domingo, 2 de junio de 2019

OFELIA










Mi nombre es Ofelia. Supongo que cuando mi madre quedó embarazada estaría cursando literatura inglesa, específicamente Shakespeare, y para afinar la puntería, Hamlet, porque todo lo que ella hace tiene un por qué.


No digo todo esto para alardear de literata, creo que cualquiera que haya leído un poco o haya visto alguna adaptación televisiva, se habrá aproximado aunque sea un ratito, por curiosidad a “Romeo y Julieta” o a “Hamlet”.


Me hubiera gustado más que por ese entonces hubieran estado trabajando “Romeo y Julieta”, ya que Julieta me gusta más que Ofelia, pero en fin, las cosas se dieron así; y creo que estoy analizando tanto, por la insufrible manía que tengo de analizarlo todo, hasta el más insignificante cambio en la entonación de una frase que me hace entrar a dar manija y hacerme unas películas (generalmente trágicas), con un Hasta mañana dicho de un modo que me sugiera que en realidad está queriendo decir algo más, por supuesto, negativo.


En fin, supongo que haber llegado a los años para ocuparme de la casa, atender a los críos cuando dan trabajo a moco y pañal, sobrevivir la adolescencias correspondientes, que no es joda, consolar amores contrariados, estar siempre en el medio de los enfrentamientos de macho con el padre, por la cuestión de turno, para pasar ahora a ser una solitaria que escribe cuentos cuando le salen ( y a veces se retoban, los guachos), poemas, cuando los cuentos vienen en baja, y pedir lindas firmitas en Internet, me habrá sensibilizado tanto, que de todo dudo y todo interpreto según cuadre.


Si el que leyó hasta aquí, piensa que en el principio del párrafo anterior, olvidé poner el número de años, se equivoca de cabo a rabo. Prefiero que la frase quede contrahecha antes de escribirlos. Ese es otro temita que me persigue: la edad. Me persiguió sin prisa y sin pausa desde que pasé los cuarenta. De modo que, admito tener dos hijos grandes y ser abuela, pueden sacar cuentas, el problema ya no será mío. Pero ni el Tribunal más sanguinario de la Santa Inquisición me hará decir la cifra. Que pasé los cuarenta, ya está. Que cuantos me pasé de los cuarenta, es ya otra cosa.


Para seguir con mi presentación, por llamarla de algún modo, diré que esta vida obstinadamente insípida a la que debo agregar (se me había olvidado), el regalito de una madre muy mayor, que no es malo, pero demandante hasta el infinito, hábil para hacer sentir culpa si no se atienden sus demandas, un infinito más infinito, y que necesita una empleada que la cuida y la resista junto conmigo (ni teniendo diez empleadas me salvaría), digo, todo esto, me ha hecho caer en una veintena de terapias de la escuela que caiga, no me pregunten, es según me adjudique la prepaga.

Ahora estoy leyendo la carta de la editorial que me confirma lo que no me creí en ningún momento, y mirando un par de cheques que menos creí en ningún momento, y déle que le busco la vuelta negativa a lo que es demasiado bueno para pasarme a mí


Es que hace no mucho, cansada de mandar mis cuentos a Certámenes Literarios, tratando de obtener algún premio, mención, algo, por pequeñita que fuera, sin ningún éxito, decidí que no escribiría nunca más. Porque yo quería hacer buena literatura, y por los resultados, lo mío debe distar mucho de serlo.

Pero en una etapa en que necesitaba distraer mi tristeza y mi tedio, y habiendo visto contra mi voluntad, pero por amor a hijos y nieta, las tres películas de “El señor de los anillos”, Y POR LO MENOS DOS DE LAS DE “Harry Potter”, empecé a escribir un delirio basado en un sueño que tuve, tan delirante como lo que empezó como cuento, y terminó como novela.

Me olvidé de los parámetros aprendidos en Talleres Literarios, me divertí, metiéndome en mundos paralelos, tiempos paralelos, transversales, perpendiculares o lo que la geometría me alcanzase, y terminé en tiempo record “IRRACIONAL”, título que se correspondía con la realidad, era un disparate total de quinientas páginas.


Terminé mi propia broma enviándolo a un Concurso de novelas de Ciencia Ficción. Y ahora, leo la confirmación, y miro los cheques de la confirmación, del anuncio que ya se me había anticipado por teléfono y por una entrevista que me pareció poco fiable.


El primer premio de una editorial extranjera, y extranjera tenía que ser, porque el premio es en euros y con una cantidad de ceros que quitan el hipo, más lo que me corresponde por mi autoría en la venta de ejemplares.


Como segunda cosa que parece de mi propia ciencia-ficción, un contrato para escribir IRRACIONAL II y III. A esto se agrega un suculento pago por permitir ionizar la novela para hacer una película. Y me pagan por darles permiso, la única vez que intenté hacer un guión, no llegué a las veinticinco páginas, porque era terriblemente malo y me aburría hasta el bostezo.

Como corolario, el monto que estiman alcanzar, les permite asegurarme una cifra euro impresionante, por lo que, por absurdo que parezca me adelantan otra suma, porque aseguran que correrá el doble de dinero que para la autora de Harry Potter.


¿Qué puedo hacer con tanto dinero si cada vez que mi madre espanta a la última empleada de turno, tengo que dejar el proyecto menos seductor, para socorrer lo no socorrible, quedar al borde del suicidio, para solucionar sólo la mitad de la mitad?


¿Comprarle una casa más grande y poner de a tres o cuatro empleadas, para qué escamotear? Error. Mi madre ha decidido vivir en ese departamento hasta que la muerte los separe, como en la fórmula de los matrimonios de antes.


Aunque, sumando los ceros, los euro ceros, más lo que podría venir, le compraré el edificio entero. Si pago bien, nadie se negará a vender. En su piso pondré en cada departamento a una empleada especializada, que se venga con su familia, para que no extrañe, y se turnen, para no sentirse asfixiadas.


En otro piso estarán los consultorios de las especialidades que sean necesarias, enfermería y kinesiología incluidas. Habrá otro para actividades recreativas, y todavía me quedarán dos, para mudar a una psicóloga que le caiga bien o dos o tres, para qué menos, y para que se puedan quedar, de ser necesario, la gente amiga que no tenemos, pero que tendremos, seguramente, cuando se conozca la suma a la que llegará mi patrimonio.


Ahora sí, con la conciencia comprada, podré elegir la casa de mis sueños, cerca de las sierras, pero no lejos de la civilización. En la puerta, automóviles, alguna cuatro por cuatro, para andar por terrenos ríspidos, con chofer, por supuesto, porque me da miedo manejar y no confío en que me trasladen ni mi marido ni mis hijos.


Habrá un lago a prueba de sequías en el parque en la que estará emplazada la casa, con suficientes habitaciones como para no pelear ni con hijos ni marido, porque rara vez nos cruzaremos.


Nala, mi perra, que no ha pisado más pasto que el de la placita del barrio, podrá corretear a gusto y hasta que le dé la gana, sola o conmigo y a mi entrenador personal que elegiré muy eficiente y muy.


La dieta, baja en calorías resultará exquisita, porque será preparada por especialistas, y con dieta y correteo, más lo que el entrenador tenga de atractivo, en tres meses estaré hecha una diosa.

¡Ufffff!!!! Me he cansado sólo de proyectar. Y eso que todavía no termino de creer lo que leo, y con cheques a la vista. Cuando se acredite en el banco, que no creo que elija argentino, es posible que siga proyectando. Ahora, tengo que ponerme a pensar para escribir IRRACIONAL II y III, pero no me preocupo: el más joven de mis hijos es un apasionado de estos temas, él inventa y yo escribo. Pienso que los ceros me están empezando a levantar la estima.



Fue una suerte que pudiera hacer efectiva la primera entrega del dinero y la compra de dos pisos del edificio (eran gente muy endeudada algunos, y otros tentados por buenas ofertas de mi parte), antes de que mi marido volviera de un viaje de trabajo que tardó lo suficiente.Porque en cuanto se puso al tanto, y yo, bocona como siempre no sé callarme, vinieron las dudas.
Si era una buena inversión, que tuviera cuidado, que yo era una tonta para los negocios, que me iban a estafar...
En dos semanas, yo dormía abrazada a un crucifijo bendecido, tomaba ansiolíticos cada seis horas, casi como un antibiótico, y no me bañaba si estaba sola, aterrada con la idea de que apareciera Norman Bates redivivo a apuñalarme, aunque no supiera en dónde tenía yo el dinero. Total, no era un ladrón sino un psicótico.
Ergo, para el próximo viaje de mi marido, que por fortuna se adelantó, me fui a vivir a un importante Hotel, en una suite cómoda, y con custodia en la entrada, en las cocheras, en el piso de la suite, y no quise exagerar y dormir con los de seguridad, porque no tenían personal femenino, y creo que el que vendría tipo Norman Bates, hubiera sido mi marido.
Por supuesto, que la cosa continuó a su regreso. Yo nunca tuve un mango (para los no argentinos, un peso), era la primera vez que tenía dinero, y en qué cantidad, él que siempre manejó el presupuesto, porque era su sueldo y no se lleva con las leyes que especifican los derechos conyugales, ni en dinero ni en otras cosas en las que no entraré en detalles, pero no es lo que piensan. Digo, que ahora que el dinero era mío, y mucho, me empezó a poner paranoica.Mejor dicho, a potenciar mis paranoias.
Luego de empastillarme con todo lo que me dio el terapeuta, logré conseguir un Administrador, abogados y esas cosas que necesitan los que tienen mucho dinero, que venían con óptimas referencias, aunque a mi marido nunca le alcanzaran, y pude, finalmente, terminar Irracional II con una gran colaboración por parte de mi hijo menor. Dopada como estaba no podría haberlo logrado sola.
Dopada como estaba, no me enteraba de los reclamos y pataleos de mi madre, y finalmente, me fui a pasar un mes a las sierras, lejos, distante de todo y de todos. Antes de partir supe que la película se estaba filmando en Estados Unidos (en dónde podría haber sido este tipo de producción), con grandes expectativas por parte de productores, director, y todos los que entienden de estas cosas cuando de multiplicar dólares se trata.
Por supuesto que la historia recién empieza, pero hago este envío desde las sierras, y recién me estoy desintoxicando de tantas pastillas, cápsulas y otras hierbas. ¿O yerbas? Nunca supe qué va en estos casos. Pero de esa también, no me salvé, andaba muy desenfrenada.
Por tanto, creo que para el próximo, me van a dar un tiempito. Y además, tengo que conversar con un Sr. Slictick sobre estos temas, así que lo dejaremos para la próxima.
Un beso, gente, que me voy a hacer una cura pos- mujer recientemente millonaria reciente.


Querida Xime, de verdad, de verdad que no os entiendo cuando me decís que carecéis de facilidad para el humor. No se le puede pedir más a este breve texto. Hay situaciones humorísticas muy bien explotadas, transpira ironía y todo en él es divertido. No falta imaginación y se ponen las bases para un futuro muy divertido en cuanto que Ofelia y no Olga comprenda que sus viejos problemas no tienen sentido. Ahora es millonaria y puede hacer de su capa un sayo. Por ejemplo no permitir que su marido meta el cuezo de esa manera en todo lo que hace, ni que la humille con eso de que no vales para nada, etc. Una millonaria que se precie elige un buen administrador, que no le robe, que esa es otra, y pone a todo el mundo firme con la amenaza de recortar las asignaciones (ella es la fuente de la que mana el dinero). Una millonaria que se precie no permite que nadie le chiste y para eso contrata a unos guardaespaldas fornidos, para poner firme a quien haga falta, y guaperas para recrearse la vista, por lo menos la vista.

Está bien eso de acabar la novela Irracional con la ayuda de tu hijo. El sarcasmo tiene mucha gracia y nada mejor que el humor para ajustar cuentas cuando hay que ajustarlas. Me ha gustado las puertas que dejas abiertas, por ejemplo la posibilidad de que te manden al rodaje como asesora de guión y allí conozcas cómo es un rodaje en primera fila. También me gusta la posibilidad de que para curar tu estrés te vayas a una clínica para millonarios donde hasta para darte la pastillita tienes a un enfermero de buen ver y con modales exquisitos que es una delicia tomarse pastillitas. Y etc y etc. Tómate cuanto tiempo necesites para la tercera entrega porque vamos a ir con calma. Un abrazo.

Gracias, Slick. Lo que me decís sobre que no es cierto que no sirvo para el humor , por lo que has leído, y me alegro que te guste, es que me cuesta mucho. Tengo que esperar a un día más o menos bueno, tomar distancia con los dragones que andan sueltos, y no dejar escapar ese día, que luego no vuelve tan fácil.


Y me pasa al revés que a Nofret. Me doy el lujo del delirio, porque no sé a dónde voy. Si lo supiera, ya andaría encorsetada, y menos me saldría. Pero me divierto, cuando lo logro. En cuanto aparezca ese otro día en que les pongo bozal a mis dragones, continúa. Además, me sirve que estén ustedes allí, sola no lo haría.


Un besote


Xime



Creo que me expliqué mal, Ximena, yo no veo delirio en ninguna parte de tus textos sobre Ofelia, veo humor, mucha ironía, y algún pensamiento o situación disparatados, pero no "delirio" tal como lo definí en un comentario anterior (en realidad, yo hablé de "fantasía"). A lo que yo me refería con "fantástico" era, por ejemplo, a lo de tomar un elixir para volver a ser joven y nunca envejecer, en tu personaje, por ejemplo, sería que la madre se convirtiera en una coqueta señora de cincuenta años y se fuera de vacaciones a una playa nudista y el marido se transformara, también por arte de magia (por arte de algún mago pagado con todo el dinero) en un príncipe azul dulce e irresistible con la cara de Brad Pitt. Eso es para mí "fantasía". Las acciones o pensamientos disparatados o ridículos, que pueden incluso llegar a darse en la realidad, son parte natural de un texto humorístico. Lo fantástico, en cambio, son eventos sobrenaturales y completamente imposibles en el mundo real. Así es como yo

Y aprovecho que aquí surgió el tema, para aclarar que no es que me de "miedo" el género humorístico, como me preguntaba Slicktic en un comentario, sino que, por naturaleza, no es de mis favoritos, lo mismo que me sucede con el fantástico. Me pasa lo mismo que a Ximena, lo dramático puede surgir en cualquier momento, mientras que lo humorístico requiere cierto estado de ánimo que no siempre tengo. Por eso puede hacerse más difícil de lograr. Pero cuando lo logro, me divierto. No creo que puedan considerarse textos de buena calidad literaria los que escribo con humor, pero sí paso un rato agradable escribiéndolos.