lunes, 28 de enero de 2019

TRABAJANDO PERSONAJES DE LASTENIA



Vamos a ver si hoy tengo más suerte. Lamento ir retrasado con tu personaje pero todo se andará. Por lo que veo has elegido envejecerte y eso es un auténtico reto. No por nada en especial pero tal como había planteado este episodio de la vida ficticia de nuestros personajes como millonarios tu elección me parece un reto apasionante. No es que los viejecitos no puedan hacerse millonarios de pronto y disfrutar de su nueva situación. Creo que eso nos dará muchas ocasiones de tratar las situaciones que se produzcan en clave humorística.

No tienes que abandonar el tono dramático que elegiste al principio para tu personaje. El taller consiste en ir dándole vueltas de tuerca al personaje hasta alcanzar todas sus posibilidades, pero eso no significa que haya que abandonar la faceta en la que nos encontremos más a gusto. Al contrario, esa deberá ser la vida ficticia principal y las demás se convertirán en sus afluentes. Con esto quiero decir que utilizaremos pequeños trucos para ir saltando de una a otra. Un hecho dramático puede transformarse en comedia simplemente cambiando el punto de vista. Por ejemplo convertir el narrador en un espectador no involucrado con el personaje y con ganas de reírse hasta de su sombra. De esta manera la historia puede dar una vuelta de 180 grados sin necesidad de muchos cambios en el personaje.

Veo que en tu entusiasmo te adelantaste al trabajo de la semana que viene y que consistía precisamente en transformar a nuestros personajes dándoles un toque humorístico. No importa, mientras nosotros trabajamos nuestros textos yo iré analizando el tuyo y al mismo tiempo te pondré pequeños ejercicios para ver cómo se puede transformar tu personaje y las posibilidades que encierra.




Lastenia era una mujer tranquila, reservada... resignada. Había cumplido sesenta y cinco años, pero, como la mayor parte de su vida, aparentaba diez más y apenas podía con sus huesos. Vivía en un departamento en la cima de una torre de quince pisos, sola con su gato. Antes del gato había sido un perro, antes de él, un loro, y antes otro gato, y otro perro, y una gata, y antes... mucho antes, su madre. Antes de eso, nada.

Lastenia vivía una rutina armada a lo largo de más de veinte años. Salía todos los días y caminaba dos cuadras hasta la iglesia de su barrio, pero nunca entraba, sólo la rodeaba, entrando por los caminitos de los jardines que la habían visto crecer. Luego cruzaba la calle y daba un corto paseo por la plaza, se sentaba un rato en un banco, con la mirada perdida en algún recuerdo, y volvía a su casa. Ya no iba a hacer las compras, un llamado al almacén era suficiente. Lastenia nunca había trabajado, las rentas de un departamento y una casita le proporcionaban todo lo que necesitaba: comida, remedios, comida, jabón, comida... . Se había comprado ropa alguna vez, pero ya no lo hacía más, la que tenía no se rompía, sólo pasaba de moda; pero Lastenia ya no recordaba qué era la moda. Tampoco se compraba más la tintura para cubrir su pelo gris; se había sentido tonta la última vez que la había usado “Para lucirla ante el gato” había pensado mientras sus brazos ya casi no podían untar la mezcla sobre su cabeza, y eso fue todo. 

Hija única de dos hijos únicos, se había quedado completamente sola. Sus pocas amigas hacía años se habían aburrido de ella, y ella de sus amigas. No tenían nada en común, y las visitas se habían ido espaciando hasta limitarse a algún cumpleaños.

“La última Orfila” se autodefinía a veces. Porque era el último eslabón de una familia extinta. Sabía que tenía una tía segunda soltera, pero un apellido no podía hacer lo que toda una vida de ausencia no había hecho. Antiguos odios que no la involucraban rondaban la figura de la tía. No eran familia, sólo sangre. Y Lastenia, sin quererlo, había seguido la tradición familiar de esterilidad, convirtiéndose ahora en la última uva del racimo.

Los Orfila, los famosos Orfila de fines del siglo diecinueve. Tan pomposos y de alta sociedad. Lastenia sólo sabía que lo habían perdido todo mucho antes de que ella naciera, por una estafa de la que su abuelo habló toda la vida. Lo que había quedado, lo tenía su tía. Pero poco le importaba ahora, qué diferencia podría hacer.



Parte de su ritual diario era leer el periódico, que le dejaban todos los días bajo una puerta que casi nunca se abría a nadie.

“Felicitas Hermelinda Orfila (Q.E.P.D.) Falleció el.. de... El consorcio del edificio número... de la calle siete, participa con pesar su fallecimiento...”

“¡Ja! ¡La participa el consorcio! ¡Ni amigos tenía la infeliz!” lo dijo con ironía, casi con gusto, pero luego un nudo se atoró por un segundo en su garganta “Jodete, querida tía, pudimos ser familia, pero me rechazaste como a mi madre sin siquiera conocerme. Bueno, por lo menos te enterré, ya era hora, vieja loca...”. Lastenia comenzó a viajar en el tiempo con su mente, ejercicio que practicaba las veinticuatro horas del día, despierta y dormida, ahora incentivada por la muerte de “la tía”. Pero de pronto, su mente volvió al presente. “Todo lo que quedó lo tenía ella” y ese pensamiento la invadió sin pedir permiso, sacándola de su inercia habitual “¿Y para qué carajo quiero yo lo que sea que tuviera esa vieja de...? Aunque... ¿tendría el famoso piano del que hablaba el abuelo? Me gustaría tenerlo... lo que sea, es mío... y se lo va a quedar el gobierno... ¿Tendría algo más que valiera la pena...? Ahora me entró curiosidad... ¿Será mucho lío averiguar qué tenía? Si apenas puedo salir de acá... precisaría un abogado... ¿De dónde lo saco?¿Con qué le pago?...”. La hueca rutina de Lastenia había sido cortada de un tajo, y ahora la curiosidad y la novedad la alejaban de su vida en la tierra del pasado...

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Lastenia seguía pensando cómo conseguir un abogado. Estaba alejada de todo desde hacía tantos años, que daba vueltas y más vueltas a la situación sin encontrarle solución. Tras varias horas de romperse la cabeza, recordó que una de sus amigas de toda la vida era abogada. Pensó un buen rato más, hasta que logró acordarse del apellido, y luego se concentró en buscar su agenda, hasta que dio con ella en el cajón de la ropa interior.

Hacía más de un año que no veía a su amiga, y se sintió algo incómoda cuando tuvo que llamarla.”Hace dos años que no voy al cumpleaños...” pensó “Bueno, aunque hace como quince que ella no viene al mío ¡Qué joder!” y marcó el número:

-Hola ¿Eulalia?

-¡Aaaaaaaah!

-¿Eulalia?

-¡Guuuu! ¡Tutú! ¿Quén e?

-Soy Lastenia ¿Me das con la abuelita, corazón?

-¡Aaaaaaaaaaah!!... ¡Hola! Hola ¿Quién es?.... ¡Aaaaaaah!! ¡Gúuuuuu!!!

-¡Eulalia! ¡Tanto tiempo! Soy yo, Lastenia. ¿Es una de tus nietitas?

-¡Aaaaaaah!!... Sí ¿La escuchás? Ya tiene... ¡Gúuuuuuu! ¡Piiiiipi!... años.

-¿Tres?

-¡Aaaaaaaaaaah! ¡Túuuu!!!...no, dos, es Agustina, la nena de.... ¡Aaaaaaaaaaaah!!

-¿La nena de Carolina?

-No, de Alberto te dije.

-Es que no te escucho bien...

-¿Seguís con problemas de oído?

-Más o menos ¿Y vos cómo....

-¡Aaaaaaaaaaaaaah! ¡Taaaata!

-(¡Le podrá sacar el teléfono a la pendeja de una vez!) Esteeee... ¿Sabés por qué te llamaba? Es que falleció mi tía... ¿Me escuchás?

-¡Ay! No me digas... sentido pésame... ¡Pum! ¡Cúcuuuu!¡Bela! ¡Bela!

-No, si yo no la conocía ¿No te acordás que no tengo familia? Te llamaba porque...

-¡Cacaaaaaaa!! ¡Belaaaaaa!!!!... ¡Ay! Disculpame, me parece que se hizo caca ¿Me llamás en quince minutos? 

-Bueno....

-Clic

Era uno de esos pocos momentos en los que Lastenia dejaba de lamentar no haber tenido hijos. Una hora después, cuando se despertó con la mesita del teléfono dibujada en la cara, volvió a llamar a su amiga.

-Hola ¿Eulalia?
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaah!!

-(Ay, dios...) ¿Llamás a la abuelita, tesoro?

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah! ¡Piiiipiiiiiii!

-......

-¡Cuuucuutaaaaa! A popó, a gugú...

-..........
-¡Aaaaaaaaaaaaaah! ¡Titiiiiiiiiiiiiiii!

-¡Decile a tu abuela que se vaya al carajo!

-¡Bela! ¡Bela! ¡Tenia ijo cadajo!

-Clic

“¿Y ahora de dónde saco un abogado?”



El contacto con otros homínidos era una de las pocas cosas que podía sacar a Lastenia de su estado de calma habitual (que ya se acercaba bastante al estado vegetativo)

Finalmente, tuvo que recurrir a la guía telefónica. Luego de conseguir un abogado lo bastante desesperado como para ir a domicilio, lo contrató y se quedó esperando sin muchas expectativas alguna novedad. “Seguro que el departamento era alquilado y estaba lleno de porquerías” pensaba “Si aunque sea esa vieja tarada hubiera conservado el piano...” Todavía recordaba sus clases de piano, hacía unos treinta años. Y a la profesora, tan amable y refinada, era ella la que había descubierto su problema de audición. Siempre le decía que no tenía oído, hasta que Lastenia se había decidido a ir al médico, aunque no le había encontrado nada. Seguro era un principiante. Pero como, fuera del piano, lo demás lo oía bastante bien, no le dio más importancia al asunto. “El piano... si tuviera el piano... seguro que todavía me acuerdo algo.... Para Elisa... qué lindo sería volver a tocarla, y en un piano mío...”

Una tarde recibió el llamado del abogado:

-¿Señora Orfila? ¡Le tengo buenas noticias!

-¿Quién es?

-Pertini.

-¿Qué Pertini?

-El abogado...

-¿Qué abogado?... ¡Ah! Sí... ¿Y? ¿Tenía el piano?

-¿Qué piano?

-El de mi tía...

-Esteee... Sí, la llamaba por la herencia de su tía. Mire, ya estuve averiguando bien ¡Se va a caer desmayada! ¿Está sentada? ¡Jeje!

-¿Qué le importa?

-Bueno, mire, el tema es que tenía mucho dinero... pero mucho, estamos hablando de más de un millón de pesos, sin contar el departamento... y bueno, claro, el diez por ciento que me corresponde en honorarios....

- ......

-Señora... ¿me escucha?

-Sí.

-¿Qué le parece?

-¿Pero tenía el piano o no?

-(A ésta la paso con la mitad por lo menos... para qué le habré dicho millón... le hubiera dicho mil... a ver cómo la arreglo...)

-Hola... ¿señor Martini?

-Pertini... ¡Ah! Sí, señora, escúcheme ¡Con el dinero de su tía se puede comprar tres pianos!

-No sea desgraciado, con esa plata me puedo comprar ochenta pianos...

-(Se avivó la vieja) Sí, era un decir, es mucho dinero ¿Quiere ir a ver el departamento? Tengo la llave, puede pasar a buscarla ahora mismo.

-¡Bueno!¿Pero cómo hago? Es que me da miedo tomar colectivos... una vez arrancó y casi me caigo, los choferes son unos guarangos, no tienen consideración con una persona mayor... otra vez me resbalé en el escalón y perdí un zapato, hace un tiempo me robaron el monedero, y...

-Disculpe que la interrumpa, es que tengo otro cliente (¡qué más quisiera!) ¿No podría llamar un taxi o un remisse?

-¡Ah! Tiene razón ¿Tiene el teléfono del remisse? Es que lo perdí...

-¿Y si se fija en la guía donde dice “remisses”?

-¡Ah! Sí...

-De paso revisamos algunos papeles...

-¿Papeles de qué?

-De la herencia, señora...
.
-¡Ah! Bueno... Voy para allá, espere que llamo al remisse.

Lastenia se dirigió lo más rápido que sus piernas le permitieron al dormitorio, y abrió el placard. Se vistió presurosa pero, antes de salir, se vio de reojo a través de las capas de polvo del espejo. Le pasó la mano, que le quedó negra, y se miró mejor: pollera marrón, camisa naranja, pulóver violeta, saco verde...”¡Estoy hecha un cocoliche!” El estudio de un abogado le sonó muy formal e importante para aparecer con esa traza. Revolvió en el placard en busca de algo que combinara, pero no encontró nada, y se sentó resignada en la cama a ponerse las medias. “Menos mal que por lo menos tengo los zapatos y las medias grises...” 

Eso era lo último que recordaba cuando se despertó dos horas más tarde, con la ropa arrugada y una media en el tobillo. “Bueno, no importa, voy mañana...” 



Bueno, no sé si me salió una parodia o una sarta de tonterías! jeje! Es que el humor no es lo mío, y como el primer texto lo había escrito en tono dramático, tuve que cambiar completamente el clima. Espero que esa fuera la idea.




TE SALIO BUENISIMO!!

Me encanto particularmente el final... una sonora carcajada en plena oficina solitaria. Has triunfado!, jajaja...

Besos.



Gracias Ana, si al menos alguien se divirtió con Lastenia, ya con eso el juego valió la pena para mí.
Besos! (míos y de Lastenia, je!)



Bien, a lo largo de la semana iré comentando con calma tu escena. De momento decirte que el diálogo telefónico está logradísimo y por ahí pueden también ir los tiros de tu personaje. Una sordera interesada podría funcionar muy bien humorísticamente, por ejemplo. No estoy muy ducho en el humor con anacianos pero me encantaría trabajar en ese sentido. Creo que dan mucho de sí, si nos olvidamos por un momento de la compasión que nos producen y los vemos sin paternalismos. El humor con ancianos tiene algunos antecedentes en el cine y la literatura. Lo estudiaré y te daré algunas notas otro día. Un abrazo.




Gracias, Slicktick. Tenía dudas sobre mandar un texto que fuera más diálogo que narración.
Y sobre los ancianos, bueno, Lastenia tiene 65 años, hay gente de 65 que no es anciana, así como hay gente de 35 que sí lo es. La vejez, cuando no es demasiado avanzada, a veces puede tener más que ver con el estado de nuestro cuerpo y mente que con la cantidad de años que contamos. Por eso me siento cómoda trabajando con un personaje "viejo". Porque puedo identificarme más con ella que con una persona joven y así, desde mi perspectiva, sentir sus vivencias con más intensidad e imaginar cómo podría reaccionar y pensar ante los distintos sucesos. E, incluso, puedo reírme de ella. No les tengo compasión a los ancianos en general, creo que haber tenido una vida larga es un privilegio, no un motivo de pena.
Saludos.




Querida amiga sigo con el análisis de tu texto que da mucho de sí. Antes que nada mis disculpas porque creí leer que tu personaje tenía 75 años y con esos años ya se pertenece a la tercera edad como dicen por aquí. Con 65 años uno está a punto de jubilarse o se jubiló justo ayer y se tienen muchas ganas de vivir y recorrer mundo.

Creo que también es muy aprovechable la afición de tu personaje por la música y concretamente por el piano. Teniendo en cuenta que pudiera estar un poco sorda y tener mal oído para la música nos vendría de perlas que se convirtiera en una especie de Beethoven moderno, solo que en femenino, que aprovechara su herencia para dar conciertos, quieras que no, por medio mundo.

El personaje del abogado, Pertini, me encanta y creo que se le podría sacar un buenísimo partido. Además yo te echaría una mano encantado porque por mi profesión estoy en estrecho contacto con abogados y con la señora ley, muy estrecha ella. Habría que trabajar más ese personaje que puede dar mucho juego en la historia.

Si te apetece puedes ir adelantando trabajo para la semana que viene. Creo que nos dedicaremos a desarrollar un poco más la historia puesto que los personajes no maduran hasta que se enfrentan a una historia concreta y unos sucesos que tienen que capear como todo hijo de cristiano. También necesitan relacionarse, pero eso se andará cuando ya no necesiten de nuestras muletas y caminen solos y sin inhibiciones por la vida.

Decirte que no entiendo tu miedo al género humorístico. Te desenvuelves a las mil maravillas y en cuanto le tomes gusto a la risa y al humor seguro que no quieres dejarlo. Un abrazo.





Siguiendo con el análisis, creo que le sacas mucho partido a tu personaje. Me encanta eso de los vestidos porque se le puede sacar mucha punta a las situaciones en las que tu personaje deba vestirse para salir a la calle. Ya en la calle se pueden buscar un montón de gags muy divertidos. El personaje es adecuado para ello y al mismo tiempo se puede hacer crítica social de cómo son tratados los que ya no son jóvenes y van con calma a todas partes, etc. Creo que el personaje va muy bien encaminado.





Enviado: 08/10/2005 9:41


Lastenia entró de puntillas al departamento de su tía, como si estuviera entrando en casa ajena sin permiso. Tanteó varias paredes hasta que dio con el interruptor y, entonces, se hizo la luz. ¡Y qué luz! La araña de caireles era impresionante, la mesa, como para doce personas, la alfombra, tan mullida que se sentía como estar parada en una nube. Y al final del salón, coronando la escena, el piano. El famoso piano de cola de los Orfila. Lastenia dio llave a la puerta, y de pronto se dio cuenta de que estaba en su casa. Se acercó al piano, se sentó en la banqueta y lo abrió. Al pasar los dedos por las teclas amarillentas, recordó por un instante su juventud. “Si hubiera tenido todo esto a los veinte... ya iba a estar sentada acá, tocando el piano como una tarada...” Sacudió la cabeza intentando deshacerse de la sensación de desagrado que empezaba a invadirla y, por fin, sonaron los primeros acordes de “Para Elisa”. Pero el sonido fue tan grotesco como el graznido de un pato en coma. “¡Qué horrible! ¡No lo afinaron en un siglo!” Lastenia lo intentó unas pocas veces más, pero cada intento era peor que el anterior. Decepcionada, tuvo que reconocer que no era el piano el desafinado “Yo lo recordaba tan lindo... ya veo por qué me decían que era sorda... siempre toqué para el diablo...” Se levantó de la banqueta y caminó abatida y confusa por el comedor. Echó una ojeada a las habitaciones, decoradas con antigüedades y muebles de estilo. De vuelta en la sala, se sentó en un sillón tan mullido que quedó hundida en un pozo, desde el que pudo observar mejor todo el lujo que la rodeaba; y recordó también el millón en el banco. Recién ahora empezaba a tomar conciencia de la dimensión de la fortuna, de “su” fortuna. Y de que no tenía la menor idea de qué hacer con ella. Cualquiera se hubiera alegrado o excitado, pero Lastenia se deprimió. “¿Y ahora qué hago yo con todo esto...?”.

Había una tumba en penumbras, alumbrada por antorchas, y un sarcófago de oro relucía al final del corredor. Se detuvo a observar las paredes, decoradas con coloridos jeroglíficos e imágenes de hombres bronceados, de ojos negros delineados, de perfiles exóticos. Lastenia tocó la pared rugosa, agrietada, que había sido tocada cinco mil años antes por las manos del artista... 

-Vea, esta chica, acá no se puede tocar nada.

-¿Esta chica? ¿Me dice a mí? 

-No, a mi abuela. ¿A quién le voy a decir si no hay nadie?

-Bueno, disculpe, no sabía, es que no soy de acá, vengo de muy lejos ¿Conoce Argentina?

-No, ni me importa. Tomatelás y dejáme dormir. 

-¡Váyase al diablo! ¿Quién se cree que es?

-El faraón.

-¿En serio?

-¿No me ves la cara verde?¿No ves que estoy envuelto en vendas?

-Ahora que lo dice... pero mire que yo no creo en maldiciones ni esas taradeces.

-Pues te equivocaste, me has molestado, y voy a arrastrarte a la tierra...

-Sí, ya sé, a la tierra de los muertos, terminelá, ya me aburrí. Usted no existe, y yo estoy soñando una idiotez, como siempre.

-Sí, pero has soñado cosas peores... ¡Jeje! ¿Te acordás de...?

-¡Noooo! ¡No lo diga! Me da vergüenza sólo acordarme, pero.... Oiga, se le cayeron las vendas... ¡Qué asco! ¡Basta! ¡Me voy!

Y salió volando de la pirámide. Volar era una de las cosas que la ayudaban a cortar un sueño cuando ya las sandeces se salían de control.

De vuelta en el sillón mullido, se despertó fastidiada. “Siempre lo mismo, no podré soñar con Robert Redford... tengo que soñar con un egipcio muerto...” Y entonces, tímidamente, la idea se deslizó en su mente, y empezó a tomar vida, a crecer, a poseerla... el piano y sus teclas viejas quedaron muy lejos, y un sueño de toda la vida lo reemplazó con toda la intensidad del mundo real. Arena dorada, un sol de fuego asomando en el horizonte africano, colosos de piedra, templos milenarios.... ¿Sería posible?¿O era otro sueño tonto?

“Egipto... el sueño de toda mi vida... pero si apenas puedo andar por acá... aunque allá también debe haber taxis... ¡O camellos! ¡Ja!”. Y sonrió, cosa que no había hecho en mucho tiempo....




Intenté seguir tus ideas, Slicktic, sobre el abogado y los conciertos, pero no me salía nada! Creo que mis musas son un tanto caprichosas. Les tiras una idea y se descontrolan, y luego hacen lo que quieren. Me cuesta iniciar un texto y luego ir cambiándolo, creo que en el fondo, ya lo tengo todo escrito desde el principio. ¿O será que Lastenia ya tomó vida propia y empezó a hacer lo que ella quiere? ;)

Igualmente, trataré de obligarla a seguir las consignas lo mejor que pueda a medida que vayan saliendo, para no desvirtuar la idea del juego.

En este texto, intenté mezclar el humor con lo dramático, digamos, algo intermedio entre los dos textos anteriores. E incluír algo de acción pensando en el próximo. (Aunque no sé cuál será la consigna) Pero creo que Lastenia en Egipto puede llegar a ser cómico aún intentando ser dramático! jeje! :P
Saludos



Bien, comienzo a comentar tu tercera entrega. Decirte que mis sugerencias son solo eso, sugerencias, si el personaje decide seguir su propio camino miel sobre hojuelas, porque es de eso precisamente de lo que se trata. Si el personaje ha hecho lo que ha hecho es porque le apetecía hacerlo y eso es un síntoma claro de que ya tiene su vidilla.

Me encanta la descripción. Creo que había pensado en dedicarle un capítulo entero a las descripciones del entorno pero tú te has adelantado, como siempre, y eso me encanta porque significa que has tomado bien la onda de lo que pretendemos con estas vidas ficticias. Está muy bien escrito y trabajado y eso le da una pulcritud al texto que uno disfrute leyéndolo. La faceta de pianista del personaje es algo que parece le viene de dentro por lo tanto habrá que dejar que lo desarrolle a su manera.

Creo que el personaje está tan bien encaminado que no tengo muchas más sugerencias, pero sí continuaré analizándolo y eso me servirá para anotaciones en el foro de la teoría de creación de personajes. Nos seguimos viendo a lo largo de la semana. Un abrazo.





Enviado: 08/10/2005 9:59




Intenté seguir tus ideas, Slicktic, sobre el abogado y los conciertos, pero no me salía nada! Creo que mis musas son un tanto caprichosas. Les tiras una idea y se descontrolan, y luego hacen lo que quieren. Me cuesta iniciar un texto y luego ir cambiándolo, creo que en el fondo, ya lo tengo todo escrito desde el principio. ¿O será que Lastenia ya tomó vida propia y empezó a hacer lo que ella quiere? ;)

Igualmente, trataré de obligarla a seguir las consignas lo mejor que pueda a medida que vayan saliendo, para no desvirtuar la idea del juego.

En este texto, intenté mezclar el humor con lo dramático, digamos, algo intermedio entre los dos textos anteriores. E incluír algo de acción pensando en el próximo. (Aunque no sé cuál será la consigna) Pero creo que Lastenia en Egipto puede llegar a ser cómico aún intentando ser dramático! jeje! :P
Saludos




Enviado: 12/10/2005 16:26




Bien, comienzo a comentar tu tercera entrega. Decirte que mis sugerencias son solo eso, sugerencias, si el personaje decide seguir su propio camino miel sobre hojuelas, porque es de eso precisamente de lo que se trata. Si el personaje ha hecho lo que ha hecho es porque le apetecía hacerlo y eso es un síntoma claro de que ya tiene su vidilla.

Me encanta la descripción. Creo que había pensado en dedicarle un capítulo entero a las descripciones del entorno pero tú te has adelantado, como siempre, y eso me encanta porque significa que has tomado bien la onda de lo que pretendemos con estas vidas ficticias. Está muy bien escrito y trabajado y eso le da una pulcritud al texto que uno disfrute leyéndolo. La faceta de pianista del personaje es algo que parece le viene de dentro por lo tanto habrá que dejar que lo desarrolle a su manera.

Creo que el personaje está tan bien encaminado que no tengo muchas más sugerencias, pero sí continuaré analizándolo y eso me servirá para anotaciones en el foro de la teoría de creación de personajes. Nos seguimos viendo a lo largo de la semana. Un abrazo.



Enviado: 18/10/2005 19:25



Siguiendo con el análisis de tu texto decirte que tenía programado también utilizar los sueños y veo que lo has hecho adelantándote a mis ideas. Has captado muy bien lo que pretendo con el taller de las vidas ficticias. Me gustaría que fuera un texto largo sin pensar en ningún momento en darle un final. Esto es un taller sin principio ni fin como la comida en casa del licenciado Vidriera en el Buscón de Quevedo. Habrá que comerse todos y cada uno de los garbanzos antes de dar por finalizado el ágape. Decirme si os parece bien y tenéis otra idea de cómo llevar esta historia. un abazo.