca está missing, pero el botones suele estar al tanto de sus andanzas, como
de las de todo el personal y clientela del hotel. Acostumbra a localizarlo en
menos que termina de cantar un gallo. Le gusta tomarle el pelo y preguntarle
por sus avances en el tractatus de estética femenina (el doctor Filidor tuvo la
debilidad de comentárselo una vez "sotto voce").
Como profesional
de la medicina es un auténtico desastre, debido principalmente a la dejadez con
la que diagnostica a sus pacientes, excepción hecha de las bellas damas a las
que además de auscultar con detenimiento, acostumbra a convencer para que se
sometan a sus técnicas exóticas, tales como diagnóstico a través del iris,
estudio de humores hipocráticos, estudio del dedo gordo del pie, etc.
En el caso de
Filo y Matilde su sorpresa al conocerlas va pareja con su interés por desentrañar
el misterio de estas exóticas damas. Se siente un detective a la busca de los
recónditos misterios de la estética femenina.