sábado, 19 de febrero de 2011

LA TORRE DE BABEL I



MIS PERSONAJES HUMORÍSTICOS EN LA TORRE DE BABEL



LA TORRE DE BABEL

INTRODUCCIÓN

Cada uno de mis personajes humorísticos tiene una edad determinada y nació en un lugar concreto. Unos son bajos y otros altos, unos gordos y calvos y otros delgados y atractivos. Cada uno de ellos tiene su profesión, a la que se dedica en cuerpo y alma. Son tan diferentes que nadie diría que han tenido un padre común (lo de la madre vamos a dejarlo, no quiero problemas).
Nunca hubieran coincidido, salvo que el destino los hubiera agrupado a lazo. Y eso fue en realidad lo que sucedió. En un principio su autor y padre putativo intentó que coincidieran, como por casualidad, en el “Circo de Slictik” el loco millonario que quiso hacer un circo de humoristas y le crecieron los enanos.

Aquello no cuajó por diversas razones. Pero ocurrió que en un país del trópico se abrió un hotel nuevo y lujoso. Aquel país se llamaba el “País de la Alegría” y el hotel tuvo diversos nombres, Hotel de los líos, Hotel de los disparates… Allí fueron apareciendo, en diversas épocas, algunos de estos personajes, no todos. Muchos de ellos coincidieron, otros no. Vivieron felices y comieron muchas perdices juntamente con otros personajes humorísticos de otros autores.
La casa de Asterión fue una realidad virtual, pero nadie diría, viéndoles comer y “folgar”, que se diferenciara mucho de la realidad común y corriente que nos toca vivir todos los días. Fue una etapa apasionante en la vida de aquel país, de aquel hotel, de los autores y hasta del planeta Tierra, si me apuran un poco. No obstante como todo tiene que acabar algún día (eso y no otra cosa es la mortalidad), también aquello finiquitó.

No obstante el millonario Slictik (cada vez más loco y al mismo tiempo más generoso, por eso estaba loco principalmente) decidió donar parte de su fortuna o toda ella, aún no se sabe, a una fundación de la que serían socios todos sus personajes. Para ello compró un rascacielos o una torre en París, por Montparnás o cerca, y fue remitiendo telegramas a cada uno de sus personajes, invitándoles a pasar allí la Navidad del año…




Por curiosidad, por si las moscas (resulta difícil creer que los millonarios se vuelvan locos y te regalen su fortuna) y hasta por altruismo (un único caso: Milarepa) todos acudieron, unos antes y otros después, y tras celebrar unas fiestas navideñas realmente escandalosas y guarras, decidieron quedarse a vivir allí.
Cada uno montó su despachito a su gusto, sin entenderse mucho con el resto, por ello se la empezó a llamar “La Torre de Babel”. Tuvieron que ser el Sr. Aladro, abogadro, y el Sr. Buenavista, economista, los que pensaran en las cosas prácticas de la vida. Convocaron una reunión, dieron estatutos a la fundación, votaron sobre la presidencia y el Consejo de administración, y se ocuparon de legalizarla, pagar impuestos y planificar su expansión tentacular, como una multinacional de última hornada.
Y así comienza esta historia de la Torre de Babel. Es muy confusa, tiene muchos “lapsus” y nadie sabe muy bien por dónde le da el aire. Desde luego que el nombre le viene pintiparado.
Para los que no conozcan a estos personajes debo anunciarles que en los archivos de la fundación acabaron apareciendo papeles y más papeles, entre los que pude separar, juntar hojas y ordenar, las biografías de estos curiosos y simpáticos personajes.


¿Quién soy yo? No, no soy el millonario Slictik, aunque tal vez lo sea y se lleven una sopresa al final. Lo que importa ahora es contar esta pavorosa historia y pasarlo bien, al menos antes de que llegue el Apocalipsis y termine con todo lo habido y por haber.
Que ustedes se diviertan… lo que puedan.