lunes, 22 de abril de 2019

JUANITO SOLOTOV UN NIÑO FEROZ




JUANITO SOLOTOV, UN NIÑO FEROZ

Juanito Solotov acaba de llegar al hotel "Joie de vivre" con su familia, compuesta de madre española, padre de origen ruso y unos cuantos hermanos a los que iremos contando poco a poco. La mezcla de sangre española y rusa resultó tan explosiva que Juanito, además de niño, es también un cartucho de dinamita ambulante. Hiperactivo, inquieto, ingenioso, imaginativo...Está muy lejos de ser tonto, o lo que viene a ser lo mismo, los adultos lo consideran un niño problemático. Al contrario de los niños tontos, también llamados, por los bípedos grandes, angelitos, monadas y toda clase de cursis epítetos, Juanito ha recibido epítetos de mucho más calibre, que ha ido anotando en su cuadernillo, junto con los sinónimos más llamativos. De vez en cuando se los recita a su lorito Jaimito para que éste vaya ampliando su ya muy extenso vocabulario.

La educación de Juanito deja mucho que desear aunque sus padres recibieron peor educación aún y no digamos sus abuelos y así hasta la sexta generación. De lo que claramente se infiere, que todos los niños reciben una educación bastante mala, que cuando llegan a padres empeoran un poco para que sus hijos no sientan envidia al recibirla. Y no quiero continuar por este camino porque esto ya es peor que el acertijo del huevo y la gallina.

Su padre, el Sr. Solotov, emigró desde Siberia buscando climas más cálidos. Recaló en España,donde se estableció, más concretamente en el sur, con lo que salió ganando unos cuantos grados. Bueno, lo que se dice establecerse suena un tanto retórico, en realidad durmió en parques públicos sin mucha incomodidad (el sur es muy caluroso) hasta que poco a poco logró montar una empresa de reciclaje de latas, botes, vidrios, papeles, cartones y toda clase de desechos que iba recogiendo de cubo de basura a contenedor. Su agudo ingenio le permitió encontrar una utilidad para cada cosa y hasta logró, con su ingenio que hemos calificado de muy agudo, seducir a una española, concretamente andaluza, a quien propuso por señas -aún no hablaba decentemente el castellano- iniciar una relación táctil hasta tanto pudieran llegar a un contrato verbal y luego a un pacto escrito también llamado matrimonio.

Juanito Solotov es el primogénito de este fértil matrimonio que ha hecho de la comunicación táctil un logro que otros envidiarían sino fuera porque cada año nace un nuevo retoño. Nuestro héroe pronto tuvo tantos hermanitos y hermanitas que en el cole les llamaban la familia conejo. El ser primogénito de esta ínclita raza hizo que pronto pasara a niño anómino y acabara en el terrible olvido que suele reservarse a los escritores marginales. Como Juanito no suele aceptar las cosas porque sí armó tal escándalo que de ahí le viene el calificativo de niño feroz. Para calmarle sus padres decidieron regalarle por su décimo cumpleaños una mascota que le tuviera entretenido hasta en sueños. Así eligieron cuidadosamente en un almacen de mascotas un lorito muy gracioso al que el dueño llamaba Jaimito. Suponemos que razones tendría para ello. Les contó una novela, la isla del tesoro, de la que se deducía que Jaimito era en realidad el loro de John Silver el Largo.

Solotov se transformó, poco le quedaba ya a estas alturas, en un niño feroz del que huían todos los adultos bien educados y en cambio era bien recibido en círculos revolucionarios de vagabundos, delincuentes y marginados sociales. Se le consideraba tan peligroso como un tornado y tan imprevisible como la bolsa. Estuviera donde estuviera era fácil que en un futuro muy corto su entorno no seguiría siendo el mismo.

Así llegó nuestro pequeño héroe al hotel acompañando a toda su familia y con su lorito en el hombro que farfullaba, el lorito, algunas obscenidades por el calor reinante y la necesidad, que nadie satisfacía, de tomarse un bourbon doble en la barra del bar americano del hotel, donde por cierto suelen recalar unas señoras muy buenas que buscan señores generosos y bien vestidos. Estas eran las primeras vacaciones del señor y señora Solotov, quienes tras duros años de trabajo y ahorro habían decidido tomarse unos días libres que se prometían muy felices.

La llegada de la familia coincidió con la retirada del sol a su lecho, lo que aprovecharon todos los miembros de este clan para tomar a saco la piltra con gran entusiasmo. Todos menos Juanito, quien mientras sus familiares caían en un profundo sueño en la planta inferior a la que ocupaban Brunelli y sus amigos, se dedicó a pasear a Jaimito arriba y abajo en las plataformas voladoras del hotel, también llamadas ascensores por los más puristas.

La intención de Juanito no es precisamente benévola, ya que está a la busca y captura de pobres incautos a quienes hacer víctimas de la verborrea de su amado lorito. En cuanto encuentra a un cándido viandante, con la proverbial malevolencia de este niño feroz, susurra a la oreja de Jaimito su famosa contraseña:" Lorito de John Silver el Largo, dime algo".

Es entonces cuando el maldito lorito comienza su ráfaga de obscenidades en varios idiomas, que escandalizarían al ateo más recalcitrante (los ateos tienen fama de no escandalizarse por nada) y encenderían las mejillas del crápula más redomado desde el retrato de Dorian Gray. A nadie debe sorprender que Jaimito hable idiomas, porque esta es una cualidad propia de loritos y muy apreciada, y más si tienen un coeficiente de inteligencia de un 210, por lo menos, como es el caso de esta eminencia verde. Lo que sí sorprende es que su diccionario de palabrotas, obscenidades y toda clase de improperios abarque una extensión, en todos los idiomas, que nos hace pensar en lo equivocados que estamos con las buenas formas académicas que pregona poseer la raza humana.

El hecho repetido de que Juanito recibiera toda clase de insultos e improperios e incluso fuertes tirones de orejas por parte de los adultos, mientras su lorito era exculpado de toda culpa, no le impidió nunca tomarse con filosofía, más propia de oriente de que occidente, tamaña injusticia. Dicen que los niños malos acostumbran a salirse con la suya, lo que deja bien claro que el mal tiene más fuerza que el bien, se ponga uno como se ponga.

Juanito Solotov será el mal en estado puro en este paradisiaco hotel "Joie de vivre", que se caracteriza por la bondad congénita y la ingenua y generosa conducta de todos y cada uno de sus habitantes. Y para otra ocasión dejaremos la biografía autorizada del lorito Jaimito puesto que más nos vale que el inicio de su lectura nos coja confesados. Para lo cual necesitaremos un padre, cura o reverendo en este hotel. Que no parece sino que es un hotel para ateos recalcitrantes y no es cierto. A la espera de que aparezca quien nos confiese, rezaremos en silencio.